De la guerra sucia -IV y último. México apesta a guerra sucia
“Cuando será la injusticia un recuerdo muy lejano”
Rockdrigo González, El Profeta del Nopal
Cuando iniciamos a escribir esta serie de artículos no teníamos idea de los alcances, magnitud y amplitud de las operaciones de guerra sucia que se llevan a cabo en todo el mundo, no desde hoy, ni desde ayer, sino desde hace decenas de años. Hubiéramos querido referirnos a los últimos eventos de guerra sucia que en estos días se llevan a cabo particularmente en medio oriente, pero también en África, Europa y América Latina. Hacerlo, sin embargo, significaría escribir un cuento de nunca acabar. La represión, que de muchas maneras es sinónimo de guerra sucia, es diaria, sistemática, permanente, oculta, abierta. ¿Cómo afrontar la guerra sucia? es la pregunta que en todos los movimientos sociales ronda, pero nadie sabe bien a bien como responder pues el Estado y las trasnacionales siguen manteniendo para sí el monopolio de la violencia y la tecnología para aplicarla.
Cuando iniciamos esta serie de artículos dedicados a la guerra sucia sabíamos de antemano que la falta de una respuesta a la pregunta, cómo afrontar la guerra sucia, no se debía a un desconocimiento sobre lo que es la guerra sucia; por ello creímos que en todo caso lo que hacía falta era un análisis integral sobre la guerra sucia, que nos ayudara a plantear escenarios concretos, reales e históricos. Ese análisis integral que pretendidamente hemos querido hacer en esta serie de artículos, ha partido de cuatro preguntas base ¿cómo se produce la guerra sucia? ¿cómo opera la guerra sucia; cuáles son sus normas, sus ritmos, sus valores? ¿cómo se estructuran los operativos de guerra sucia? y finalmente, ¿qué ideología se encuentra en el trasfondo de la guerra sucia; cuáles son sus fines y propósitos?. Aunque no de manera ordenada, ni totalmente exitosa, hemos intentado responder a estas preguntas, con lo cual estaríamos, supuestamente -según nuestra propia metodología, en posibilidad de responder a la pregunta principal: ¿cómo afrontar la guerra sucia?. Sin embargo, a pesar de haber hecho un largo recorrido, admitimos no tener una respuesta. De hecho, nadie parece tenerla, miles somos los que a diario somos reprimidos por luchar contra el capitalismo, miles somos los que nos encontramos paralizados por el miedo, miles somos los que no queremos saber nada de represión, miles somos los que seguimos aferrados a que hay posibilidades históricas de derrotar al capitalismo y por consecuente también a la guerra sucia...
Antes de intentar una respuesta a la pregunta central que ha motivado estos textos queremos,intentar dar un panorama actual de la guerra sucia que se vive en México, la cual se encuentra ligada con las guerras que se viven en otras partes del mundo, por la sencilla razón de que el imperialismo globalizante es un fenómeno mundial, y es este el motor principal de esta cuarta guerra (sucia) mundial.
- La narcoguerra de Calderón.
Calderón, igual que Salinas, tomó la presidencia (con fraude electoral de por medio) con muy poca credibilidad y nada de legitimidad. Con la intención de subsanar esas carencias, y con el compromiso pactado ante la burguesía de impulsar la aprobación de nuevas reformas estructurales de corte neoliberal (privatización de PEMEX, electricidad, etc.), en los oscuros pasillos del poder se ideó lanzar una guerra contra el narcotráfico, pensando que con ello matarían dos pájaros de un tiro: por un lado, meterían en orden a la delincuencia organizada que durante sexenios había sido permitida y solapada por el PRI, y por otro lado, prevendrían cualquier intento insurreccional del México profundo, que ya durante 2006 había dado avisos de despertar (en Oaxaca, Atenco y los zapatistas, el EPR). El pretexto con el que han intentado reiteradamente justificar la guerra que desangra México, ha sido el de la lucha contra el narcotráfico; la realidad es que han extendido la guerra sucia para destruir/despoblar y reconstruir/reordenar México desde una perspectiva neoliberal y así mantener oprimidos a millones de personas.
De la narcoguerra que actualmente se vive en México queremos destacar tres puntos importantes, la narcoinsurgencia, la narcoviolencia, y finalmente, la guerra sucia contra los movimientos sociales. Antes, no obstante, al tiempo habría que dar una definición de narco y narcotráfico. Narcotráfico es una actividad económica mundial estructurada empresarialmente para el trafico, venta, promoción y cultivo de estupefacientes. El narco, por su parte, son las personas que están involucradas dentro de la comisión del narcotráfico en una empresa, de las muchas que existen no solamente para cometer esta actividad ilegal, sino otras actividades ilegales, verdaderas empresas tranacionales del crimen, que comercian con armas, dinero, mujeres, niños, migrantes, drogas, información, etc.. Estas empresas (cárteles), estructuradas jerarquicamente, realizan actividades delincuenciales de amplio espectro, desde fraudes de cuello blanco hasta secuestros express, de las que han obtenido miles de millones para hacer grandes fortunas. No es casual que el Chapo Guzman se encuentre en la lista de forbes y tenga inversiones millonarias por todo el mundo. Cómo tampoco es casual que Carlos Slim sea encabeze dicha lista y tenga poder sobre gran parte de américa latina mediante sus empresas telefónicas. El llamado crímen organizado es una actividad social hipócritamente condenada pero plenamente aceptada como vía de movilidad social. Lo mismo, los jefes narcoempresarios, que conviven en las zonas residenciales de las grandes ciudades, que los jodidos que se emplean en la empresa, todos van motivados por el deseo fetichizado del dinero, del poder, del exceso, la violencia social que los condena a la marginación... el dinero fácil y todo lo que ello significa dentro de la ideología capitalista. Finalmente habría que recalcar, que la guerra de Calderón no es una guerra contra las empresas trasnacionales del crímen, las evidencias dicen que no combate el trafico de armas, de dinero, de mujeres, de niños, de migrantes, y otros, sino que participa, como Estado y como Empresa, en una disputa entre empresas críminales, tal como es su escencia del Estado. ¿qué es lo que entraña esa participación del Estado en esa disputa y cuál es el papel que juegan los Estados Unidos? ¿que hay tras el escenario de violencia que se vive en el país?, son preguntas que más adelante intentaremos responder.
1.- ¿narcoinsurgencia?
