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Argentina, Argentina :: 04/08/2023

El Tercer Malón de la Paz sigue frente a la Corte Suprema en Buenos Aires

Francisco Pandolfi
Decenas de comunidades originarias de Jujuy, acompañadas por otras de todo el país, desandaron más de 3300 km

Para llegar a movilizarse en Buenos Aires, pasar por el Congreso y finalmente quedarse frente al edificio de Tribunales. Traen tres reclamos concretos: que la Corte Suprema se expida respecto de la inconstitucionalidad de la reforma "exprés" ejecutada por Gerardo Morales; que el Congreso de la Nación intervenga a la provincia de Jujuy y, tercero, que elabore y sancione la Ley de Propiedad Comunitaria Indígena. Las razones de estos pedidos, mientras la represión sigue en la provincia, en esta crónica con las voces de quienes viajaron. Qué es un malón, el antecedente con Perón y la presencia de los nietos de quienes lo protagonizaron en el 46. Lecciones originarias sobre resistencia, lucha, y defensa de la vida, en medio del ninguneo político y el silencio oficial.

"Si te sentís parte de la tierra, la defendés con tu vida".

Hoy, 1º de agosto, Día de la Pachamama, para la cosmovisión andina comienza un mes en que la Madre Tierra descansa y se repone. Una fecha en que se celebra a la naturaleza. Pero en estas latitudes no son horas de descanso ni de festejos.

Y entonces ahí está llegando, dejando atrás a esa luna redonda y hermosa que los acompañó en las últimas horas del viaje.

Ahí llega, ya con un sol intenso y radiante.

Ahí llegó a la Ciudad de Buenos Aires, el Tercer Malón de la Paz.

Paro originario, silencio oficial

«Hasta ahora no recibimos ningún llamado de ninguna autoridad provincial ni nacional. No tuvieron un centímetro de empatía con nuestro reclamo». Sergio Zerpa es del pueblo nación kolla de la comunidad de Abra Pampa, una de las más de 400 comunidades originarias que integra el Tercer Malón de la Paz que acaba de arribar a Plaza Miserere, en el barrio porteño de Once, tras haber recorrido, caminando y en micro, más de 3300 kilómetros. O sea, 3 millones 300 mil metros. O sea, 330 millones de centímetros, unidad de longitud en la que Sergio calcula la falta de interés, de voluntad política, de sensibilidad. Y la sobra de desprecio. De ninguneo. De racismo.

En tiempos de ChatGPT y de inteligencia artificial, la inteligencia natural, emocional, espiritual, presencial, la vuelcan a las calles las comunidades indígenas. En banderas, en cartones, en afiches, las consignas se multiplican: "En Jujuy, con Morales no hay democracia"; "Arriba los derechos, abajo la reforma"; "A mis derechos no se responde reprimiendo". Hay cantoras originarias que alzan su voz, hay muestras artísticas que impregnan alegría, hay una batucada constante. Hay organizaciones sociales y sindicales. Hay organismos de derechos humanos. Hay un mar de whipalas: por los aires, por los suelos, colgadas en las espaldas, como muñequeras, como tobilleras, como bufandas.

En tiempos de la inexistencia de paros generales, las comunidades decidieron parar. Parar el mundo, parar su mundo, para que no lo sigan acribillando. Hay varios puntos por lo que la reforma es inconstitucional, los resumen las voces originarias:

-No se consultó a las comunidades como lo establece el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, que refiere a la consulta previa anterior a una disposición legislativa que afecte a las comunidades indígenas.

-No se conoció el texto completo de la reforma hasta una semana antes de que se vote.

-Los nuevos artículos que se incorporan a la reforma parcial de la Constitución son de exclusiva facultad del Poder Ejecutivo, con conformidad de la Legislatura, donde el oficialismo jujeño tiene mayoría. La atribución de las tierras fiscales (donde en muchas viven comunidades originarias) y la decisión de cuál es productiva o no, queda a merced del Ejecutivo.

Los 3 reclamos

"Si se muere Pachamama, con ella me muero yo".

