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Mundo, Mundo :: 07/09/2024

Dialéctica y planificación más allá de la "razón crítica"

Salvatore Bravo
El comunitarismo democrático como correctivo de los errores del comunismo real es una de las posibles plataformas para delinear la salida del totalitarismo liberal

La transformación radical de la política requiere la transición del período de deconstrucción crítica del sistema político-social a la praxis. En la fase madura los dos momentos están en fructífera tensión entre sí; la planificación sin teoría es sólo un "deseo de transformación" dispuesto a quedar enterrado por la ausencia de metas objetivas y de conciencia de clase. Debemos tomar nota de que en nuestro tiempo histórico nos encontramos todavía esencialmente en la fase negativa, es decir, en una fase puramente crítica que corre el riesgo de hundirse en el escepticismo.

Afortunadamente, la historia experimenta aceleraciones que escapan a cualquier analista; hay variables imprevistas y de rápido crecimiento que pueden favorecer acontecimientos inesperados. El espíritu de la época es la voluntad de la clase dominante que puede ser derrocada por una voluntad-racionalidad social más fuerte debido a la conciencia de planificación, por lo que cada contribución a la lucha dialéctica nunca se pierde, sino que es parte de los procesos de reapropiación común, de conciencia comunitaria y subjetiva que el sistema ha saqueado y alienado.

La fase negativa es la crítica social y la revelación de las contradicciones que aquejan a nuestro tiempo. La crítica social realizada en Internet y en la producción de libros ha logrado inocular la duda incluso en muchos de quienes se adaptan por oportunismo o impotencia.

En realidad, son muy pocos los que creen en "nuestros valores" que la corriente mayoritaria exalta, pues se constata que cada día son pisoteados y vilipendiados hasta el punto de convertirse en un eslogan publicitario sin repercusiones. La crítica, una fase negativa, está dando sus primeros resultados. El abstencionismo electoral es el síntoma claro de un éxodo aún no planificado de la mala política y la economía liberal criminal.

La producción de libros de texto que, finalmente, denuncian las mentiras y tragedias del sistema es hoy notable en cantidad y calidad. En Internet es posible encontrar material documental de diversas formas, capaz de "informar y formar" para una conciencia histórica más adecuada de nuestro tiempo con sus "emergencias ideológicas". La fase negativa parece robusta y sólida, aunque tiene que afrontar su límite constitutivo: corre el riesgo de encerrarse en nichos. Se trata de nichos cada vez más amplios, pero el riesgo de "hablar entre nosotros" es real, a pesar de que la forma de nicho se está transformando en oposición popular; poco a poco se está expandiendo por todo el territorio.

La experiencia fallida del Movimiento Cinco Estrellas es la señal de una oposición ampliada y variada que quisiera arraigarse en el territorio y transformarse en práctica de planificación; una Italia soberana y popular boicoteada por los medios de comunicación es también una posibilidad de planificación que busca responder a las tragedias éticas de nuestro tiempo. Las escandalosas desigualdades y el verdadero ateísmo resultantes son el "mal social y político" que debe ser superado. La crítica, por tanto, no puede ser suficiente, la fase negativa es esencial para la dialéctica del diseño, pero es sólo el inicio de la acción. Lo negativo debe orientarse hacia la fase positiva. La transición requiere emanciparse de los grandes intelectuales pesimistas.

Di adiós a los pesimistas

Los grandes críticos de la contemporaneidad que decretan la insuperabilidad de nuestro tiempo son figuras muy fieles al sistema, enseñan la ortopedia del escepticismo y plantean ante los subordinados y los infelices que sienten en sus carnes los mordiscos del sistema la ley de la fatalidad ante la cual dobla la espalda y soporta lo insoportable. El punto de cruce es la praxis, sin un fundamento metafísico adecuado de la verdad nada es posible. La práctica y el fundamento metafísico de la verdad son inseparables. La verdad permite el paso hacia la fase positiva.

La conciencia de que la humanidad plantea la historia y la significa, y por tanto puede pensar en su propia condición, es la condición verdadera para trascender la fatalidad de la naturalización del presente. La planificación debe ser capaz de resistir el impacto de la indiferencia de las nuevas generaciones. Estos últimos han naturalizado su bienestar, no perciben la violencia del sistema y el futuro que les espera y están unidos al sistema mediante la pedagogía del individualismo competitivo. El gran desafío es identificar los canales de comunicación para convertirlos en sujetos políticos. Quizás sólo una fuerte planificación pueda sacarlos del letargo ideológico. La acción por la acción sin la conciencia clara y lúcida de que el nuevo tiempo está en la historia y sólo la humanidad puede planificarlo, sólo puede ser un fracaso.

Debemos superar la división entre quienes se limitan a la crítica social y quienes afirman la única prioridad de la acción. La concreción metafísica debe desterrar la abstracción del nihilismo crematístico que, con su fragmentación de la realidad histórica, la vuelve irracional y mortalmente fatal. La fase positiva requiere definir el proyecto en relación con el fundamento veraz, es la construcción de metas objetivas y compartidas y la superación del subjetivismo nihilista y liberal. Por lo tanto, debemos iniciar esta nueva fase de manera sólida.

Es la fase más difícil y llena de obstáculos, ya que implica desarrollar "lo nuevo", formar una nueva clase dirigente y al mismo tiempo identificar puntos de acuerdo programático entre las diferentes almas dialécticas. El punto fijo común es el adiós a la experiencia del comunismo real; el pasado nunca volverá, por eso hay que repensar la experiencia comunista para no caer en los mismos errores. Es necesario preservar el verdadero comunismo para poder pensar en lo nuevo. Repensar la experiencia comunista es un proceso dialéctico para llegar a un nuevo proyecto comunista.

