Edmundo González y la abuela de Caperucita Roja
Según relata este cuento infantil, Caperucita desconfió de quien estaba acostado en la cama y utilizaba las ropas de su abuela. Y entonces le empezó preguntar: ¿Abuelita, porqué tenés ojos tan grandes?.
Con Edmundo González es más difícil desconfiar, porque gracias a los milagros que crean los medios, el maquillaje y la desmemoria, cualquiera puede creerse que se trata de un abuelito bueno.
Edmundo González fue primer secretario de la embajada venezolana en El Salvador entre 1980 y 1983. Quien encabezaba esa representación era Leopoldo Castillo, conocido como “el matacuras”. Este apodo se lo ganó el embajador por estar comprometido en la Operación Centauro, donde escuadrones de la muerte asesinaron a monseñor Oscar Romero, a cuatro monjas norteamericanas y a cinco jesuitas españoles, profesores de universidad. Por aquellos años la embajada de Venezuela actuó como una base de la CIA.
Esta no es una afirmación sin respaldo. Documentos desclasificados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en 2009 aseguran que Edmundo González Urrutia junto a Leopoldo Castillo, “coordinaron, financiaron y dieron la orden para la ejecución de la operación Centauro, que consistió en acciones violentas del ejército salvadoreño y los escuadrones de la muerte para eliminar físicamente a las comunidades religiosas”.
Edmundo González ingresó en 1976 en la embajada venezolana en EEUU y según publica el portal Fuser News fue reclutado por la CIA.
El periódico “El Libertador”, de Honduras, publicó una entrevista al sacerdote colombiano Ramiro Arango Escobar, quien acusa a González de haber participado en el asesinato de cinco jesuitas, cuando fungía como primer Secretario de la embajada en el Salvador.
Nidia Diaz, una militante del FMLN, y firmante de los acuerdo de Paz en el Salvador, publicó un artículo en Resumen Latinoamericano el 27 de julio de 2024 donde señala que “La misión del embajador Castillo y de Edmundo González fue ser agente de muerte … En los años que la embajada estuvo a cargo de Castillo y González, el ejército y los escuadrones dejaron un saldo de 13.194 civiles asesinados, entre ellos San Oscar Arnulfo Romero, cuatro monjas Maryknoll, y los sacerdotes Rafael Palacios, Alirio Macias, Francisco Cosme, Jesús Cáceres y Manuel Reyes”.
Otros testimonios y noticias periodísticas vinculan al ex candidato a Presidente de Venezuela, con masacres en El Salvador.
“En cuanto a las cuatro monjas de la congregación religiosa Maryknoll, se encontraron evidencias ciertas de primera mano que revelan que las misioneras norteamericanas fueron salvajemente violadas y masacradas por órdenes del gobierno salvadoreño en combinación con al staff diplomático de la embajada de Venezuela donde laboraba el 'peón de los EEUU', Edmundo González Urrutia” (El Nacional, 27-7-81. Inter Press Service).
Los hechos son incontrastables. Edmundo González tenía altas responsabilidades en la embajada, cuando se produjeron numerosas violaciones a los DDHH y no puede alegar que no estaba enterado.
González, que asegura haber ganado las elecciones en Venezuela a pesar del fallo de los poderes constitucionales de ese país, ha iniciado una gira por países amigos de EEUU, y ahora le tocó a Argentina. En su país lo esperan con una orden de captura.
En un mundo donde no falta información, no faltan los gobiernos que, con gusto, reconocerían a Gonzalez Urrutia, pero su prontuario criminal los desanima.
Ignoro si el presidente argentino conoce los antecedentes de González, o se creyó el cuento de que era un “abuelito bueno”. Lo seguro es que con una cancillería que va de bochorno en bochorno, el presidente Milei, intentándo presentarse como “defensor de la democracia y los DDHH en Venezuela”, volvió a meter la pata.
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