¿El ataque yemení a Tel Aviv acelerará el cese de la agresión en Gaza?

Lo que el dron yemení “Yafa” llevó a cabo en la madrugada del viernes 19 de julio, al golpear el corazón del ente israelí en Tel Aviv y sembrar el terror en los sionistas tanto líderes como colonos, es realmente un nuevo “7 de octubre”.

Este evento está trastocando las estrategias de la guerra y podría acelerar el cese de la agresión sionista contra la asediada Franja de Gaza, dejando al premier israelí Benjamín Netanyahu sin palabras y en un estado perpetuo de asfixia.

Casi todos los expertos militares están de acuerdo en que el ataque de las Fuerzas Armadas yemeníes, al golpear el corazón de Tel Aviv con un avión no tripulado, es una de las operaciones más peligrosas que ha enfrentado el ente desde el pasado 7 de octubre. Aunque el ataque resultó en la muerte de al menos una persona y lesiones en varios otras, reveló la existencia de grandes capacidades que poseen las facciones de la Resistencia, las cuales aún no han sido completamente utilizadas.

Además, puso de manifiesto las limitaciones del sistema de defensa aérea de múltiples capas del ente, que anteriormente proporcionaba a los colonos una sensación de seguridad que ahora ha desaparecido. Esto expone completamente a Israel, sin privilegios diferenciados entre Tel Aviv y los asentamientos ilegales en el perímetro de Gaza o el norte de Palestina ocupada.

El dron “Yafa” ha invalidado la teoría de disuasión de Israel, una teoría que previamente el Movimiento de la Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá) ya había desafiado con éxito. Esto coloca al régimen sionista en un enfrentamiento con un eje que posee capacidades que Israel y sus aliados no habían anticipado.

Mientras que “Yafa” pudo recorrer más de 2000 kilómetros en 9 horas sin ser detectado por los radares estadounidenses, británicos e israelíes, los expertos militares israelíes aún consideran que este dron no es más que una versión de “Samad 3”. Sin embargo, es bien conocido que el alcance máximo de “Samad 3” es de 1700 kilómetros.

Este aparato teledirigido yemení ha puesto a Israel en una situación comprometida, cuyos líderes para mantener lo que queda de su reputación, han comenzado a amenazar con una respuesta directa al golpe yemení y han decidido no dejar la situación en manos de los estadounidenses.

No obstante, las autoridades israelíes parecen olvidar que Yemen ha estado sufriendo una agresión total desde hace más de siete años, y ha sido objeto de bombardeos continuos de EEUU y el Reino Unido. A pesar de todo eso, estos ataques brutales no han logrado detener el apoyo yemení a los habitantes de Gaza. Entonces, ¿qué más puede agregar Israel a la presión que ya ejercen sus amos occidentales sobre los yemeníes?

El dilema actual del régimen israelí, después del ataque con dron yemení, radica en la escasez de opciones viables para responder a esta operación. Existe el temor de que una respuesta directa pueda incitar a los yemeníes a intensificar sus ataques, además de encender otras fronteras, especialmente con Hezbolá y la Resistencia iraquí. En este contexto, Israel no tiene la capacidad de librar guerras en múltiples frentes, y si no responde adecuadamente, podría exponer su debilidad y volverse vulnerable a más ataques.

Por lo expuesto, el régimen israelí no tiene otra opción más que detener su agresión contra Gaza. Israel ha agotado todo el arsenal de armas proporcionado por Occidente y ha gastado todas sus reservas financieras, sin lograr ninguno de los objetivos de su campaña agresiva contra la sitiada franja. En consecuencia, ahora, el corazón de los territorios ocupados está amenazado y carece de la capacidad para enfrentar esta amenaza.

Este escenario está incrementando la presión sobre Netanyahu y su gabinete para que detengan su brutal agresión contra Gaza y acepten un acuerdo con la Resistencia palestina. Netanyahu y sus aliados se ven ahora obligados a bajar del árbol en el que se encaramaron con la incitación estadounidense, pensando que el eje de la Resistencia dejaría a Gaza sola, lo cual nunca sucederá.