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El fascismo cubano llama, peyorativamente, acto de repudio que la clase obrera repudie la burguesía
Le vimos hace meses, en una “performance”, celebrada en la Décima Bienal de La Habana, delante de un micrófono, dando alaridos y vivas a la libertad de la burguesía…
Le vimos, insolente y soberbio, enfrentándose a una empleada de hotel, exigiendo conectarse a Internet, porque él sí puede pagar (el bloqueo propicia un corto ancho de banda que encarece el uso de la Red a los cubanos, en consecuencia optimizan su uso social), gracias al dinero sucio que recibe…
Le vimos creyéndose importante, porque una hembra decimonónica le instó a responder por ella lo que consideró descalificaciones de Fidel y, como una mujer sumisa del Medievo, cedió el testigo a su macho “por ser cosas de hombres"…
Le vimos simulando preocupación, solícito con aquella que le procura el confort, porque, según contaron, había sido golpeada aunque después se demostró (tres médicos y un corresponsal extranjero lo avalan) que era todo falso…
Le vimos en una esquina, altivo, provocador, después de haber retado a duelo al supuesto culpable de los golpes que nunca existieron, tras avisar previamente a las televisiones extranjeras, porque sabía de antemano que el día fijado por él, en aquella esquina se iba a celebrar un evento popular juvenil…
Finalmente le vimos tal cual es: un pelele desenmascarado, que huye, con el rostro descompuesto, de la legítima ira popular protegido por esos que llama “represores”.
Tipos como él, no se andan con remilgos cuando sacan sus policías y militares a la calle para apalear y asesinar obreros, estudiantes y campesinos en Honduras, Colombia, Estados Unidos o Europa. Reinaldo, "Macho Rico", Escobar, y su gente, son mercenarios al servicio de las criminales dictaduras capitalistas mostrando sus cartas compadreando con Obama, el de las siete bases militares de Colombia.
Post Scriptum:
Este asunto no es trivial, como creen algunos, es un detalle más del enfrentamiento que se desarrolla entre la burguesía imperialista y los obreros; por tanto responde a la dinámica de la lucha de clases, una lucha que no tiene fronteras ni naciones, y en la que los internacionalistas estamos obligados a participar, sea en Cuba, en Euskal Herria, Cataluña, Oriente Medio o cualquier lugar del mundo.