Como dicen que Dios atiende en Buenos Aires, viajaron desde La Quiaca para que sus reclamos no sólo se escuchen sino que surtan efectos concretos. Y trajeron tres puntos para plantear:

1) Exigir a la Corte Suprema que se expida respecto de la inconstitucionalidad de la reforma "exprés" ejecutada por Gerardo Morales, gobernador jujeño con aspiraciones vicepresidenciales.

2) Solicitar al Congreso de la Nación la intervención a la provincia de Jujuy.

3) Que el Congreso elabore y sancione la Ley de Propiedad Comunitaria Indígena.

Y sostienen una proclama que se lee en carteles, que se escucha en sus voces, que se siente en sus cuerpos: "Sí al agua, no al litio". Un resguardo urgente de los bienes naturales.

Pero la cosa no está bien.

Y por eso esta mañana bajaron de los micros en la Plaza Once.

"Decidimos salir desde Miserere y caminar por Rivadavia porque así lo hicieron nuestros abuelos en el Primer Malón de la Paz, en 1946", dice Robinson Suárez, malonero de la comunidad de Abra Pampa. Antes de empezar a caminar en el centro de la plaza se organiza una ceremonia ancestral. En ronda, mirándose a los ojos, cantan. «Dicen que los del norte somos callados pero cuando nos mienten nos levantamos; libres o muertos, jamás esclavos».

Las comunidades originarias están dando cátedra de lucha, resistencia, intransigencia y también en cuanto a la originalidad. La variedad en las letras de las canciones es admirable, al igual que en la diversidad de ritmos como coplas, tinkus huaynos y carnavalitos. Entre decenas de carteles de muchísimas comunidades, vociferan al unísono una canción que se cuela en lo más profundo de los seres. Se genera una atmósfera que uno agradece estar ahí, compartiendo, sintiendo: "Cinco siglos resistiendo, cincos siglos de coraje, manteniendo siempre la esencia; es esencia y es semilla; y está dentro nuestro por siempre; se hace vida con el sol y en la Pachamama, florece".

Entre sikus, quenas y bombos que suenan y resuenan, agarra el megáfono una adolescente malonera: «Somos jóvenes y sabemos la desgracia que pasó en el 46. Venimos a que no pase lo mismo y ser escuchados. Tenemos el compromiso de cuidar a las próximas generaciones. Los jóvenes somos los responsables de que nuestros hijos tengan un mejor futuro».

Pero la cosa no está bien.

Y por eso pasan por la puerta del Congreso.

"Pedimos al Congreso Nacional que intervenga a la provincia por haber hecho una reforma constitucional a nuestras espaldas, por habernos traicionado. Con la reforma nos callan a todos. ¿Ve que ahora yo sostengo este cartel que le exige a Morales que renuncie ya? En Jujuy no podría tenerlo, o me podrían hacer multas. Somos perseguidos, como si estuviéramos en una dictadura. Por eso estamos acá también: para decirle al gobierno nacional que quieren desaparecer a los pueblos aborígenes y hacer negocios con las empresas internacionales vendiendo nuestros recursos naturales", explica José, que se sumó al malón en San Salvador de Jujuy. Tiene una vincha-whipala que rodea su frente. Y argumentos para informar por qué piden que el Congreso elabore y sancione la Ley de Propiedad Comunitaria Indígena: "Hace muchísimos años tenemos esta exigencia para que quienes viven en el campo tengan derechos a sus tierras; sin este reconocimiento, el gobierno como ya lo ha hecho Morales va con la policía y te saca a las fuerzas". De fondo, se canta: «Cómo no voy a luchar, cómo no voy a marchar si nos quitan los derechos. Por eso no nos callamos más».

Pero la cosa no está bien.

Y por eso la marcha sigue por Rivadavia hasta Avenida de Mayo, dobla en la avenida 9 de Julio y rodea el Obelisco.