Una organización insurgente, en términos llanos y generales, es aquella que se compone de milicianos y/o militantes rebelados permanentemente contra el Estado, que controlan determinadas zonas territoriales como condición para su sobrevivencia y que pretenden una subversión política contra el Estado. Henry A Crumpton, asesor militar de Hilary Clinton, agente de operaciones clandestinas de la Agencia Central de Inteligencia por más de dos décadas y que ha encabezado amplias operaciones contra el “terrorismo mundial” en Afganistán y otro lugares del mundo, ha propuesto la utilización del concepto narcoinsurgencia para caracterizar a los cárteles de la droga en México. El argumento principal, a decir del analista militar José Luis Sierra, es que, según las agencias de inteligencia gringas, actualmente los cárteles controlan amplios territorios donde se han constituido de facto como autoridades con el poder suficiente para manejar a su antojo a los alcaldes, controlar la policía, instalar puestos de control carretero, obligar al pago de “impuestos” mediante la extorsión, controlar los medios de comunicación locales y licencia para matar a cualquiera que se les oponga, lo cual, según ellos, los caracterizaría como insurgentes, sin embargo esto es medianamente falso dado que el narcotráfico es una actividad enteramente capitalista que ha crecido al amparo del Estado, del sistema político y la clase política, por lo que de ninguna manera estaría encabezando una subversión política contra el Estado y menos aun contra el capital, aunque por otro lado, efectivamente, si han estado expandiendo los territorios que se encuentran bajo su control.
De lo anterior se desprenden dos cuestiones sobre las que es necesario reflexionar. En primer lugar, habría que preguntarse ¿cuáles son esos territorios supuestamente controlados por el narcotráfico?. En segundo lugar, habría que preguntarse ¿qué es lo que ha permitido a los cárteles de la droga controlar esos territorios?. A decir del fundador del Centro de Investigaciones de Seguridad Nacional (CISEN), Jorge Carrillo Olea, el estado mexicano ha perdido territorialidad y, por ende, gobernabilidad en más del 50 por ciento del país. Otros analistas y medios de comunicación, sin embargo, afirman que ese “territorio perdido” puede llegar al 70%, mientras que otros más afirman que sólo es el 30%. Dichas cifras se basan en un recuento municipio por municipio, de tal manera que de los aproximadamente 2500 municipios que existen en todo el país, al menos un 8% estaría bajo control total del narco, mientras que en el 63% de los restantes habría influencia por parte de estas organizaciones delictivas. Esa influencia o control, según estos mismos analistas, se manifiesta en la existencia de una estructura criminal capaz de controlar los negocios del crimen organizado, tales como el narcomenudeo, el cultivo y tráfico de drogas, el secuestro y la extorsión. Que tal estructura criminal se mantiene operando en la impunidad con el apoyo, dinero de por medio, de políticos, policías y militares.
Cómo podrá notarse en el mapa anterior el territorio mexicano se encuentra fragmentado entre distintos cárteles. Sin embargo, no todos tienen el mismo modus operandi. Los Zetas, por su origen militar, entrenados en las “artes” de la guerra no convencional, actúan como guerrilla urbana y su control sobre el territorio es más violento, lo mismo que el Cártel del Golfo, con quienes se disputan, calle por calle, carretera por carretera y rancho por rancho el Estado de Tamaulipas y particularmente la garita de Matamoros; estas organizaciones, y particularmente los Zetas, no controlan la producción sino principalmente el tráfico de drogas, de armas, de migrantes -por todo el Golfo de México y desde Guatemala y parte de centroamérica, para lo cual se requiere una amplia movilidad, por este control que tienen de la ruta de los migrantes es que los Zetas son conocidos como la pesadilla del migrantes. Ni los Zetas ni el cártel del Golfo tienen base social, pues andan de “culeros” matando a diestra y siniestra, motivados por el dinero, el poder y la violencia destructiva. A contraparte encontramos Cárteles, como el de Carrillo Fuentes y los Arellanos Felix, que básicamente se dedican también al trasiego de drogas, armas y migrantes hacia los Estados Unidos, que son cárteles violentos, sí, pero que su mayor fortaleza radica en el control , histórico, de puntos fronterizos clave como Cd. Juárez y Tijuana (de ahí la existencia de los llamados narcotuneles, por el que trafican todo tipo de mercancías), lo cual realizan a partir de pandillas tales como los Artistas Asesinos, los Aztecas y otras más, asentadas en barrios marginales que son cuna de nacimiento de los sicarios que trabajan para ellos . Finalmente, están los cárteles de Sinaloa y de Michoacán, que son cárteles que se dedican principalmente a la producción de narcóticos por todo lo largo de la sierra madre occidental y sur del país, y a su trasiego por toda la costa y sierra del pacífico, desde Chiapas hasta Sonora; aunque también es sabido que el cártel de Sinaloa mantiene negocios en europa y américa del sur. Éstos cárteles a diferencia de los otros tienen una amplia base social campesina que no se dedica al secuestro ni a la extorsión. Es decir, habría que hacer distinciones entre cárteles no tanto basándose en sus actividades delictivas -que hay diferencias, ni solo por el número de empleados a su servicio, sino principalmente por la importancia geopolítica y económica de los territorios que controlan, o con los que mantienen relaciones comerciales, tomando en cuenta además si tienen, o no, cierta base social y de que tipo; a partir de lo cual sería posible explicar la guerra entre los distintos cárteles y el papel que está jugando el Estado mexicano y los Estados Unidos .
La caracterización de narcoinsurgencia, con la que se pretende conceptualizar a los cárteles mexicanos, es una caracterización válida desde el punto de vista del imperialismo en la medida en que los cárteles se han ido definiendo como enemigos internos, como enemigos del Estado, como agentes de subversión “económica”-entre comillas, porque el narcotráfico es claramente capitalista y tampoco es una subversión política, como sería el caso de las guerrillas que luchan por la liberación nacional. Hace apenas un par de meses, legisladores republicanos en el congreso de los Estados Unidos pidieron a Obama se diseñe un plan contrainsurgente para luchar contra los cárteles de la droga en México, pues según ellos “se está observando una transición del gangsterismo tradicional de asesinos a sueldo, a terrorismo paramilitar con tácticas de guerrilla”. Sin embargo, ese plan ya se encuentra en marcha desde inicios de sexenio, con lo cual debemos interpretar que la petición de los legisladores gringos no es otra cosa sino una exigencia por avanzar en una abierta intervención militar gringa en México, tal como en Colombia ha sucedido con el Plan Colombia y el Plan Patriota, diseñados para derrotar a las guerrilas y en general a todas las organizaciones sociales, campesinas, indígenas, estudiantiles y obreras. Ese plan contrainsurgente, como hemos sabido en estos días, está siendo operado directamente por la agencias de contrainteligencia de los Estados Unidos. El FBI distribuye armas entre los cárteles (Operación Rápido y Furioso), la DEA les lava dinero a los cárteles para seguir manteniendo la guerra sucia en México, una guerra no declarada, no convencional, sucia, contra el pueblo trabajador mexicano que resiste desde hace más de 500 años el sistema capitalista. La guerra imperialista contra México que se lleva a cabo desde hace 6 años, y que nadie quiere reconocer como tal, es parte una estrategia de expansión mundial del capitalismo. Guerras tácticas se llevan a cabo en Siria, Libia, Colombia, Venezuela, Cuba, África, Grecia, y muchos países más, México entre ellos. Estados Unidos, Inglaterra, Francia, la OTAN, pretenden conquistar el mundo para potenciar la vida del capitalismo y llevar destrucción de la tierra hasta exprimirle toda su vida (y hasta por eso ya han encontrado nuevos planetas que conquistar dentro del cosmos). El análisis sobre esa guerra sobrepasa este artículo, así que será en otro lado que podamos abundar sobre ello.
