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Argentina :: 19/12/2010

El Renacimiento que no fue - Editorial Quebracho Prensa Nacional

Quebracho
Diciembre 2010, Año 14, n° 70

Así deberíamos caracterizar los hechos de la Argentina reciente. Hubo quiénes se apuraron a anunciar el desenlace de una gran crisis que se había cobrado ya varios muertos, hubo quienes rápidamente enterraron a los otros muertos y pretendieron con el “propio” fundar el relato de una Argentina que se viene. Pero, con respeto hacia los muertos, debemos decir que los muertos están bien enterrados por aquellos que los sobrevivieron.

En muchos compañeros penetró el relato oficial ante la evidencia de lo que hasta entonces parecían no ver, y descubrieron un kirchnerismo nutrido de pueblo y conteniendo los mismos anhelos y los mismos sueños que nosotros. Muchos de esos compañeros que cuando señalábamos que en las filas kirchneristas (no por kirchneristas) están nuestros compañeros no acordaban con esto. Fue para ellos más elocuente la televisión y las imágenes que esta reproducía que las evidencias de la política.

Muchos entendieron que ésta fue la “bisagra histórica”, que la muerte (no la vida) de Néstor Kirchner provocó un renacimiento de la política, del protagonismo juvenil, del sentimiento nuestroamericano, de la posibilidad de una Argentina para todos.

Entonces creemos que es importante señalar, por si hicieran falta, algunas cuestiones para nosotros estructurantes de lo que podríamos llamar “el modelo”. Básicamente la reproducción y enajenación de la riqueza nacional mediante el recurrente pago de la deuda externa. “Desendeudamiento” será el término con que pretendan resignificar lo que no es otra cosa que un hecho de dependencia y enajenación de la riqueza. No hay ningún poder nacional que se anime a desempolvar del cajoneo parlamentario aquella sentencia judicial que define a la deuda externa como ilegal e ilegítima. Anuncian esta medida como una gran proeza nacional, y algunos la festejan.

La depredación y el saqueo lejos de desacelerarse se van profundizando y los exponentes más claros de estas políticas, gobernadores como Gioja o das Neves, aparecen como prohombres de la Argentina que se viene. Aquella gira de hace meses por Cánada la retrataba a Cristina sonriente con el dueño de la Barrick Gold, Peter Munk, garantizándole previsibilidad en los negocios, daba cuenta de esto.

Nuestra política exterior en manos de un agente sionista como Timerman, arrincona a nuestro país entre el pequeño puñado de países que le hacen de comparsa a los luctuosos llamados a la guerra contra Irán que proponen Israel y Estados Unidos. Y peor, enterados, Wikileaks mediante, operando para “contener” a Evo por pedido de la embajadora yanqui.

Entonces lo estructural es el saqueo y la depredación, es la producción de una nueva burguesía amical expresada por bandidos como Jaime o Britos, es la política exterior “operada por Estados Unidos”.

En otra dimensión encontramos aquello del modelo que enamora a muchos compañeros y esconde también la dimensión estructural de saqueo y depredación. Está la construcción de un relato oficial histórico que eslabona y vuelve a enhebrar en una misma lógica las luchas de la independencia, de Vuelta de Obligado, de las montoneras, de la resistencia, con las luchas actuales. Que vuelve a imponer la mística militante, la épica de la política. La que no duda a la hora de identificar los enemigos de la nación (aunque se olvida de sus propios socios), que asoma con un discurso nuestroamericano (solamente eclipsado cuando nos enteramos que el gobierno ha operado contra Evo o caemos en cuenta de nuestras estrechas relaciones comerciales y en materia de seguridad interior con Israel), que invita y convoca a protagonizar la historia.

Justamente en comprender que no todo es estructura está la clave para poder explicarnos la Argentina que vivimos. Por eso, quienes anclados en miradas que nunca alcanzaron a poder explicar Nuestramérica, no podrán comprender la realidad por más esfuerzos que hagan, y verán en el kirchnerismo más neoliberalismo, continuidad intocada, como si la historia se cristalizara. Y mucho menos podrán comprender a aquellos millones que verdaderamente creen en este gobierno, y los sentirán como enemigos.

Claro que no es lo mismo el relato neoliberal individualista y promiscuo que las nuevas lógicas que se vinieron amasando desde el combate contra ese mismo neoliberalismo, muchas de las cuales son expresadas hoy por el relato oficial. Es claro que eso expresa un nivel de acumulación y es claro que estas situaciones, en nuestro entender, siempre son generadas por la puja, la tensión, la lucha popular contra un estado inevitablemente productor de exclusión.

A poco tiempo del asesinato de Mariano Ferreyra volvieron a asesinar compañeros en Formosa, los 6000 chicos de Misiones siguen con su cuadro de desnutrición que tanto molestó cuando el gobernador lo “alcahueteó” y más muertos en los desalojos de toma de tierras; la juventud sigue interpelada por la política y en una u otra plataforma, saludablemente, viene a ocupar como desde hace tiempo su lugar; el “negro” Martino sigue su huelga de hambre para la libertad, preso desde hace medio año por recomendación del poder más oscuro de la Argentina; algunos degenerados son juzgados y otros nunca lo serán, los militantes populares seguimos padeciendo condenas y persecuciones; los Scioli y los Reutemann que expresan lo que todos sabemos siguen siendo actores importantes, incluso de la construcción del nuevo kirchnerismo.

Así están las cosas. En tensión. Como siempre, mejor o peor que antes o que hace un tiempo.

Lo que ningún militante popular se debe permitir, es dejar de luchar, dejar de militar contra los poderes más oscuros, contra los males más arraigados, contra la entrega y el saqueo de la riqueza de todos. Lo que no podemos permitirnos, en la clave que sea que podamos ver al kirchnerismo, es aplaudir entrega, aplaudir relaciones carnales, aplaudir desidia (como con Malvinas). No podemos aplaudir la pobreza que sigue existiendo y la desocupación. No podemos saludar como victoria los subsidios al desempleo o los planes trabajar o las cooperativas que ficcionan el trabajo genuino. Tiene que quedar claro que eso no alcanza a resolver los problemas nacionales.

El enemigo seguirá siendo para ellos, para nosotros, para la patria, el saqueo, los grandes grupos monopólicos que lo perpetran, los que a conciencia lo facilitan, los poderes concentrados de la política y la economía.

La posibilidad de superar esta situación, derrotar a ese enemigo, como siempre está en el poder popular organizado, que hoy pareciera estár lejos de constituirse en una alternativa a las formas tradicionales de la política que tanto la oposición como el oficialismo desarrollan desde las prácticas partidistas proscriptivas. La izquierda, llamada izquierda, mientras habla de la unidad se caga a palos entre sí por ver quién va adelante en una marcha, que bandera se ve más. Unos con sus prácticas disolventes casi nihilistas entusiasmados por lograr esta vez quizá un cuatro por ciento en las elecciones, otros ante la falta de capacidad propia, y por las dudas de no “quedarse afuera”, corren a acordar acuerdos poco explicables.

Nosotros seguiremos quedándonos afuera, expectantes a la convocatoria de un adentro que sea de dignidad y soberanía, intentando construir ese adentro y mirando a los otros con la humildad suficiente que nos permita entenderlos como compañeros, porque entre las grandes taras que padecemos las organizaciones populares está la más grande de todas que es la imposibilidad de identificarnos como iguales porque transitamos caminos distintos. Desde ya, aquí seguiremos aportando con todo nuestro esfuerzo para encontrar o construir ese camino.

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