Derrota del golpismo, profundización del diálogo político y dolarización
El 16N [fecha de la manifestación multitudinaria de 500 personas] fue sin duda una derrota, sobre todo simbólica y muy fuerte, para el liderazgo de Guaidó, quien queda maltrecho pese al control de daños que ayer iniciaron con posiciones de varios voceros, como por ejemplo Luis Vicente León. El gobierno, por su parte, ante una ultraderecha descolocada y sin rumbo, retoma la iniciativa anunciando avances en la Mesa de Diálogo instalada con factores minoritarios de la derecha.
Aunque aún estamos lejos de acuerdos concretos en las negociaciones sobre la conformación de un nuevo CNE, o para la habilitación de la Asamblea Nacional o para la definición de qué tipo de elecciones se darían en el 2020, es importante seguir trabajando ese discurso y esas acciones que aíslan más a la derecha extremista, contribuyen a asentar la relativa estabilidad política alcanzada hasta ahora y dan fuerza al chavismo más leal. Gracias a la voluntad de paz de la mayoría del pueblo venezolano y a los llamados de diálogo del gobierno se han alejado los escenarios violentos, se ha aislado a los sectores más radicales de la derecha. Que hoy el tema central del debate sea una salida pacífica, democrática y soberana al conflicto político es una victoria que debe seguirse profundizando.
Al golpismo proestadounidense, además, no le salió bien, en relación con Venezuela, el buscado efecto dominó del cruento golpe de Estado en Bolivia contra el legítimo presidente Evo Morales. Al contrario, la forma como se están dado los hechos en Bolivia, con una presidenta impuesta frontalmente por los militares, un despliegue de la más brutal represión y violación a los DDHH, persecución y cacería política, abierto racismo y venganzas fascistas, se ha convertido en la más absoluta antítesis de una transición política democrática como la que quisieron vender y hacer creer no solo a Venezuela sino al mundo entero. Por más que un manto de censura arrope y oculte los crímenes del gobierno de facto en Bolivia, la verdad a fin de cuentas va saliendo a flote y se va haciendo cada día más impresentable ese gobierno ilegítimo e ilegal.
En el campo económico el presidente Maduro, en una demostración de realismo político, aceptó el posicionamiento del dólar como medio de intercambio en el mercado nacional. Este fenómeno económico tiene varios factores que lo explican, entre ellos la hiperinflación, pero también es apalancado por el bloqueo comercial y financiero. Al margen del debate sobre la soberanía monetaria, que no es un tema menor, el uso del dólar viene a ser ciertamente, como lo afirmó el presidente, una válvula de escape a la economía del país, para sortear tanto la hiperinflación como las medidas coercitivas y unilaterales impuestas por EEUU.
Ahora bien, es sumamente preocupante que el fenómeno se venga dando como algo inercial, como un resultado exclusivo de la dinámica de las leyes del mercado, y no como parte de una estrategia, con objetivos claros por parte del gobierno, para incidir en el cuadro económico. Al ser así, corremos el riesgo de que esta dolarización inercial se haga irreversible e incontrolable. Una dolarización formal es imposible por el bloqueo, además de inviable para los objetivos de soberanía y liberación nacional que adelantó la revolución bolivariana. Pero peor aún es una dolarización sin control, sin marcos jurídicos. Esto sería el más puro laissez faire, laissez passer [dejar hacer, dejar pasar].
Por lo tanto, más que realismo político se requiere realismo revolucionario. Necesitamos un plan económico que ponga orden en todas estas dinámicas, con el énfasis puesto en la reafirmación de los objetivos transformadores del proceso. Se trata de que el Estado actúe con todos sus mecanismos legales y económicos para que esta dolarización inercial e impuesta por el bloqueo sea controlada y conducida a favor del país y del proyecto político de la revolución bolivariana. Para que este fenómeno no incida negativamente sobre las conquistas sociales de nuestro pueblo, para que no actúe negativamente acentuando las afectaciones que ya la crisis y el bloqueo han generado, para que se fortalezcan la transparencia y la confianza en el sistema económico del país. Es central, determinante, mantener el pilotaje por parte del Gobierno Nacional de los recursos y divisas, las capacidades y la orientación estratégica, y así poder avanzar en medio de un complejísimo contexto de estrangulamiento y bloqueo.
El actual cuadro de asedio económico por parte de EEUU obliga a la audacia, a la capacidad para abrirnos paso en medio de las dificultades, a la adopción de tácticas no ortodoxas. Eso es un hecho. Pero es un hecho también que el objetivo debe ser entender los fenómenos y saberlos maniobrar para que tributen finalmente al rumbo estratégico. Allí está la clave.