El 16%
Si la literatura puede dar a ratos, sociología instantánea, hoy, ante el vacío que en los últimos años han dejado los sociólogos en la investigación de campo (aquellos que hace años pateaban los cerros y los barios y hacían preguntas y correlacionaban hechos económicos con ideas y percepciones de primera mano), no me queda otra que sacar recursos literarios para tratar de ver qué hay detrás del 16 por ciento.
Tendría que empezar por decir que el 16 por ciento es un vil número (bastante variable) con lo que varias encuestas califican a los “No sabe-No contesta-No ha decidido-‘Le vale wilson’”. Puede bajar a 14 o subir a 20, pero registra un potencial electorado, y a veces dicen que posiblemente forma parte importante de la futura abstención. Las encuestas se reproducen día a día, muestran claramente que Claudia va a arrasar a la pobre Xóchitl, pero los sociólogos están de vacaciones.
¿Quiénes son estos encuestados? Ideológica y socialmente. ¿Cómo llegaron políticamente a la tierra de nadie? Y más dudas: Andrés Manuel tiene una cifra que lo coloca en 70 por ciento de aceptación y simpatía, pero Claudia se mueve alrededor de 63-65 y Clara Brugada en el DF no llega a 60. ¿Quiénes son esos obradoristas que no transfieren su aprecio al Presidente y sus políticas a las futuras victoriosas candidatas de Morena?
Le doy una volteada al asunto: las mencionadas y habituales encuestas dan a la candidatura del PRIAN en el más favorecido de los casos 25 por ciento. He observado, preguntado, conversado, discutido, en el largo trajinar de estos meses en ferias del libro, giras, presentaciones, acciones de libros para la banda, tendidos, conferencias, ¿quiénes son? Mis fuentes informativas suelen ser indirectas (me la paso preguntando cómo va a votar tu cuñado, tu prima) y excesivamente anecdóticas, pero aun así ofrecen un claro panorama:
1) Por la derecha van a votar los oligarcas, partidarios de un capitalismo salvaje, sin cortapisas, y sin duda nostálgicos de un pasado donde la corrupción asociada al neoliberalismo propiciaba los tremendos negocios. ¿Cuántos son? ¿Qué dice el Inegi del número de ricos hasta el escándalo que hay en el país? Sin duda definen políticamente a sus peldaños inferiores, los casi ricos, gerentes, subgerentes, directores generales y demás runfla de carga-portafolios del gran poder económico, incluso arrastrarán a sus choferes, mayordomos y una parte del empresariado (no todos, desde luego, porque he visto y conocido empresarios nacionalistas a los que la actual economía les resulta satisfactoria) que pensaron que el pasado era mejor porque anunciaba el futuro.
2) Están los que hicieron la carrera política (priístas, panistas, perredistas) y fueron de funcionarios a millonarios amasando enormes fortunas: ex presidentes, ministros, gobernadores, directores generales, funcionaros mayores, y sus socios menores que hicieron en el pasado de la corrupción una costumbre y un hábito. ¿Son muchos? Probablemente no, pero tienen a la disposición el dinero fraudulentamente amasado y como base social la burocracia de sus partidos y los viejos operadores de los fraudes electorales.
3) Está el viejo clero católico y su área de influencia, que ejercen un discurso anticomunista al estilo de la guerra fría de los años 50. Un sector que alimenta sus odios del quieren ser como Venezuela y Cuba lleva sus contradicciones frontales al derecho a decidir de las mujeres y los derechos de las minorías sexuales y acaban peleados hasta con el propio Papa. No se me olvida la cinta que me enviaron donde se reproduce un discurso desde el púlpito en día electoral y un sacerdote en los altos de Jalisco advirtió a los feligreses que no fueran a votar por Andrés porque les iba a quitar sus juguetes a los niños pobres.
4) Están los envenenadores y los envenenados, los que repiten lo que dijo la tele o la radio privadas a través de sus chayoteros siguiendo una larga tradición nacional. “Lo dijo la tele”. Estas verdades que se sustentan en visiones acríticas donde la reiteración goebbelsiana sustituye a los argumentos y crean pensamiento enclaustrado.
5) Está una importante base social de la baja burocracia, tanto nacional como estatal, como municipal y no excluye a una parte de los empleados públicos incluso en gobiernos de Morena. Son los que gozaban de horas extras fantasmales, los que negociaban vales de gasolina, los que manejaban un reloj checador chueco, los que extorsionaban a vendedores ambulantes, los que se robaban el papel de baño de las oficinas. Se encuentran agraviados o en camino de estarlo y van a votar contra la 4T.
6) Está una pequeña parte del pueblo llano, el voto canalla del agravio comparativo, que se expresa en frases como: por qué una madre soltera cobra beca y ella no, por qué asfaltaron la colonia de enfrente y no la suya, por qué otros recibieron apoyos sociales y ellos no. Es un voto basado en el egoísmo pequeño de la mentalidad individualista, fortalecido por años de mezquindad.
Estos sectores combinados y sumados (se alimentan entre sí), van a ser en términos generales inconquistables. Hay demasiada rabia, odio, alimentados de fake news que confirman lo que quieren confirmar, sea falso o no, sea totalmente absurdo o no. Y no se van a poder modificar sus juicios anti-4T, por más que las cifras de la economía, o el sentido común de sus vecinos los contradigan.
Si esto es cierto, la posibilidad real de alcanzar cifras de 70 por ciento o rebasarlo, en la búsqueda de una victoria que nos permita contar con mayorías en las cámaras que hagan más fácil el futuro proyecto presidencial, se deposita en ganar la mayor parte de ese mítico 16 por ciento de indecisos y por más que trato de imaginarlos, escuchar sus argumentos, adivinar sus dudas (y a veces lo logro) no se me ocurre más que una línea de acción, ponerlos al frente de lo que es el corazón y la clave de las futuras elecciones: la confrontación entre los primeros años de la 4T y el pasado prianista .
La 4T, a pesar de sus debilidades, la debilidad del elefante reumático del Estado heredado, ha ofrecido estabilidad económica, ni devaluaciones desastrosas, ni errores de diciembre, ni gasolinazos, ni ventas escandalosas de bienes nacionales. La 4T ha enfrentado a la corrupción y donde quiera que ha aparecido en su filas, actuó contra ella, a diferencia de un pasado donde el aparato estatal era esencialmente un negocio que involucraba a presidentes, ministros, gobernadores, presidentes municipales que al grito de uca uca, el que se lo encuentre se lo emboruca, ordeñaron ilegalmente a este país como si fuera una vaca podrida.
La 4T ha intentado, a veces con desigual fortuna, llevar la democracia a los procesos electorales, limitando los gastos absurdos y corruptos en las campañas, el acareo, la compra de votos, las urnas prerrellenas, los carruseles, los muertos que mágicamente votaban. Ha logrado que el oscuro pasado no secuestre los procesos sagrado de elección.
La 4T ha logrado eliminar las represiones criminales a la protesta social, que dejaron el país repleto de muertos, heridos, desaparecidos y encarcelados.
Podrán hoy nuestros críticos sumar argumentos más o menos puntuales sobre nuestras debilidades y errores, pero no podrán negar estas verdades que estarán en juego en la próxima elección.
Este 16-20 por ciento es el territorio clave de la futura campaña de Claudia y Morena. No se trata de convencerlos de que nos quieran. Se trata de ponerlos ante la disyuntiva del pasado reciente contra la historia del desastre conservador. Quizá disminuirlo parcialmente haga la diferencia entre la futura victoria y una victoria con amplias mayorías en los gobiernos estatales, la Cámara de Diputados y el Senado.
CALPU