Trampas ideológicas

El comunitarismo democrático como correctivo de los errores del comunismo real es una de las posibles plataformas filosóficas políticas en las que reunirse para delinear la salida del totalitarismo liberal. Debemos planificarnos para recuperar el futuro, para ello es necesario no caer en las trampas ideológicas del liberalismo.

El escepticismo y el pesimismo paralizantes pueden ser tan letales como el posmodernismo, que ha borrado la dimensión del futuro. La hipertrofia de la fase negativa corre el riesgo de ser cómplice secreta de la consolidación del capitalismo, sólo la crítica que desfataliza y fundamenta la planificación en fundamentos metafísicos puede salir de la degradación antropológica y social del capitalismo. La historia es Wirklichkeit y conciencia histórica que transforma y abre nuevos horizontes. El espíritu de la historia es praxis, si se piensa en la planificación en su inmanencia. La simple crítica corre el riesgo de congelar la historia en un presente eterno a la sombra de la desesperación. La humanidad hace la historia, pero para planificarla debe estar motivada por la confianza en el futuro, esa confianza no cae del cielo, no es fruto necesario de la historia, sino que es teoría-práctica.

Sin ideas fuertes, la acción es tan ciega como el topo de la historia; la confianza en la práctica está en la mirada de quien escudriña el mañana y lo piensa en la acción del presente. El pesimismo fatalista es el efecto de la hipercrítica sin perspectivas, y es el medio por el cual el capitalismo enfría la corriente caliente de la historia y lleva a los subalternos a abrirse paso a codazos hacia el abismo.

El umbral del paso hacia el futuro reside en que la humanidad sea consciente de las contradicciones que la cosifican.

La metafísica exige la superación de tendencias subjetivistas y narcisistas que han fragmentado la oposición al capital hasta el punto de volverla intercambiable. La planificación y la lucha comunistas presuponen el surgimiento de la comunidad como un sujeto político fuerte; el comunismo es participación, es humanismo en movimiento no con una sola voz, ya que la radicalidad del comunismo no puede admitir formas de liderazgo, sino que debe transformar la democracia popular en realidad desde sus inicios y no puede quedarse estancada en el economicismo y la satisfacción únicamente de los bienes primarios. El error del comunismo real fue que apuntaba sólo a su satisfacción, por lo que fue un perdedor en la competencia con el liberalismo.

El comunismo de calidad con participación en el proyecto comunitario demuestra la inhumanidad del capitalismo y, sobre todo, promueve la conciencia pública de que el ser humano es logos, es participación racional en la vida comunitaria que sólo puede ser una participación activa. Para pasar de la crítica al proyecto debemos lidiar con el pesimismo crítico de nuestro tiempo y para ello debemos "escucharnos" fuertemente para no caer en las trampas del capital. Las palabras de Gramsci nos recuerdan que la historia puede cambiar de rumbo, pero sin voluntad de avanzar nada es posible, voluntad no es fuerza muscular, es capacidad analítica y fuerza ideal:

“Tu carta y lo que me escribes sobre Nannaro me interesaron mucho, pero también me asombraron. Ustedes dos lucharon en la guerra: especialmente Nannaro luchó en condiciones excepcionales, como minero, bajo tierra, sintiendo a través del diafragma que separaba su túnel del túnel austríaco el trabajo del enemigo para acelerar la explosión de su propia mina y enviarla a el aire. Me parece que en tales condiciones, prolongadas durante años, con tales experiencias psicológicas, el hombre debería haber alcanzado el máximo grado de serenidad estoica, y haber adquirido una convicción tan profunda de que el hombre tiene en sí mismo la fuente de sus propias fuerzas morales, que todo depende de él, de su energía, de su voluntad, de la férrea coherencia de los fines que propone y de los medios que utiliza para realizarlos: no volver a desesperarse y no caer más en esos estados de ánimo vulgares y banales que son. llamado pesimismo y optimismo. Mi estado de ánimo sintetiza estos dos sentimientos y los supera: soy pesimista con inteligencia, pero optimista con voluntad.
Pienso, en cualquier circunstancia, en el peor de los casos, para poner en marcha todas las reservas de voluntad y poder superar el obstáculo. Nunca me he hecho ilusiones y nunca me he desilusionado. Sobre todo, siempre me he armado de una paciencia ilimitada, no pasiva, inerte, sino animada por la perseverancia”. (Antonio Gramsci, carta a Carlo Gramsci, 19 de diciembre de 1929.)

La tarea es ardua; todos pueden contribuir al punto de inflexión, es la acción coordinada la que puede conducir al proyecto, todos están llamados a participar según sus capacidades, su conciencia y su disponibilidad; es la totalidad concreta la que determina la praxis; en la totalidad concreta está cada persona que persigue el bien colectivo, cada aporte es fundamental para escapar de la deshumanización del mundo en forma de capitalismo.

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Traducido para La Haine por damoncada.

* Salvatore Bravo es profesor de Filosofía, destacado comunista comunitarista, figura al lado de otros seguidores de Gramsci como C.Formenti, A. Zhok, C. X. Blanco, D. Fusaro o D. Collin.

https://www.sinistrainrete.info/articoli-brevi/28780-salvatore-bravo-dialettica-e-progettualita-oltre-la-sola-ragion-critica.html

 

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