El ocaso de Cristina o el pragmatismo a martillazos
Crisis en el oficialismo. CFK armó y dersarmó una fórmula para quedar sin lugar en el ejecutivo. Massa jugó fuerte y ganó. ¿Empieza una nueva era política?
Pasaron 4.362 días exactos. Aquel 23 de octubre de 2011 no se asemeja en nada a este 25 de octubre de 2023. En aquella jornada Cristina ganó su reeleción como presidenta con el 54% de los votos y su seguidor, el santafesino Binner, recién aparecía con el magro 16%. Una victoria aplastante, fenomenal, histórica. Pero ese mismo día también se confirmaba algo: salvo una reforma constitucional, CFK empezaba su último mandato y se debía elegir una nueva candidatura para el espacio político que ella conducía. Insisto pasaron 4.362 y ni ella como líder absoluta del espacio, ni ninguna línea media de dirigentes ni ninguna rebeldía de las bases, supo construir una nueva figura o cuadro político, capaz de reemplazar a Cristina y conducir aquel espacio pan peronista que parecía ser imbatible electoralmente. 4.362 días, Scioli en 2015, Alberto en 2019 y Massa en 2023; tiempo tuvieron de sobra, ahora es tarde para lamentos.
Rosca y tensión para un fórmula sorpresa
El jueves eran Wado-Manzur, filtrada la noticia por una jugada del tucumano que no quería ser primeriado y quedar afuera. Su lugar de vice jamás se confirmó, pero el propio Wado lanzó un video el jueves anunciando su candidatura. La señal era clara: encabeza alguien del riñón más íntimo de Cristina, la lapicera no se va para ningún posible "Alberto" y habrá conducción pingüina si ganaban (e incluso si perdían). Pero la cosa no funcionó. Más allá que los gobernadores dejaron trascender que había enojo porque "Manzur se cortó solo", el problema era otro: el poder ya no reside solitario en la lapicera patagónica de la Jefa. Ese mismo jueves Scioli lanzó públicamente y muy rodeado de sectores peronistas variopintos, su candidatura a presidente; una jugada siempre alentada por Alberto Fernández que imponía unas internas que casi nadie quería. Pero había algo mayor, una figura de peso que tejió alianzas durante años que no pensaba quedarse afuera del premio mayor: Sergio Massa.
El actual Ministro de Economía lleva meses de diálogo constante con Cristina y Máximo; supo reorientar su alianza interna hacia el kirchnerismo, dejando aislado al presidente. Alianza que se basa en la conveniencia coyuntural más allá del recelo y desconfianza que se tienen. Si se imponía la fórmula del jueves, Massa perdía aun siendo ese "valiente que agarró la papa caliente", lo querían conformar con volver a encabezar diputados o con la vice gobernación bonaerense. Poco o nada para alguien que ambiciona todo de hace años.
Si su movida entre la cena del jueves con CFK, Máximo y Recalde y las reuniones del viernes contó solamente con la lógica presión de una figura de peso al cierre de listas, o también incluyo aprietes y amenazas de renuncias, solamente las personas rosqueras de esos encuentros lo saben. La cuestión es que en menos de 24hs se bajaron 3 pre candidaturas presidenciales ya anunciadas y se lanzó una fórmula que nadie tenía en el radar: Massa presidente, Agustín Rossi vice.
Dos ministros de un gobierno fallido
El peronismo le va a proponer al pueblo votar la fórmula que encabeza el Ministro de Economía que sostiene una inflación del 8% mensual y el Jefe de Gabinete de un presidente gris y bastante decorativo. No entusiasma a priori la idea, más bien espanta. El viernes temprano fue el gobernador riojano Quintela quien declaró que Alberto Fernández había ofrecido lista de unidad si encabezaba Massa y le dejaban poner el vice. Escuchar eso daba cierta envidia por el ego de Alberto, desde afuera pareciera que cree tener más poder del que tiene. Sin embargo algo intuía o sabía. Sus décadas de oscuro operador político y rosquero de palacio le sirvieron de algo. Presionó hasta el final con la interna empujando a Scioli para tensar entre Massa y Cristina. Las buenas ubicaciones de Tolosa Paz, Cafiero y el rol clave de Olmos demuestran que tan dibujado no estaba al actual mandatario.
Pero el peso real igual se discutía, y me animo a pronosticar que se discutirá de ahora en más, en otro lado. Massa fue acomodando el tablero para llegar a la situación que quería. Tenía en claro que después de estos 4 años de muy mal gobierno, la única chance de que el peronismo gane, es con una lista de unidad y algún salvavidas (que será de plomo después del 10 de diciembre) que le tiren desde EE.UU. La lista unitaria ya la tiene, el salvavidas todavía no llega y el agua ya anda por el cuello. Sergio Massa logró que Alberto y Cristina cedieran cada uno un poco, lo necesario para que no haya peronistas en internas y sea él quien encabece la fórmula. Cuando se anunció por redes sociales, ya era la noche del viernes y el golpe de efecto interno estaba dado.