Acampe frente a la Corte

La energía que se siente acá es impresionante. Se siente una de las definiciones de la palabra malón: "Grupo de personas numeroso y que se mueve". Parece una performance preparada desde hace meses: se camina en sincronía y se canta al unísono: "El pueblo unido jamás será vencido". Las pieles se estremecen. Sucede lo mismo cuando habla Dulce, 48 años, malonera del Pueblo Churumata. «Venir a Buenos Aires es un respiro, nos sentimos libres porque en Jujuy estamos viviendo clandestinos, ocultos. Recientemente aparecieron patotas a hostigarnos y a muchos compañeros debimos mandarlos a otras provincias. El gobierno de Morales nos ha baleado y ese fue el límite. Si tenemos que hacer una huelga de hambre, la haremos. Si tenemos que morir para que nuestros hijos vivan bien, pagaremos ese costo».

El espigado monumento inaugurado en 1936, diez años antes de la llegada del Primer Malón, es testigo de un himno que se hizo viral tras las represiones inhumanas ejecutadas por el gobierno provincial: "Morales, basura, vos sos la dictadura". Rosa Gutiérrez es de la comunidad de Uca Pacha, de la localidad de Palpalá. Habla tan bajito como segura: «No exagero si digo que en Jujuy vivimos una dictadura. Dónde se vio que la Policía vaya a tu casa sin orden judicial. Que peguen y amenacen a maestros. Yo estoy más segura en los cortes de ruta que en mi casa; sabemos de lo que son capaces», describe el horror, mientras de fondo la masiva manifestación asegura que en "Jujuy hay un señor dictador" y que se llama «Morales».

Es que la cosa no está bien.

Y por eso el Malón se instaló en la Plaza Lavalle, frente a una Corte Suprema de la Nación totalmente vallada.

Graciela es de la comunidad originaria de Lumara y explica por qué se llega a la Corte Suprema: «En Jujuy al Poder Judicial lo maneja el Poder Ejecutivo de Morales. No hay división de poderes. No hay Justicia en nuestra provincia. Por eso pedimos que la Corte exprese que la reforma es inconstitucional». José, de San Salvador de Jujuy, agrega: "Los abogados no pueden defender al pueblo porque terminan encarcelados como le pasó a Alberto Nallar. Morales maneja los tres poderes. Desde que asumió el gobierno puso jueces que están a su favor. Entonces, la Justicia no nos escucha porque él la maneja. Entonces, la única alternativa era venir a Buenos Aires".

La movilización no termina en la llegada a la calle Talcahuano al 500 donde se emplaza la Corte Suprema. "Vamos a acampar, ya sea en los Tribunales de Justicia o en el Congreso de la Nación, hasta tener un resultado positivo a nuestros pedidos. De lo contrario, no nos moveremos de Buenos Aires", sintetiza Sergio Zerpa con la misma seguridad con la que el 14 de junio en la localidad de Abra Pampa nació el Tercer Malón de la Paz.

Genocidios de ayer y hoy

"Sin agua y sin tierra dónde pongo el corazón".

La primera determinación de la asamblea del Tercer Malón fue viajar hasta San Salvador para exigir que no se aprobara la reforma. ¿La respuesta? Represiones de las fuerzas policiales con balas de plomo, de goma y gases lacrimógenos, detenciones y allanamientos ilegales, hostigamientos, amenazas, policías disparando a la cabeza. ¿Pruebas? Joel Paredes en Humahuaca; Mijael Lama en Purmamarca; Ernesto Aguirre y Jorge Rodríguez, en San Salvador, tienen factores comunes e indeseables. Y que dan una rabia tremenda y muchas ganas de llorar por la injusticia extrema: los cuatro fueron reprimidos, los cuatro perdieron la visión en uno de sus ojos. Dulce, malonera del Pueblo Churumata, lleva un sombrero y un bufandón violeta, de flores y mariposas celestes rojas y verdes. No tiene colores lo que denuncia: "La Policía tiene la decisión de tirarnos a las mujeres en los senos y en la parte reproductiva y a los hombres en los ojos. Es un método que copiaron de lo que pasó en Chile, claramente alguien los entrena. El genocidio sigue para nosotros, nunca paró".

Por ese tipo de respuestas se cortaron las rutas de la provincia por tiempo indeterminado y, ante el desdén gubernamental, se definió viajar a Buenos Aires.

