El futuro gobierno argentino
Postulantes a cargos que eran “número puesto” se caen. Y comienzan a sonar otros en su reemplazo, aún no confirmados de modo oficial.
Algo que sí parece claro es que el elenco de ministros y otros puestos relevantes no se nutre de las figuras algo esperpénticas del entorno del próximo presidente. E incluye ya a algunos personajes con vínculos orgánicos con el gran empresariado. Incluso hay casos de zorros cuidando el gallinero, como la nominación de un directivo de la rama petrolera del grupo Techint, Horacio Marín, para la dirección de la empresa hasta ahora estatal de ese rubro, YPF.
La aún no ratificada designación de Luis Caputo para el ministerio de Economía sería, de concretarse, muy significativa en sentido similar. Es un hombre del corazón del capital financiero que ya ocupó funciones de relevancia durante la presidencia de Mauricio Macri. Y desde allí se asoció a las peores características del endeudamiento y la fuga de capitales. Su nombramiento sería una muestra de desparpajo político por parte de los nuevos gestores del gobierno.
Al poderoso nuevo ministerio de Infraestructura, que abarcaría las obras públicas, el transporte, las comunicaciones, la energía y la minería, va Guillermo Ferraro. Es directivo de la consultora internacional KPMG, en la que se ha ocupado en asesoramiento a grandes proyectos de inversión. Otro “orgánico” con una carrera hecha al servicio del gran capital en el área que va a ocupar.
Entre sus colaboradores estaría en la Secretaria de Energía Eduardo Rodríguez Chirillo, quien trabajó para la empresa Iberdrola, multinacional del ramo energético. Es evidente que esa rama gubernamental estará “atendida por sus dueños”.
Se le suman quienes han sido compañeros de trabajo de Milei en la Corporación América, nave insignia del poderoso grupo económico Eurnekian. Entre los más destacados de ese ámbito están quien será titular de Interior, Guillermo Francos, el nominado para Justicia, Mariano Cúneo Libarona y el futuro jefe de gabinete, Nicolás Posse.
Disputas, respaldo y conflicto
Es indudable que existe una puja por ocupar espacios de poder. Por ejemplo entre quienes provienen de La Libertad Avanza (LLA) o de vínculos directos con el presidente electo y quienes han revistado hasta ahora en Juntos por el Cambio (el partido derechista del expressidente Macri).
Pero por debajo de esas disputas se encuentran signos de que el gran capital se reacomoda a la nueva situación, abre un período de expectativas benévolas para la inminente gestión de Milei, y de paso trata de capturar puestos en áreas que son de su especial interés.
Ello no obsta a que haya sectores empresarios que pueden salir perjudicados en esta etapa. Como los de la construcción, blanco directo de la cancelación generalizada de la obra pública que propicia el futuro primer mandatario.
Con dolarización o sin ella, con mayor o menor protagonismo de Macri y sus adláteres, el del líder de LLA será un gobierno enfocado desde el comienzo en una ofensiva gigantesca del capital contra el trabajo. La acompañará una vasta política de privatizaciones y una amplia quita de regulaciones que facilite la optimización de las ganancias de las grandes empresas.
Es por eso que se conformará un racimo de altos funcionarios identificados con esos propósitos. Lo que incluye el costado represivo que los respalde, que podría estar garantizado con Patricia Bullrich al frente de la cartera de Seguridad.
Frente a esas políticas de sesgo antipopular, lo previsible es que aumente la conflictividad social. Una duda al respecto es si esto se producirá de inmediato o se abrirá un compás de espera hasta que se manifiesten efectos concretos de las reformas introducidas. Dada la situación mayoritaria de padecimientos y hartazgo, es probable que la paciencia social sea un bien escaso.
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