El enviado de Trump se equivocó de país
Tenía que ser "Clarín", el diario cómplice de la dictadura del 76 y eterno desestabilizador de cualquier gobierno soberano, el que diera la noticia sobre la "indignación" del funcionario estadounidense Mauricio Claver-Carone por la presencia del ministro de Comunicación de la República Bolivariana de Venezuela, Jorge Rodríguez y del ex presidente de la Revolución Ciudadana de Ecuador, Rafael Correa.
Ambos habían sido invitados por el nuevo presidente Alberto Fernández para que participaran en la asunción del mando, y esto enervó al enviado de Trump, el prepotente Claver-Carone, que seguramente creyó que estaba arribando a una de las tantas colonias o gobiernos sumisos (como los del Grupo de Lima) que aún le rinden pleitecía al imperio. Pero no, Argentina no es eso mister Trump, para desahogo y dicha de nuestro pueblo ya no gobierna su subdito Mauricio Macri. Por eso, su actitud despreciativa está de más e hizo bien en irse anticipadamente, porque como siempre dicen los bolivarianos de esa Venezuela que usted desearía invadir, y nosotros ahora repetimos: "este país se respeta".
Pero veamos quién es este personaje que se llevó por delante el protocolo diplomático con su actitud más que desubicada. Se trata de un cubano-norteamericano, acérrimo defensor del bloqueo a Cuba. Tanto, que fue uno de los que no dudó en demostrar su desprecio a la actitud un poco más flexible que había encarado en su momento el gobierno de Barak Obama.
Abogado de profesión, nacido en Miami y estrechamente ligado a la "gusanera" anti cubana, Claver-Carone ejerció el titulo defendiendo los intereses de multinacionales (como no podía ser de otra manera). Además de haber sido Director Ejecutivo "interino" de EE.UU. ante el Fondo Monetario Internacional. Actualmente es Director de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional de EEUU [que es una dependencia de la Casa Blanca; sería un puesto equivalente al de subdirector, tercer o cuarto nivel de un ministerio].
Siempre ha sido tan extremista en manifestar su odio al gobierno revolucionario cubano, que en declaraciones a la prensa miamense llegó a decir que "por fin el dictador sangriento ha dejado este mundo", cuando ese gran humanista y rebelde por antonomasia que fue el comandante Fidel Castro falleciera. También fue director ejecutivo del comité de acción política US-Cuba Democracy PAC, un lobbie ultraderechista que relevó en Washington a la Fundación Nacional Cubano Americana y se opuso a leyes que pudieran "financiar la maquinaria represiva" de lo que él denomina "dictadura cubana".
Por todos estos antecedentes es lógico que el provocador enviado de Trump quisiera irse rápido, ya que no podía soportar compartir el mismo espacio con dos patriotas como Rodríguez y Correa, ya que pudiera correr peligro de "contaminarse" de un izquierdismo que horroriza a sus jefes estadounidenses.
Al huir, rabioso y consternado, Claver-Carone suspendió el encuentro que tenía pautado con el canciller Felipe Solá, creyendo que con ese portazo podía asustar al nuevo gobierno. Pero no fue la única huella que dejó con su partida ya que previamente había metido sus narices en donde no debía, al entrevistarse con una enviada del autoproclamado Juan Guaidó que quiso y no pudo ser su "embajadora" en Argentina.
Hay que recordar que la administración que reside en Washington había manifestado serio disgusto por el comportamiento solidario de Alberto Fernández con el presidente boliviano Evo Morales cuando le ayudó a salir de su país para evitar que el fascismo (ahora en el gobierno de facto) intentara asesinarlo. Eso tampoco estaba "pautado" en la agenda Trump, que previamente había pronosticado "buenas relaciones" con el nuevo gobierno argentino, pero su soberbia y actitud injerencista fue más fuerte que cualquier intento de "seducción" o "cooptación".
Ahora, que Claver-Carone pateó el tablero tras previa consulta con el multimillonario supremacista, ambos quisieron demostrar que se sienten ofendidos, porque lo que creían que era una republiqueta bananera, se convirtió a sus ojos, de buenas a primeras en una República que no está dispuesta a que le impongan vasallaje.
Jorge Rodríguez junto a Alberto Fernández y Felipe Solá
Rafael Correa, otro de los cuestionados por el enviado de Trump
Resumen Latinoamericano