Las comunidades originarias de Jujuy salieron justamente hace una semana, el martes 25 de julio. Atravesaron su provincia y pasaron por Salta, Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba y Santa Fe, antes de llegar a Buenos Aires. Viajaron y realizaron actividades de concientización por ocho provincias, un tercio del país. Hubo tiempo suficiente para que se comuniquen con ellas, pero el teléfono hasta ahora no sonó. No sorprende: a Jujuy la gobierna Gerardo Morales, de Juntos por el Cambio y al gobierno nacional lo comanda una alianza cuyo peso mayoritario es del Partido Justicialista. Si la reforma constitucional en Jujuy fue aprobada sin consulta previa fue por obra y gracia de los votos del oficialismo y también de la oposición del PJ. "El pueblo jujeño está sufriendo el derrame de sangre por el gobierno provincial y por los cómplices constituyentes. En Jujuy se viola todo, no tenemos derecho a nada, es gravísimo", contrapone Arturo, de la comunidad Pan de Azúcar, del departamento de Rinconada.

Graciela, de la comunidad Lumara, es una de las más de diez mujeres que sostiene de una punta una whipala enorme. "Queremos volvernos a Jujuy cuando caiga la reforma, antes no es garantía porque por hacer este malón pueden detenernos a nuestra vuelta. Necesitamos que el gobierno nacional de una vez nos cuide; no somos piqueteros, ni de la izquierda ni kirchneristas. Somos originarios".

«¿Por qué estamos acá? Porque Argentina es rica pero los distintos gobiernos se dan la mano con las empresas multinacionales y todas nuestras riquezas se van al extranjero. Una nueva muestra de esto que sufrimos desde siempre es la reforma inconstitucional», precisa Enrique Luzco, malonero de la comunidad Atacama, que tiene colgado en su cuello una bufanda con una leyenda: "Somos pueblo". No es en vano la inscripción. Para él, lo más maravilloso del viaje fue el andar en ocho provincias y el abrazo que tuvieron por parte de los pueblos diaguita, mocoví, qom, comechingón, tonokote, entre otros: "Nos recibieron como si estuviésemos en nuestras casas; almuerzo, cena, merienda, alojamiento; siempre con los brazos abiertos. Es el mejor recuerdo que me llevo".

Mujeres al frente

"Ellas hicieron retroceder a la Infantería".

En la cabecera de la movilización diez personas sostienen una bandera con el lema del Tercer Malón de la Paz. Son diez mujeres. Diez «mamitas» como se llama con respeto a las históricas de las comunidades. «Traigan a Morales para acá, para que vea, que este pueblo no cambia de idea, pelea y pelea por su libertad». Llevan la batuta, pero no solo en una movilización frente a las cámaras. También en una represión. También en el día a día cotidiano. Rosa, de Uca Pacha, camina con un cartel verde colgado: "Basta de reprimir a las mujeres indígenas". No es casual la distinción. Argumenta: "Nuestra comunidad fue fuertemente reprimida y la policía sabe que la mayoría que luchamos somos mujeres y hay un salvajismo especial hacia nosotras". ¿Por qué son más las mujeres? "No sé, en cada reunión siempre somos más, es lo que veo y lo que siento. Siempre que hay que organizar algo, somos más las mujeres que estamos al frente de las decisiones, somos quienes permanecemos constantemente, quienes si hay alguna debilidad, más levantamos los ánimos. Es inexplicable, pero es así".

Francisca es conocida por su comunidad de Uquía como Doña Panchita. Pese a todo, mantiene una sonrisa ancha que le ilumina la cara. Y lo que dice también: «Estoy contenta de estar acá». ¿Cómo? ¿Por qué? «Porque me siento orgullosa de estar defendiendo a mi territorio».