2.- ¿narcoviolencia?
El gobierno de Felipe Calderón ha querido vendernos la idea que el Estado no desató la violencia que hoy se expande por México, sino que su guerra es una respuesta a la violencia con la que operaban los cárteles del narcotráfico. El problema está, cómo hemos dicho antes, siguiendo a Carlos Montemayor, en que toda esta espiral de violencia tiene su origen en la violencia institucionalizada por el Estado y el Capital, y que es origen de todas las desigualdades sociales. Efectivamente desde hace más de seis años, delitos como el secuestro y el robo de automóviles campeaban impunemente por todo el país. Sin embargo, tras seis años de guerra, el nivel de violencia ha escalado hasta niveles espeluznantes, sin que por ello hayan dejado de cometerse estos delitos u otros aun más graves como la trata de personas y el trasiego de armas. Pero desmenucemos un poco la narcoviolencia que azota al país.
- El gobierno declaró una guerra abierta a grupos irregulares. Sacó el ejército de los cuarteles y a la marina la puso en operativos especiales, mientras que la policía federal, es utilizada como fuerza de apoyo, contención y control civil. El manual de contrainsurgencia dice, sin embargo, que eso es un exceso, que a grupos irregulares se les combate en guerras no convencionales, es decir, con guerra sucia.
- A la supuesta guerra del Estado contra los cárteles, hay que sumar la guerra, también declarada, entre los distintos cárteles. Esta última surge por al menos dos motivos, en primer lugar, por los golpes, mediáticos, otros no tanto, que el Estado ha propinado a algunos cárteles, lo cual produce vacíos de poder en plazas y rutas, del las que inmediatamente otros cárteles buscan apropiarse. En segundo lugar, por la competencia y control que los distintos cárteles tienen entre sí, ante la búsqueda de la hegemonía al interior del narcotráfico y la delincuencia organizada, lo que los lleva a enfrentarse entré sí, pero también a hacer alianzas para enfrentarse a otros cárteles.
- Los Zetas, hoy por hoy la banda más sanguinaria en México, son un grupo que ha “experimentado un ascenso meteórico en el narcotráfico de México, estableciéndose como el participante más violento, destructivo y letal de esa industria. El grupo, que inicialmente sirvió como el brazo ejecutivo y protector del cártel del Golfo, ha adoptado actividades ilegales adicionales y lanzó su propio reto en la lucha para dominar el narcotráfico en México. Aprovechándose de un vasto arsenal, y de disciplina y destrezas de estilo militar, y un aparato organizativo refinado, los Zetas [...] dominan ahora grandes territorios del norte de México, han establecido su presencia en ciudades y estados de todo el país, y han desarrollado actividades en Guatemala y Estados Unidos. De todas las pandillas y cárteles violentos de México de hoy, los Zetas se han convertido de lejos en los más eficaces y peligrosos.” Pero porqué esto es así, el analista militar norteamericanos Hal Brands, explica que la derrota electoral del PRI en el año 2000, con la consiguiente pérdida de autoridad del Estado para regular la industria de los narcóticos, y arbitrar los conflictos entre los cárteles, dio lugar al desarrollo de una abierta y violenta lucha entre cárteles. “Desde fines de los 90 en adelante, México experimentó una escalada considerable de la violencia relacionada con las drogas. El cártel del Golfo, liderado por Osiel Cárdenas, trató de expandir sus operaciones al norte de México y abrirse paso hacia el estratégico puerto meridional de la ciudad de Acapulco, mientras que una confederación bajo el liderazgo del cártel de Sinaloa trató de desplazar a Cárdenas de su posición en el norte. [...] Para proteger este valioso territorio, Cárdenas decidió formar un grupo paramilitar de élite que pudiera proteger las operaciones del cártel del Golfo e intimidar o eliminar a sus rivales”. Los Zetas, como se conoció a este grupo, estaba formado originalmente por una treintena de desertores de los Grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales de elite del ejército mexicano (GAFE), los cuales habían sido capacitados ampliamente en contrainsurgencia por instructores franceses, israelíes y norteamericanos, en Fort Briggs, Estados Unidos. Los Zetas “son capaces de despliegues rápidos por tierra, mar y aire; de emboscar, realizar incursiones, organizar patrullas. Son francotiradores especializados. Pueden asaltar edificios y realizar operaciones aeromóviles y de búsqueda y rescate de rehenes, poseen armas de uso exclusivo de las fuerzas especiales del Ejército, que ninguna otra unidad militar posee, como pistolas HKP-7 y fusiles G-3, a los que se les incorporan lanzagranadas .203; poseen ametralladoras M-16 y 5-A calibre 5.56, usadas por primera vez por los Gafes en 1994 en Chiapas en contra del EZLN, y el fusil MG; cada uno de ellos lleva una mini-ametralladora SAW 5.5 con capacidad de 700 tiros, un fusil Rémington 700 para francotirador y una bazuca LAW sudafricana que usa tubo antitanque”, explica el periodista José Reyez
La aparición de los Zetas dentro del escenario de conflicto entre cárteles, a mediados de los 90's, trajo tres consecuencias significativas, en primer lugar, el inicio de una carrera armamentista en la que cada cártel busca tener mayor cantidad de armas y pertrechos (recordemos los “tanques” hechizos, y las poderosas armas que se han decomisado); en segundo lugar, la aparición de unidades irregulares para combate en escenarios rurales y urbanos, es decir, cada cártel ha formado sus propias “fuerzas especiales” para combatir a otros cárteles y defender sus territorios; y finalmente, dio lugar a una espiral imparable de guerra sucia, donde evidentemente, la parte más afectada ha sido la población civil. En este sentido, cabría mencionar, que la formación de “fuerzas especiales” y la instrucción en tácticas de guerra sucia, ha sido apoyada directamente por los Kaibiles, grupo de élite perteneciente al ejército guatemalteco, instruido en guerra contrainsurgente y que cometió horrendas masacres contra campesinos e indígenas durante la azonada guerrillera de los años 80's en Guatemala, mismas que hemos visto repetidas aquí. (pj. masacre de 73 migrantes en Sn. Fernando Tamaulipas.