Un apoyo que lo posiciona
No habían pasado ni tres horas del anuncio y gran parte, la mayoría, de la dirigencia peronista ya había expresado en redes la alegría por la lista de unidad alcanzada y por el encabezamiento de Massa. Al día siguiente hasta Wado reconocía el valor de lo acordado. Se sabe que los gobernadores (que igual se quedaron sin poder meter un vice) van a apoyar y militar a Massa, que el albertismo (pequeño pero existente mal que les pase a algunxs) también hará lo suyo. Y nadie puede dudar a esta altura de que Cristina, Máximo y el resto de los espacios kirchneristas más orgánicos al peronismo, también harán campaña por Massa. Descontado está que el tigrense pondrá a todo el Frente Renovador y a toda su influencia local e internacional a jugar a favor de su candidatura; todavía no se sabe si eso le alcanza para hacer olvidar las pésimas condiciones de vida a las que él y su gobierno nos exponen a la mayoría de la clase trabajadora.
6 meses en la vida nunca vienen nada mal
Cristina sentenció en la entrevista de C5N que dio el mes pasado que le enseñaron que en política los agravios prescriben a los 6 meses. Lleva más de una década haciendo gala de eso ya que no para de aliarse y darle poder a figuras que la han criticado a ella y a sus militantes, que han defendido ideas supuestamente opuestas a las suyas, que han avalado cuanta denuncia por corrupción haya sobre ella o de ñoquis sobre cuanto militante kirchnerista en el Estado haya. Un pragmatismo a prueba de convicciones.
Si el microclima que cada unx tenemos por los contactos de las redes virtuales fuera algo real y expansible a toda la sociedad, este escriba podría afirmar que se acabo la paciencia al pragmatismo de CFK y su círculo íntimo. Entre la euforia del jueves porque "ahora sí encabeza un compañero de la generación diezmada" a la desazón y bronca porque encabeza el otrora "candidato de la embajada" y el jefe de gabinete del "usurpador de la Rosada". Llegué a leer augurios sobre votos en blanco, ausentismo o votos a Bregman; todo un síntoma en gente que le da al voto y a las elecciones la condición casi de expresión única y sagrada a la hora de hacer política. Insistimos en que igual esas expresiones virtuales son propias de micro mundos que después pueden no tener ninguna validez en la realidad.
Quizás la muestra más real de este vaivén, del paso en falso con olor a traición es lo que sucedió con Grabois y su espacio. Recordemos que el dirigente estaba lanzado como pre candidato presidencial del Frente Patria Grande, aunque siempre aclaró que se bajaba si encabezaba Wado o alguien de sus ideas. Cuando el jueves fue el propio De Pedro quien lanzó el spot anunciado que iba a ser pre candidato a presidente, al día siguiente por la tarde Grabois grabó un video de 8 minutos avisando y justificando con mucha épica y argumentos la decisión de bajarse y de salir a militar con todo la candidatura de Wado. Unas tres horas después y como ya explicamos, CFK, Máximo, Massa y Alberto lanzaban otra fórmula encabezada por Massa. Este revés dejó descolocado al sector de Grabois quienes en 24hs salieron a buscar avales y presionaron para tener internas. Consiguieron una golosina que sabe a poco: van con la misma lista que armó la rosca del peronismo allá arriba en las alturas y solamente cambian la fórmula presidencial; en vez de Massa-Rossi estarán Juan Grabois a presidente y la socióloga Paula Abal Medina a vice. Hay especulaciones con que le irá mejor de lo que creen ya que captará una parte importante de votos kirchneristas que no quieren votar a Massa. Será interesante ver su desempeño, aunque el limitante es que para abajo no lograron incluir ni un solo legislativo propio en los lugares principales y eso es un retroceso en comparación con la rosca del 2019. Mientras que ayer mismo en medios oficialistas opinaban que es más bien una testimonial y que la mayoría del kirchnerismo tendrá disciplina partidaria y votará la fórmula de Massa-Rossi (fórmula que esos mismos medios ya empezaron a militar, aunque hasta el viernes a la tarde no paraban de elogiar la dupla Wado-Manzur).
¿Y ahora qué?
La Argentina se encamina a una nueva elección presidencial (entre otros cargos). Será la décima presidencial consecutiva desde el fin de la última dictadura cívico militar en 1983. Un sistema que en lo formal simula solidez y continuidad, pero que en lo real está turbio y muy desgastado. Estos meses pondrán a prueba si el desgaste es reversible o si la deslegitimidad es más grande de lo que medios y gobernantes están dispuestos a reconocer. Un dato a seguir con vital importancia es el porcentaje de abstenciones, votos anulados y en blanco; es probable que si sumamos esos ítems nos de "el candidatx más elegidx". Lo queremos remarcar porque todo proceso electoral cuenta con la farsa de borrar este dato para no mostrar la fragilidad de un sistema poco creíble. Sin caer en la futurología hay serias chances de que el notorio desencanto popular con la clase dirigente ofrezca números similares a los del 2001.
Pero para cerrar volvemos al principio de la nota, Cristina Fernández de Kirchner enfrenta un momento clave y con ella todo el espacio político que la rodea. Esta vez rosqueó y pareciera que consiguió el refugio bonaerense y del Congreso; siempre y cuando las listas peronistas hagan una campaña digna y obtengan algunos triunfos claves, cosa que no está para nada segura en estos momentos. Si nos adentramos al cambio de era con un peronismo dominado por Massa, los gobernadores y algunos sectores sindicales todavía no lo sabemos. Pero si podemos constatar en la realidad es que pasaron 4.362 días donde la incapacidad de delegar y la falta de audacia para imponer y generar, llevó al canto rebelde y juvenil a militar la campaña de los traidores. Un triste (y) solitario final.
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