Robinson Suárez, malonero que vino andando desde Abra Pampa, dice que lo más le impresionó del recorrido fue la fuerza que vio en sus compañeras: "Sentí en este viaje en particular su fuerza increíble, te obligan, te empujan a que no te quedes atrás. Vivirlo en el minuto a minuto es impresionante. Si hay algo que este malón dejará es el protagonismo, es la fuerza arrasadora de las mujeres para que no bajemos los brazos". Martina vive en Potrero de la Puna. "Somos quienes estamos al frente incluso de las represiones. El miedo las mujeres lo perdimos hace rato al ser madres y tener que criar a nuestros hijos". Sin embargo, aclara: "Ya no tenemos seguridad en Jujuy. La Policía está contra nosotros porque ellos también le tienen miedo al gobierno. Pero saben qué es lo peor: que muchos de nuestros hijos son policías y nos están enfrentando. Es lo más triste que puede existir... que un hijo te reprima".

La lucha no para

"Piedra sobre piedra, así se construye la memoria".

Desde el 16 de junio que comenzaron los cortes de ruta, ya pasaron 46 días en que las comunidades no se fueron de la calle. No es un número más. En 1946 se gestó el Primer Malón de la Paz, durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, cuando los pueblos originarios viajaron a la Ciudad de Buenos Aires por la restitución de sus territorios. Sesenta años después, en 2006, se realizó el segundo, en reclamo contra la presentación de un recurso de inconstitucionalidad de parte del gobierno provincial de Jujuy contra el fallo judicial que reconoció sus derechos sobre las tierras que ocupan.

En aquel 1946, el Primer Malón también marchó desde Plaza Miserere. «Aquella vez el Primer Malón se dirigió hasta la Casa Rosada. Y allí la historia es conocida. Dialogaron con Perón, que los mandó primero al Hotel de los Inmigrantes y luego, engaño mediante, a un tren que los expulsó de nuevo a Jujuy», rememora Robinson Suárez. No vino solo. Consigo trajo a su abuelo. «El 15 de mayo del 46 él partió hacia Buenos Aires en el Primer Malón. Cuando los subieron al tren se dio cuenta que los habían engañado y junto a otros tres maloneros rompió el vidrio y saltó. Se quedó en Buenos Aires largos meses hasta que pudo volver. Mi abuelo se llamaba Joaquín y su mayor enseñanza es la defensa del territorio».

Hugo también es de Abra Pampa y su abuelo también fue uno de los maloneros en el 46: «Él me enseñó a defender nuestros territorios, a no abandonarlos», cuenta con los Tribunales vallados de fondo, mientras ve llegar a la Taty Almeida, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, a quien le abrieron la ronda para ser parte de otra ceremonia ancestral que se hace frente a la Corte Suprema. Al terminar, expresó ante una ronda gigante: «Nosotros no sembramos odio como Morales. Como siempre decimos las Madres, la única lucha que se pierde es la que se abandona. Así que no abandonen, no están solos. Se lo decimos nosotras, que a pesar de los bastones y las sillas de ruedas, no nos han vencido». Y les dedicó a las comunidades una palabra más: «Gracias». De fondo, una bandera exigía Justicia por Santiago Maldonado, hoy, que se cumplen 6 años de impunidad, desde el 1 de agosto de 2017 cuando se lo vio por última vez con vida al escapar de una brutal represión de Gendarmería a la comunidad mapuche Pu Lof en Resistencia del Departamento de Cushamen en Chubut.

El Tercer Malón de la Paz ya está en Buenos Aires. Y ya está esperando respuestas frente a la Corte Suprema de la Nación. Dice José, de San Salvador de Jujuy: "Este Malón es nuestra última esperanza para que se nos escuche. Quiero irme de este mundo habiendo puesto un granito para que mis hijos y mis nietos no sufran las consecuencias de la reforma". Y agrega: "¿Cómo no van a poder intervenir una provincia si lo que estamos sufriendo es una locura? Nadie quiere salir a la calle en Jujuy; la provincia ha sido tomada por el miedo. Este Malón se llama de la paz porque no queremos conflictos, solo vivir bien, en paz". Ranolfo Vilque, del pueblo de Atacama exclama: "Necesitamos ya una solución, no queremos ser esclavos, ha llegado el momento para que el presidente, la vicepresidenta, la Corte, el Congreso, hagan algo. Que nos vean, que nos escuchen. No es muy difícil. Acá estamos y acá seguiremos".

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