- En 2000, con la llegada de Fox al gobierno mexicano, el ejército, bajo el supuesto argumento de distender la zona de conflicto con el EZLN, se replegó de una veintena de posiciones fijas que mantenía desde al menos 1998. Sin embargo, abrir esa zona de despeje militar era parte de una estrategia contrainsurgente que consistía en abrir un corredor para el trasiego de armas, drogas, autos y migrantes, desde Guatemala y hasta Tabasco, pasando por Palenque, para así dividir en dos el territorio zapatista, y crear espacios de supuesto conflicto intercomunitario. Esta corredor comercial quedó bajo control de Los Zetas, quienes pronto también extendieron sus operaciones a territorio guatemalteco, bajo la complacencia de los Estados Unidos y el apoyo de kaibiles, tanto desertores, como de oficiales en activo. Desde Guatemala, toda la costa del Golfo de México y hasta Tamaulipas, es territorio bajo control de los Zetas. Las masacres de migrantes que sacudieron México a inicios de 2011 debemos interpretarlas como parte una estrategia dictada por los Estados Unidos para impedir que migrantes centroamericanos, y de otros países, entren a ese país por la frontera mexicana. Lo cual, es consistente con la propia implementación, de leyes anti-inmigrantes, particularmente en estados como Arizona, Texas y Nuevo México, que son frontera con México.
- En narcomantas, colocadas por diversos cárteles de la droga, se ha acusado directamente a los gobiernos de Fox y Calderón, de apoyar al Cártel de Sinaloa, comandado por el exitoso narcoempresario Joaquín “el Chapo” Guzman, dichas mantas han sido firmadas por los Zetas. Esa protección al Chapo es francamente obvia, aunque no solamente es por parte del gobierno mexicano, sino también por parte de los Estados Unidos. No obstante, desde nuestro punto de vista los Zetas también están siendo apoyados por el gobierno gringo. Recientemente se difundió la noticia de que Al-Queda mantenía relaciones con Los Zetas, y que esa relación pondría en peligro la estabilidad social de México y de Estados Unidos. No obstante, nosotros pensamos que esa posible relación entre los Zetas y Al-Queda es real, aunque más bien sea indirecta, por la sencilla razón de que ambos sirven a un mismo amo, es decir, aceptando que un militar nunca va desconocer la superioridad de grado de otro militar, menos aun si este otro militar es quien lo entreno, lo cual es una condición básica para pertenecer al ejército (“no desobedecer las ordenes de un superior”), entonces, es claro que tanto los Zetas, como los Kaibiles, o Al-Queda (quien operó la rebelión contra Muamar Gadaffi en Libia), mantienen una relación de subordinación para con el Ejército de los Estados Unidos, puesto que son sus “creaciones”, sus “frankesteins”, sus mercenarios, sus brazos armados para operar subrepticiamente contra gobiernos y guerrillas. Para tener la efectividad que presumen necesiten apoyo logístico y material, ese apoyo, sin lugar a dudas, se los dan los gringos. Y no debe cabernos duda de esto porque hace apenas unos días el Departamento de Estado gringo acepto dos cuestiones de vital importancia, en primer lugar, que han lavado dinero para los cárteles desde 1984, y en segundo lugar, que han distribuido armas de alto poder entre los distintos cárteles de la droga, es decir, es claro que los Estados Unidos financian en México una guerra de nunca acabar, pues lo mismo dan dinero y armas a los cárteles para desarrollar sus actividades ilícitas, que también dan dinero y armas al gobierno mexicano para llevar adelante su guerra (Plan Merida). Y aun así, se atreven a pedir un plan contrainsurgente para profundizar la guerra en nuestro país, vaya cinismo. Pero ¿qué es lo que se proponen?
- La guerra entre cárteles se ha ido tornando cada vez más sucia, más sangrienta, más cruel. Diariamente desde hace 5 años aparecen decapitados, descuartizados, despellejados, y decenas de muertos en un solo lugar. Masacres que sólo habíamos visto como parte de tácticas contrainsurgentes hoy se utilizan a diestra y siniestra para asestar duros golpes en la moral de las organizaciones enemigas. El terror se ha expandido por amplios territorios del norte del país. Sin embargo, ningún cártel parece dispuesto a retroceder. Han perdido el honor, les ha dicho Javier Sicilia, y los narcos han respondido matando a activistas sociales. ¿Qué significa ésto? Primero, analicemos la cuestión de la violencia, y la estrategia de guerra calderonista.
De manera hasta cierto punto incongruente, aunque sin lugar a dudas errónea. El Estado mexicano dio a los cárteles el estatus de fuerzas beligerantes, les declaró la guerra. Su principal argumento, como hemos dicho atrás, es que el narco tenía bajo su control amplios territorios del país, y era impostergable que el Estado los recuperase. Bajo esta suposición, Calderón lanzó desde inicios de sexenio los llamados Operativos Conjuntos (que no son otra cosa que operativos contrainsurgentes de control de población, aunque no de lucha contra fuerzas irregulares): Operativo Conjunto Tamaulipas, Operativo Conjunto Chihuahua, Operativo Conjunto Michoacán, Operativo Conjunto Veracruz, Operativo Conjunto Tijuana, Operativo Conjunto Guerrero, Operativo Conjunto Triángulo Dorado, Operativo Conjunto Frontera Sur, son algunos de estos operativos que militarizan la ciudad y el campo, con la intención de inhibir “conductas delictivas”, pero lo cual sólo logran parcialmente, mientras las fuerzas federales ocupan la localidad, y a un plazo inmediato pues la economía capitalista que existe en el narcotráfico no hay manera de detenerla, como dicen muchos analistas, si no es también atacando la parte financiera del problema (confiscando las grandes cuentas millonarias de los narcoempresarios), lo cual no ha querido hacer el gobierno para no debilitar la macroeconomía del país.
Pero observemos más de cerca estos operativos; notemos entonces que son dos regiones del país las que se han visto violentadas por estos operativos: el norte y el sur. Como todos sabemos ha sido en el norte donde más cruentamente se ha expresado la violencia: Tamaulipas, Chihuahua, Durango, Sinaloa, Nuevo León son algunos estados donde la violencia se ha tornado cotidiana, permanente, sistemática, pero ¿por qué ha sido así.? La respuesta está en la historia, a saber: una de las razones fundamentales de por qué la Revolución Mexicana, o aun más, la Revolución de independencia, comenzó en el norte del país y no en el sur, es precisamente porque el norte se proletarizó más rápida y ampliamente que el sur. En el norte, desde el siglo XVI los indígenas (Seris, Mayos, Yaquis, “Chichimecas” y otros grupos étnicos) fueron combatidos a sangre y fuego tanto por la iglesia católica como por los sucesivos reinados coloniales. La intención era, a todas luces, eliminarlos -por rebeldes, bárbaros y paganos, y por supuesto, despojarlos de sus tierras.
