lahaine.org
Venezuela :: 13/03/2013

Hugo Chávez y el Che

Bernardo Coronel

Un militar que andaba con la tropa patrullando los llanos, se encontró con un perro herido en el camino. Ordenó parar la caravana y salió a recoger al animal. Lo abrazó y dijo que lo tenían que llevar a un veterinario. “¿Cómo podemos dejarlo aquí, solito y herido?”, preguntó. El militar, que detuvo la tropa para salvar al perro como si fuera una cuestión de Estado, se llamaba Hugo Chávez.

Esta anécdota es muy parecida a la contada por Ernesto Guevara Lynch, en su libro “Mi hijo el Che”. Cuenta Guevara, que un día encontró a Ernestito trepando un caño suspendido a varios metros. Una pequeña ave había quedado atrapada, y Ernesto que tendría entre 7 u 8 años, se trepó al caño poniendo en riesgo su propia vida para salvar al pequeño pájaro.

Algo unía a estos revolucionarios y fue su profunda sensibilidad. Chávez y el Che nos hacen recordar que sensibilidad y revolución son palabras sinónimas. El Che fue el mayor revolucionario del siglo pasado, y Hugo Chávez está llamado a ser de este siglo.

No había contradicción entre lo que decían y lo que hacían. El Che murió luchando por sus ideas, Chávez, soñó con un mundo distinto y lo hizo batallando incansablemente. Cuando casi nadie ni siquiera quería mencionar el socialismo, él lo tomó como una bandera inclaudicable. Refundó el Estado venezolano sobre las bases del socialismo del siglo XXI, hizo visibles a los invisibles, redistribuyó las ganancias del petróleo, liquidó el analfabetismo y disminuyó drásticamente la pobreza, elevó los índices en salud a niveles increíbles, incrementó el salario mínimo, construyó millones de viviendas, ayudó a los desfavorecidos de América, implementó la ayuda a la alimentación, subvencionó los supermercados, e hizo crecer la economía, de 90 mil millones el PIB llegó a 300 mil millones de dólares durante su gobierno. A nivel internacional sentó las bases para la unidad regional y mundial firmando acuerdos con Rusia, China, Irán.

No fue un hombre más, fue único. Un intelectual, que podía comunicar sus ideas a un campesino y citar con naturalidad a Eduardo Galeano, István Mészáros o reflexionar sobre las obras de Gransci en sus discursos.

El Che y Chávez recuperaron la dimensión humana del socialismo. Sencillos frente al dolor y altivos frente a los poderosos. Seres humanos únicos, irrepetibles. Capaces de desafiar al imperio y conmoverse ante el dolor de los más pequeños. Duros con el poderoso y tiernos con los débiles.

Murió Chávez, pero ¿quién está derrotado?

Chávez al igual que el Che vivió muy poco tiempo, pero lo suficiente para herir de muerte al imperio. Derrotó al ALCA, y puso en crisis al neoliberalismo. Chávez está muerto, pero triunfante. Su obra está completa. Los poderosos festejan su muerte, pero Latinoamérica nunca más será el patio trasero yanqui. Mientras el neoliberalismo agoniza, su figura se agiganta como la del Che.

Hay un inmenso dolor por su muerte, pero abrió un camino luminoso para los pueblos. Latinoamérica ya no será igual. Hay dolor, pero también hay una infinita felicidad por el camino que abrió y por el ejemplo luminoso que nos dejó el comandante de los pobres.

La Haine

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal