Estonia: una nueva y silenciosa guerra fría entre la OTAN y Rusia
Las intrigas propias de la guerra fría vuelven a emerger con fuerza en uno de sus escenarios preferidos: el mar Báltico. Lugar extremadamente sensible por seguir siendo un estratégico corredor aéreo y marítimo, la región es hoy, a la postre de lo sucedido en Crimea y Donbass, un renovado punto de fricción entre el gigante ruso y una OTAN que hace de la pequeña Estonia su punta de lanza.
La cita era arriesgada, no muy lejos de Luhamaa, el último puesto fronterizo de Estonia antes de cruzar a Rusia. Según los planes del agente secreto Eston Kohver, se vería con su confidente en una zona de frondosos bosques cerca de la aldea de Miikse, un espacio solitario frecuentado por traficantes de drogas y personas. Pero las cosas se torcieron cuando el agente resultó interceptado por un comando de la contrainteligencia rusa que lo redujo utilizando granadas aturdidoras y un inhibidor de frecuencias.