El desprecio, la represión, el despojo y la explotación contra los indígenas del norte dio lugar a las empresas mineras, las grandes haciendas, a los latifundios y así sucesivamente hasta llegar a las fábricas maquiladoras que hoy en día explotan y matan a miles de personas, particularmente mujeres. Es decir, que la violencia de hoy se debe a la violencia de ayer: una violencia estructural, permanente, histórica y sistemática. Con lo cual no estamos diciendo que esa violencia no también haya estado presente en el sur, sino que por las condiciones culturales y factores políticos y religiosos, el sur, aunque cruelmente también explotado, reprimido, despojado y humillado, se ha caracterizado como una región donde el calendario sigue siendo marcado por un modo de producción y una concepción de vida completamente distinta a la del norte, donde los campesinos y los indígenas pasaron pronto a ser jornaleros (obreros del campo), con la consecuente adopción ideológica del capitalismo. Los “norteños” fueron los primeros en migrar a los Estados Unidos (años 40's). Poco después también lo hicieron los michoacanos, los veracruzanos, los guerrerenes, los poblanos que son gente del sur, indígenas, campesinos, que ante la adversidad (pobreza, marginación, falta de salud, educación, trabajo, apoyo al campo, etc. etc.) y la introyección del “sueño de vida americano”, decidieron migrar a los Estados Unidos con la intención de salir de pobres.
¿Y todo esto que tiene que ver con el narco? La respuesta es obvia. Trabajar para la empresa, o como narcoempresario poco a poco se fue convirtiendo -a partir de la década de los 70's, no en una opción más, sino en LA mejor opción para salir de pobres, pasar a ser jodidos (el jodido ha empobrecido culturalmente tanto como proporcionalmente se ha enriquecido materialmente. El pobre se mantiene pobre económicamente pero su riqueza cultural es amplia), y aspirar a ser algún día ricos. Es decir, que la opción del narcotráfico, para muchos pronto resultó una mejor opción que migrar porque allá en el gringo hay que trabajar dos turnos, hay que cuidarse de la migra, no se habla el español, hay que sufrir discriminación, malos tratos, etc., todo por unos pesos (dólares) más, pesos (dólares) que se triplican o cuadruplican si se trabaja para el narco, aunque esto signifique, dado el nivel de violencia actual de la guerra, que el vivir se vea reducido a unos pocos meses u años de vida, que la riqueza material no se utilice para fines liberadores y que espiritualmente, los que trabajan en este “empleo”, empobrezcan culturalmente al grado de convertirse en sicarios, asesinos mercenarios deshumanizados deshumanizantes. El “dinero fácil” como ideología extrema del capitalismo voraz. Ideología, que sin embargo y lamentablemente, ha sido adoptada como modo de vida por miles de jóvenes para los que las oportunidades de estudio y trabajo están completamente cerradas.
3.- La guerra contra los luchadores sociales
Tras cinco años de guerra los muertos se cuentan por miles, de igual manera que los desaparecidos, y los recluidos en las cárceles. Decenas de ellos han sido activistas y revolucionarios sociales. Nosotros, sin embargo, estamos parcialmente en contra en contra de hacer una diferenciación entre los “muertos” y los “muertos políticos”, los “presos” y los “presos políticos”, los “desaparecidos” y los “desaparecidos políticos”. Y es que debe quedarnos claro que la guerra es contra todo el pueblo trabajador, no solamente contra las organizaciones sociales, La guerra sucia es una estrategia de terror para inhibir una mayor movilización de quienes ya se encuentran organizados, y obligar a la total inacción de quienes no lo están. Por eso la guerra sucia es contrainsurgente, porque intenta prevenir y aplastar cualquier indicio de rebelión. Así que no caben diferenciaciones entre los que son luchadores sociales y los que no los somos. Más aun porque todos los activistas sociales asesinados, presos o desaparecidos mantenían una labor de defensa de los “derechos humanos” de la población en general, no nada más de gente ligada a la lucha social. Es el caso, por ejemplo, de los integrantes de la Familia Reyes Salazar, quienes desde hace varios años luchaban contra la militarización de Cd. Juárez, o de Norma Andrade, fundadora de Nuestras Hijas de Regreso a Casa, organización que promueve la defensa de los derechos de las mujeres y que exige el regreso a sus hogares de decenas de mujeres desaparecidas, así como el esclarecimiento de cientos de asesinatos crueles cometidos contra mujeres, la mayoría trabajadoras y jóvenes, a manos del narco, de políticos, de militares y policías, de gringos enfermos y demás lacra social. A este punto nos gustaría aclarar que el grupo al que nos referimos como luchadores sociales, es un grupo diverso, amplio, que no pertenece a una sola clase, ni se le identifica a una ideología especifica, sino que se definen por el proyecto de luchar por un cambio social, cualquiera que este sea. Dentro de este grupo existimos quienes nos dedicarnos al trabajo de realizar la Revolución Social, es decir, somos activistas y revolucionarios sociales. Proponer una revolución social desde la izquierda, abajo y a la izquierda, es lo que nos identifica, Decíamos pues que estábamos parcialmente en contra de la diferenciación entre los que son luchadores sociales y los que no lo son, y lo estamos, pero solo parcialmente, porque, particularmente, quién sino nosotros mismos, como activistas y revolucionarios sociales, será que nos tengamos que defender a nosotros mismos de las agresiones del Estado y el capital.
En lo que va de noviembre y diciembre han sido asesinados tres activistas, Don Nepomuceno, Don Trino y Carlos Cuevas. Dos ecologistas más están desaparecidos en Guerrero. En ese mismo estado, el pasado 12 de diciembre, la policía asesinó a balazos a tres estudiantes de la Normal de Ayotzinapa. A Norma Andrade la quisieron asesinar, igual que hicieron con Marisela Escobedo hace un año. La lista es larga y se va alargar más. Calderón se ha atrevido a decir que su gobierno no ha podido detener el asesinato de activistas. Definitivamente no lo ha hecho, pero ese propósito nunca ha estado dentro de su agenda. Y hay quienes dicen que estos últimos asesinatos y desapariciones marcan el regreso de la guerra sucia al país, pero nosotros decimos que eso es falso, que la guerra sucia nunca ha dejado de estar presente en México, muy por el contrario se ha institucionalizado al grado de que se ha convertido en forma de gobierno y de hacer política, así creemos haberlo demostrado en esta serie de artículos. No obstante, lo que si es cierto, es que que esta embestida contra activistas sociales es sólo un preámbulo de lo que nos espera para 2012, que como todos sabemos es un año electoral. 2012 será un año sangriento, de eso estamos seguros. Los últimos asesinatos y desapariciones, así nos lo anuncian.
