El plebiscito no consiguió derrotar el estallido social
EL PLEBISCITO NO CONSIGUIÓ DERROTAR EL ESTALLIDO
En el aniversario del estallido la población no se encuentra quieta ni desalentada a la espera que los de arriba arreglen la casa de todos solamente en el techo. No. No funcionó la trampa plebiscitaria de los partidos de ofrecerse como alternativa al estallido. La población se ha ido activando por barrios y hoy día no hay barrio o población que no cuente con su olla común, su huerta comunitaria y otras formas de aprender a administrar la vida desde abajo sin necesitar que los patrones empresarios y políticos se pongan de acuerdo en la nueva cartilla del poder, eso que llaman nueva constitución.
Sin esa trampa institucional, el pueblo lleva la iniciativa, algunos irán a votar y otros confiarán en que esa nueva constitución aumente algunos derechos, aunque ya se sabe que quien decide si se aplican o no se aplican es el poder, que no será tocado por ninguna constitución. Así y todo el pueblo sigue su marcha cambiando por barrio lo que se pueda para ir avanzando por todas partes y no sólo en el centro.
La iniciativa del pueblo puede dar importantes pasos en el aniversario del estallido, como por ejemplo el cierre momentáneo de los barrios, poblaciones y cerros, de tal manera que la multitud no necesite solamente pronunciarse en el centro de las ciudades para hacer presión o propaganda, ya que los de arriba sólo van a aumentar los pacos y los milicos en las calles y resistir será para nosotros victorias pasajeras que los empresarios, militares y políticos esperan que se pase cuando vuelvan todos a sus casas y deban reunir los pesos para alimentar a los hijos. Los activistas de la pelea nos incentivan a luchar y seguir luchando, pero eso será siempre una acción esporádica de resistencia a los embates del poder.
Lo que todos temen es que el estallido pueda seguir luchando en las calles y en vez de irse a sus casas vuelvan a seguir cambiando el mundo esta vez con más ánimo, aunque los políticos insisten que hay que derribar el gobierno o construir el ejército revolucionario que hará frente a la soldadesca retirándonos de las tareas barriales para hacer de carne de cañón en la guerra entre partidos que disputan los sillones del poder.
Si parte de la población en vez de ir al centro optara por movilizar el barrio o el cerro para cerrarlo con barricadas y crear una zona temporal liberada o autónoma, la población puede ocupar los terrenos baldíos, los terrenos fiscales y municipales en las comunas gobernadas por los que se dicen izquierdistas, y las casas desocupadas o empresas cerradas, para organizar allí huertas comunitarias, ollas comunes y otras iniciativas barriales como brigadas de salud, escuelas barriales, centros artístico-culturales, empresas comunitarias pequeñas de carpintería, bicicletas, etc y aun de construcción de elementos de energía alternativa, y espacios de habitación para los allegados. Todo ello administrado por los propios vecinos, pidiendo a los militantes de partidos que se sumen y respeten las decisiones de los vecinos, que bien pueden ser diferentes de un barrio a otro.
Por eso ésta no es una propuesta, sino una forma de mostrar que la lucha no es sólo en el centro ni contra el poder, sino de construcción, de hacer con nuestras manos otra forma de vivir compartiendo actividades diarias y espacios comunes, además de una mayor vinculación con la madre tierra.
Así, si el primer estallido tuvo mucho de destrucción y de protesta, este segundo puede tener mucho de construcción y de autogestión, aprendiendo a sustituir el poder centralizado por la democracia directa en muchos barrios.
Saludos y ¡A la calle!
¡A expresar la presencia del protagonismo social!
¡A construir!
¡Pasar de la resistencia a la construcción!