Extracción de oro aumenta en la Amazonia en medio de la pandemia
En los primeros cuatro meses del año se extrajeron 29 toneladas de oro en Brasil, según un estudio publicado por el Instituto Escolhas. Además la minería ilegal en 2019 tumbó 10.500 hectáreas de bosque amazónico.
La investigación realizada por el Instituto Escolhas y difundida por Mongabay Brasil revela que en los primeros cuatro meses del año se extrajeron oficialmente 29 toneladas de oro especialmente en la Amazonia brasileña.
La pandemia por la covid-19, no paró la extracción de este metal. Según los datos oficiales, estas toneladas ya representan un tercio de lo que se sacó en los dos últimos años, un total de 85 toneladas. El aumento del precio mundial del oro generó que las exportaciones crecieran un 15 por ciento en comparación con el mismo periodo del 2019 en ese país.
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Cuatro de los diez municipios que produjeron la mayor cantidad de oro en Brasil el año pasado se encuentran en diferentes estados del Amazonas: Itaituba, en Pará; Godofredo Viana, en Maranhão; Pedra Branca do Amapari, en Amapá; y Peixoto de Azevedo, en Mato Grosso. Esto según las cifras del impuesto recaudado expuestas en la Compensación Financiera por la Exploración de Recursos Minerales (CFEM).
Una estimación del Ministerio Público Federal dice que un kilogramo de oro aproximadamente representa 1,7 millones de reales en daños ambientales. Para Ana Carolina Bragança, fiscal federal en la Amazonía, el oro extraído ilegalmente en la Amazonia se encuentra en el mercado legal, circulando en la economía. La sociedad paga los años y la justicia no se da cuenta de la complejidad de esta situación.
“La Constitución dice expresamente que el daño causado por la minería debe repararse. Y garantizar que esto pase por una licencia ambiental seria. Es necesario cuestionar si la minería es económicamente viable frente al daño que causa”, aseguró la fiscal a Mongabay.
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Las cifras oficiales no alcanzan a dimensionar la realidad, ya que una gran parte del oro que se extrae es ilegal. Por ejemplo, una operación MPF reveló que 610 kilos de oro ilegal fueron intercambiados por un solo operador entre 2015 y 2018 en Santarém, Pará, lo que causó la pérdida de 70 millones de reales.
El impacto ambiental de la ganadería ilegal
Pueblos indígenas brasileños han sufrido durante décadas la presión minera, es el caso de los munduruku, con presencia en la región media y alta Tapajós. También han sido víctimas de la covid-19, que ya cobró la vida de 10 personas incluido uno de sus líderes más importantes Vicente Saw Munduruku. Se estima que en la zona de Itaituba hay más de 60.000 buscadores de oro, y es el décimo tercer municipio más grande del país con un área de 62.000 kilómetros cuadrados.
En 2019, según Ibama, la deforestación ilegal causada por la extracción de oro batió un récord: cayeron 10.500 hectáreas de bosque, un aumento del 23 por ciento con respecto del año anterior. De nuevo, la región más afectada fue Tapajós.
El mercado celebra, el bosque paga la cuenta
En los últimos cinco años el precio de la onza de oro aumentó más del 46 por ciento. En Godofredo Viana, la sexta ciudad en el ranking de la Agencia Nacional Minera (ANM), la extracción hoy está controlada por la compañía canadiense Equinox Gold, una de las 20 compañías mineras de oro más grandes del mundo. En la mina Aurizona se producen hasta 130.000 onzas de oro por año y 4.000 personas viven cerca de la mina.
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Para el investigador Tadzio Coelho, profesor de la Universidad Federal de Viçosa, quien realizó un proyecto en Godofredo Viana, la situación en la ciudad reproduce un modelo de dependencia mineral visto en otros lugares.
Ese modelo de dependencia también tiene consecuencias en la salud de las personas, ya que la población vive con problemas respiratorios y alérgicos causados por la minería. La contaminación acústica es alta y existe el riesgo de que se rompa una presa cercana. Mongabay, además, refleja además que la comunidad no es escuchada en ningún órgano de toma de decisiones. “El proceso de consulta y decisión tiene en cuenta los intereses de la empresa. Las demandas locales, especialmente de la comunidad son ignoradas”, afirmó Coelho.
En Amapá, en Pedra Branca do Amapari, octavo en el ranking de ANM, la minería también es operada por una multinacional: Great Panther Mining de Canadá, que adquirió la mina Tucano en 2018 del australiano Beadell. Esta mina produce alrededor de 145.000 onzas de oro por año.
La presencia masiva de buscadores de oro y multinacionales generan gran presión en la zona. En Peixoto de Azevedo, la extracción de oro destruyó por completo el río que lleva el mismo nombre, un área habitada por indígenas aislados del Paraná. Las imágenes de la tierra quemada y la explotación ilegal persisten a pesar de la creación de una reserva con licencia para operar.
La búsqueda de oro en el Amazonas se da actualmente por dos razones importantes: el aumento de la demanda (el metal se considera un activo seguro en tiempos de crisis económica) y un entorno político favorable a la minería. Pero esta nueva carrera de extracción es una jugada arriesgada según el informe del Instituto Escolhas porque es “un riesgo para la transparencia sobre el origen del oro y, sobre todo, para las áreas protegidas de la Amazonía, ya sean tierras indígenas o unidades de conservación".
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