El Subcomandante Marcos ha expresado en una última carta sobre ética y política que ante la guerra lo que procede es mantener y alimentar la resistencia. Coincidimos con el Subcomandante Marcos. Sin embargo, privilegiados son los que, ante el avasallamiento de la guerra, tienen una trinchera para resistir. Que no quiere decir que por ello se salvan de las balas, y ahí está Don Trino y los indígenas nahuas que resisten en Xacayalan para dar cuento de ello. O los mismos compañeros bases de apoyo zapatistas que durante todo el año han sido golpeados, robados, amenazados, encarcelados con la intención de quitarles las tierras que se recuperaron tras el alzamiento de 1994. Pero qué hay de los que no tenemos trinchera ¿acaso no es demasiado tarde para ponerse a rascarla? No lo es. Tiene razón el sub. Iniciar una resistencia implica insurreccionarse, resistir es también mantener viva la insurrección. Pero no por ello deja de ser claro que hay muchos miles que no tienen trinchera y eso lo comprobó el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD), pues con esos miles es que se nutrió. Gente que ha peregrinado con su dolor, que no sabe que hacer con él, que sigue buscando a los suyos, a sus desaparecidos, a sus muertos, y que una y otra vez es violentada prefiriendo ante ello huir de su casa, su colonia, su ciudad, su pueblo, su estado o incluso del país, antes que quedarse averiguar en que chigados va terminar esta situación de guerra, se ha sumado al movimiento encabezado por Sicilia. En él vieron una luz y una fuerza para salir a la calle a protestar. Para los tiempos de guerra que vivimos hoy esa luz y esa fuerza son invaluables.
Hoy sin embargo, cuando la coyuntura creada por el movimiento ha sido rebasada por la coyuntura en torno a las elecciones de 2012, y ante los últimos asesinatos y desapariciones, es importante hacer un alto para evaluar los aciertos y limitaciones del movimiento. Y fue un acierto haber tenido la fuerza de echar en cara al dictador que nos malgobierna todas las atrocidades que su guerra está provocando; igualmente fue un acierto haber logrado un mínimo pero muy reconfortante acompañamiento a las víctimas de la guerra (que era algo que se necesitaba, que ellas pedían a gritos, un “estamos contigo”, un “si nos tocan a uno nos tocan a todos”, un “no más sangre”); así como también fue un acierto haber tenido en determinado momento una amplia capacidad de convocatoria como para hacer sentir en todos los rincones de México que estamos “hasta la madre” de la guerra. Esos fueron buenos aciertos. No somos quién para señalar errores de un movimiento del que no participamos, ya antes en otro artículo nos hemos atrevido a hacerles algunas criticas, así que no señalaremos ninguno. Por el contrario queremos referirnos a una limitación, que es una limitación compartida por muchos movimientos sociales, a saber, la poca efectividad que tenemos para detener la guerra sucia.
Hay una formula de lucha que es mundialmente utilizada contra la guerra sucia -y lo decimos tras haber hecho una revisión de una gran cantidad de operaciones de guerra sucia, que sin embargo está a tal punto desgastada que incluso los mismos gobiernos la implementan contra sus oponentes. Esa formula es: denuncia, acompañamiento, lucha de masas. Señalaremos ahora tres casos conocidos -relacionados con el EPR- para ejemplificar lo anterior y un cuarto caso, donde esta formula es utilizada contra la insurgencia.
1.- Caso hnos. Cerezo. Tras el secuestro, tortura y encarcelamiento de los hnos. Cerezo (Alejandro, Antonio, Héctor) se formó el Comité Cerezo. Este comité, durante todo el tiempo que duró el encarcelamiento de los tres hermanos, mantuvo una política de denuncia, acompañamiento y lucha de masas para exigir la liberación de sus presos y de otros presos. La formula funcionó, no sin un reconocido esfuerzo. Alejandro, Antonio y Héctor salieron finalmente libres.
2.- Caso Loxicha. Tras la realización de varias acciones de hostigamiento y de propaganda armada en el estado de Oaxaca por parte del EPR, el ejército lanzó una dura operación contrainsurgente en la sierra sur de Oaxaca, particularmente en la región Loxicha. Hubo decenas de detenidos, desaparecidos y muertos. Todos indígenas y campesinos, ninguno de ellos, al parecer, perteneciente al EPR. Los familiares de los presos en conjunto con organizaciones solidarias comenzaron una campaña de denuncia y acompañamiento de los presos y perseguidos. Con la idea de avanzar en la lucha de masas para conseguir la libertad de sus presos, se instaló un plantón en el zócalo de la ciudad de Oaxaca, mismo que duró aproximadamente cuatro años en pide de lucha. El gobierno les abrió la puerta de la negociación, sin embargo, no consiguieron liberar a sus presos porque líderes corruptos y faltos de miras negociaron a las espaldas de los familiares y organizaciones que los apoyaban. A los familiares se les confinó a un albergue en el que hasta la fecha permanecen y que de un lado tiene por vecinos a los bomberos, y de otro lado a la policía municipal. Los llamados presos Loxicha siguen presos. La formula no funcionó, aunque pudo haber funcionado.
3.- Caso desaparición de Gabriel y Edmundo. Tras el movimiento de la APPO de 2006, mismo que fue de muchas maneras derrotado, aunque de otras muchas maneras también podríamos decir que resultó victorioso, fueron detenidos y desaparecidos dos militantes del EPR que habían estado participando activamente en el movimiento. Por medio de amplios comunicados el EPR dio a conocer la detención-desaparición de Gabriel Cruz y Edmundo Reyes. Sus respectivos familiares se organizaron en el Comité Hasta Encontrarlos. Distintas organizaciones sociales les brindaron el acompañamiento correspondiente. La lucha de masas también se hizo presente. Decenas de organizaciones demandaron la presentación con vida de los dos militantes del EPR. No hubo respuesta por parte del gobierno. A sabiendas de las limitaciones de esta formula el EPR decidió declarar una campaña de hostigamiento. Ductos de PEMEX fueron estallados en acciones coordinadas por distintos lugares del país. Es decir, el EPR decidió responder con guerra abierta a la guerra sucia con la que lo atacaba el Estado. En un momento particularmente tenso, el EPR viró su estrategia para convocar a la conformación de una Comisión de Mediación que exigiera civilmente al gobierno la presentación de sus dos militantes. Sin embargo, los buenos oficios de la Comisión de Mediación no fructificaron. Sus conclusiones fueron que efectivamente el gobierno había desaparecido a los dos militantes del EPR y que el Estado mexicano estaba haciendo uso, como antes lo había hecho, de la guerra sucia contra organizaciones sociales y particularmente contra organizaciones insurgentes. El gobierno respondió con evasivas y silencio. Fue entonces obvio que la desaparición de los dos militantes del EPR había sido parte de un operativo contrainsurgente, del que no había marcha atrás. La formula no funcionó, incluso a pesar de la creatividad que demostró el EPR para exigir la presentación con vida de sus militantes.
4.- Caso Santos. Las Farc-Ep mantienen en su poder a varias decenas de presos de guerra. El estado por su parte mantiene, no a decenas, sino a miles como presos de guerra. El gobierno se ha negado al intercambio humanitario de presos y muy por el contrario ha seguido profundizando su estrategia de guerra sucia. Las Farc-Ep han liberado unilateralmente a varios presos de guerra para presionar al gobierno a realizar dicho intercambio humanitario. El gobierno ha optado por realizar operativos de rescate. Hace apenas unos días, uno de tantos operativos localizó en la selva a 6 prisioneros que iban ha ser liberados por las Farc-Ep. Su localización se derivó de la obtención de información valiosa tras el asesinato del Comandante Alfonso Cano. Las Farc-EP, ante el descubrimiento del operativo montado para rescatar a los presos, determinó darles muerte a los presos. 5 murieron, uno más quedó herido, siendo este último rescatado por el ejército colombiano. Es en este momento que el gobierno colombiano retoma la formula antes mencionada: denuncia el ajusticiamiento de los presos, da acompañamiento a los familiares, y finalmente, el propio presidente Santos encabeza la marcha de protesta contra las Farc-Ep. En este caso, sin embargo, la utilización de esta formula va acompañada de más guerra sucia. Y según nos comentan compañeros desde Colombia, tampoco a Santos le ha funcionado esta formula. Aunque las Farc-Ep han anunciado que en próximos días liberaran unilateralmente a más prisioneros de guerra.
Sobre el punto anterior nos gustaría hacer algunas reflexiones. La pregunta es ¿puede la guerra sucia combatirse con guerra sucia? Y no es que estemos afirmando, sin conocimiento, que las Farc-Ep han combatido con guerra sucia a la oligarquía, como dice la propia oligarquía, pero en último de los casos no habría que negarlo, pues es una posibilidad que se ha explorado por muchos otros grupos en los más variados lugares, por ejemplo en Perú, en Irak, en Agfanistán, en la segunda guerra mundial, pj. en la batalla de Stalingrado, e incluso en los propios Estados Unidos, dado que el autoatentado de las torres gemelas fue un acto de guerra sucia en contra del resto de la humanidad, el inicio de una cuarta guerra (sucia) mundial. No obstante lo anterior, no hay indicios claros que el uso de guerra sucia para combatir la guerra sucia de un poder opresor pueda ser efectivo. El caso paradigmático al respecto, sería precisamente México en el momento actual. La oligarquía mexicana con apoyo del imperialismo gringo lleva adelante una guerra civil en nuestro país. Sectores de la población ligados al narcotráfico están siendo armados y financiados para crear un ambiente de violencia que apesta a guerra sucia (pj Loz Zetas y los Chapos por igual, que aunque parezca contradictorio, no lo es). Sectores de la población afines al gobierno y a la ultraderecha han respondido con la conformación de grupos paramilitares para hacer frente a la guerra sucia de los cárteles (pj la matanza de zetas en veracruz). De otro lado, las fuerzas militares y paramilitares del estado, dicen combatir a los cárteles, aunque solo lo hacen contra aquellos que se han rebelado contra los Zetas (pj. Los caballeros templarios), al tiempo que solapan las actividades delincuenciales de los cárteles más poderosos y supuestamente menos violentos, como el de Sinaloa. En otro frente abierto, las fuerzas militares y paramilitares combaten, también con guerra sucia a activistas y revolucionarios sociales. En este sentido, siendo la guerra sucia una espiral de violencia deshumanizante, combatirla con guerra sucia sólo ha alimentado el crecimiento de esa espiral, por eso que la guerra nos parece, a todos, incluso al gobierno, como imparable. México apesta a guerra sucia. Hay guerra sucia por todos lados, pero desde la izquierda entre la confusión y la coyuntura electoral no ha atinado a dar una respuesta a esa guerra sucia. A esa falta, nos referiremos más adelante.
La formula denuncia, acompañamiento, lucha de masas es una formula de lucha contra la guerra sucia que, dependiendo las circunstancias y las organizaciones que la lleven a cabo, puede funcionar, o no. El EPR intento un cambio de ruta interesante, por un lado, el hostigamiento militar y tras él, posteriormente, el dialogo con el gobierno. El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad siguió de cierta manera sus pasos y tras un periodo de acumulación de fuerzas se sentó a dialogar con el gobierno de Calderón. Lamentablemente, la ruta que siguieron ambas organizaciones no fructificó, al grado que incluso se ha dado esta embestida de fin de año contra los luchadores sociales. La formula denuncia-acompañamiento-lucha de masas es una formula necesaria aunque insuficiente, y es que sin denuncia, nadie defiende lo que no conoce; sin acompañamiento, el dolor se convierte en humillación; sin lucha de masas, no hay puntos de presión contra el poder. ¿pero cómo podemos darle mayor efectividad?. He ahí la pregunta. De nuestra parte, al inicio del texto ya hemos dicho que no tenemos una respuesta.
Consideraciones finales sobre el combate a la guerra sucia.
1.- La efectividad de la lucha contra la guerra sucia, puede depender, en determinado momento, del contrapoder que pueda oponerse a un poder opresor. La formula-proceso denuncia, acompañamiento, lucha de masas (e incluso, la realización de acciones de sabotaje) lleva la intención de conformar ese contrapoder. Ese es un camino conocido, la cuestión principal, sin embargo, radica en cómo hacer para obligar al Estado a que libere a los presos, a que presente a los desaparecidos, a que desmilitarice la ciudad y el campo. ¿cómo?
2.- El camino del dialogo, no es un camino descartable a priori, pese a que muchos no nos entusiasme seguirlo, dadas las múltiples experiencias de diálogos fallidos y traiciones. Sin embargo, aunque en determinado momento la opción del dialogo sea plausible, habría que definir para qué propósitos el dialogo es la mejor opción. Y el único propósito que consideramos podría ser válido es del coadyuvar en el proceso de acumulación de fuerzas y ningún otro (pues para haber llegado al dialogo ya se debió haber pasado por el proceso denuncia-acompañamiento-lucha de masas) porque definitivamente nada se puede esperar de los gobiernos y la clase política, que no sea hipocresía, necedad y traición.
3.- Profundizar la lucha de masas y/o la acción directa para agudizar la lucha de clases, es un punto central dentro de la teoría marxista e incluso en la teoría anarquista, y pretende sobre todo, crear las condiciones, objetivas y subjetivas, para avanzar en la toma del poder y/o la destrucción del sistema. Sin embargo, la lucha de clases no detiene la guerra sucia, por el contrario la agrava, pues el poder opresor echará mano de todas sus artimañas para derrotar la insurgencia. A contraparte, también habría que decir que los llamados a la paz, la honestidad, el amor, que hacen moderados, reformistas o ciudadanistas, son igualmente de inefectivos para detener la guerra sucia, y no puede ser de otra manera puesto que la clase en el poder es totalmente consciente de su interés por mantener la opresión y explotación sobre la sociedad entera.
4.- Nos parece, finalmente, que hay dos cuestiones, que no han querido ser abiertamente reconocidas, pero que es importante hacerlo al preguntamos cómo enfrentar con efectividad la guerra sucia. El primero es que la guerra sucia es actualmente una forma institucionalizada de hacer política. En todo el mundo los gobiernos aplican políticas de guerra sucia para luchar contra la subversión interna. No querer reconocer que la política de arriba, y en muchos casos, también la de a lado, es sucia, nos lleva a sentar nuestras esperanzas en una supuesta renovación moral de los “políticos” que es humanamente imposible, y que más temprano que tarde siempre nos lleva al desgaste, la división, y hasta a la cárcel y a la tumba. En segundo lugar hay reticencias a creer que efectivamente los Estados Unidos llevan una intervención militar en México, una campaña de desestabilización tal como lo está haciendo en Siria y en Libia. Es claro que los oligopolios mediáticos están ocultando esa guerra de la misma manera que tergiversan la que sucede en aquellos países. Es tal vez, la operación psicológica contrainsurgente más grande de los tiempos. Pero es real, hay una intervención militar yanqui en México. No es una conspiración, ni paranoia, es real puesto que no sólo está en curso en México sino en muchos lugares del mundo.
Aceptando que es necesaria la conformación de un contrapoder enorme para enfrentar la guerra sucia, queremos retomar ahora algunos apuntes que sobre física y violencia hemos hecho en otro lado y en otro momento. Dicen las leyes de la física que “el impulso está determinado por la fuerza del estímulo en una variación de tiempo cualquiera”. Para que la guerra sucia, con la que se nos combate, no haga variar nuestro impulso hacia la libertad, debemos construir organizaciones elásticas, es decir, organizaciones que pese a la colisión con las fuerzas de choque del capitalismo y del Estado, no suframos daños permanentes en nuestra capacidad de movimiento, léase, rebelión. Ejemplos de organizaciones elásticas se han hecho patentes por estos días en las luchas multitudinarias que se han dado en Egipto, en España, en Europa e incluso en Estados Unidos. Habría que hacer análisis particulares al respecto pero esa es la idea, porque la rebelión se ha mantenido. Dicen, no obstante, los físicos, que si el choque de fuerzas fuera interno (en un sólo país), éste beneficiaría, dando mayor impulso, a la organización que tuviera mayores fuerzas propias, pero cómo en el choque, invariablemente, participan fuerzas externas -léase, el imperialismo, entonces, aun cuando una de las fuerzas que participa en el choque fuera superior, la cantidad de movimiento se mantendría constante antes y después del choque porque "la duración del choque siempre es muy corta", es decir, la situación se agravaría pero nada cambiaría. Que es lo que ha pasado en Colombia, donde el Plan Colombia y el Plan Patriota han sido ineficaces para derrotar a las Farc-Ep y al ELN. Si la oligarquía colombiana no estuviera siendo respaldada tan ampliamente por Estados Unidos e Israel, hace 40 años que Colombia ya fuera una República Socialista. Las Farc-Ep y el ELN son grandes organizaciones insurrectas que han tenido la fuerza como para oponer una dura resistencia al momento del choque de fuerzas contra el Estado y el imperialismo. La cantidad de movimiento, de rebelión, que hay actualmente en Colombia ha podido así mantenerse constante durante muchos años, aunque es claro que la situación se ha agravado y particularmente las Farc-Ep han sido duramente golpeadas. En México, pareciera que actualmente no tenemos esa fuerza. Nos están arrollando.
Para traspasar la situación límite que vivimos es necesario un impulso, un amanecer, que logre detener la destrucción capitalista. El impulso, sin embargo, no depende solamente de la acumulación de fuerzas sino de que estas fuerzas tengan capacidad para mantener una presión constante y con posibilidad de aumento en un momento dado, lo cual sólo podremos lograr si otras fuerzas, éstas externas, también participan en el choque en un tiempo constante y con posibilidad de aumento, al grado suficiente, como para, entre todos, podamos definir la guerra a nuestro favor.
Un ejemplo de esta situación, que nos suena ideal, pero que no lo es, existe de manera incipiente en el ámbito anarquista insurreccional. Por estos días y desde hace mucho, continúa conformándose una Federación Anarquista Informal. Grupos anarquistas insurreccionalistas con presencia y accionar en los cinco continentes se han sumado a esta Federación Anarquista Informal para dar lugar a un Frente Revolucionario Internacional. Nos parece un acierto significativo que se estén conformando esta federación y este frente. Sería importante que otras organizaciones, tal vez incluso de orientación comunista o anarcocomunistas, desde sus propias organizaciones, pudieran también sumarse a este Frente Revolucionario Internacional. Es factible, habría que ver si también deseable o necesario. Nosotros creemos que es necesaria esa alianza estratégica.
Finalmente, ante la cuestión de por qué la guerra sucia nos está arrollando en México, habría muchas cosas que decir. Ya nos hemos extendido bastante en este último artículo y en general, se ha alargado esta serie de artículos dedicados a la guerras sucia, así que no abordaremos esa cuestión, sin embargo, hemos identificado un punto que nos parece central, a saber: nos están arrollando porque la guerra sucia ha creado un ambiente de terror que en México no habíamos vuelto a vivir desde hace muchos años y también porque la izquierda, abajo y a la izquierda, no tenemos un Programa Nacional de Lucha. Al filo del 2012 nos encontramos en un punto muerto, donde ninguno de los bandos va ganando la guerra (sucia), pero al mismo tiempo, estamos seguros que esa guerra (sucia) va escalar a niveles no vistos en los últimos 4 sexenios. De ahí que sea el momento oportuno para hacernos de un Programa Nacional de Lucha. Ese programa no va a parar la guerra sucia, pero es necesario e imprescindible para actuar como una sola fuerza en las que serán las batallas decisiva por la liberación de México y que van a darse en los siguientes años. Desde aquí queremos hacer un llamado a todas las fuerzas revolucionarias, de abajo y a la izquierda, y particularmente al EZLN, para que abramos espacios en los que podamos confluir para discutir y tomar acuerdos de un programa mínimo. Con ese programa bajo el brazo podremos hacer frente lo mismo a Peña Nieto, que al PAN, que a López Obrador; podremos seguir construyendo un movimiento revolucionario que resista las embestidas de los poderosos; podremos emprender campañas de solidaridad con otras luchas en el mundo; podremos sentar las bases de un nuevo país, de otro futuro.
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En el análisis de la guerra sucia hay mucha tela de donde cortar. Aquí hemos hecho una revisión rápida que no ha pretendido ser exhaustiva sino clarificadora. No ignoramos que han quedado cabos sueltos, los dejamos a la reflexión de nuestros lectores. La perspectiva no es alentadora, pero somos optimistas. Esperemos que este texto contribuya a la discusión sobre la situación que ahora enfrentamos, al interior de las organizaciones y que podamos proponer nuevas tácticas y estrategias para enfrentar la guerra sucia, desde lo civil y desde lo militar, como rebeldes e insurrectos.
Gracias.
Diciembre 2011
Primera parte: De la guerra sucia - I. Definiciones
Segunda parte: De la guerra sucia -II. Historias de guerra sucia
Tercera parte: De la guerra sucia -III. México: la institucionalización de la guerra sucia como forma de hacer política/a
Cuarta parte: De la guerra sucia -IV y último. México apesta a guerra sucia