¿A quién beneficia una nueva Guerra en Oriente Medio?
Al cabo de una década de la caída de Hussein, el actual Irak sería un Estado fallido y carcomido por la metástasis de la corrupción y la inseguridad e incapaz de aumentar su producción de petróleo estimado en los 3 millones de barriles por día, lo que evidencia el fracaso de los más de 61.000 millones de dólares dedicados desde 2003 por EEUU para erigir un nuevo Estado iraquí basado en la revitalización y modernización del sector petrolero, la formación de un Gobierno central de Coalición y unas Fuerzas Armadas modernas y multi-confesionales. Según un artículo publicado por el New York Times, una buena parte de la producción petrolera de Irak tendría como destino China, dado que las compañías occidentales (Exxon Mobil, Shell, BP y otras serían reacias a invertir en dicho país, pues las regalías, impuestos y otros cargos cobrados en Irak suelen engullir el 90% o más de las ganancias de una empresa petrolera, mientras que las inversiones en EEUU consiguen una ganancia del 50% aunado con el hecho de que EEUU importa tan sólo el 3% de sus necesidades petrolíferas de Iraq.
Así, el Gobierno de Al Maliki firmó en 2008 un acuerdo con China cifrado en 3.000 millones de dólares, mediante el cual la firma estatal China National Petroleum Corp. (CNPC) obtuvo los derechos de explotación durante 23 años del campo petrólifero de Al Ahdab (el mayor yacimiento abierto en Irak durante las dos últimas décadas con una producción estimada de 25.000 barriles diarios) recibiendo de parte china la condonación del 80 por ciento de la deuda heredada de la época de Sadam Hussein, estimada en unos 8.500 millones de dólares. Ello supuso un misil en la línea de flotación de la estrategia brzezinskiniana cuyo objetivo confeso sería cortar las fuentes de alimentación energéticas de China para lograr la total rusodependencia energética china y en una fase posterior acabar enfrentándolas entre sí, por lo que bajo la excusa de “acabar con las fuentes de financiación del Estado Islámico”, asistiremos al bombardeo sistemático de refinerías y campos petrolíferos controlados por ISIS para pasar posteriormente al sabotaje por comandos de Israel y EEUU de grandes campos petrolíferos como el citado de Al Ahdab y que serán atribuidos al Daesh tras lo que se procedería a la partición de Irak.
El Plan Biden-Gelb, aprobado por el Senado de EEUU en el 2007 y rechazado por Condolezza Rice, Secretaria de Estado con George W. Bush, preveía la instauración en Irak de un sistema federal con el fin de evitar el colapso en el país tras la retirada de las tropas estadounidenses y proponía separar Irak en entidades kurdas, chiíes y sunitas, bajo un gobierno federal en Bagdad encargado del cuidado de las fronteras y de la administración de los ingresos por el petróleo. Así, estaba prevista la aparición del Kurdistán Libre presidido por Masoud Barzani con capital en Kirkust y que incluiría zonas anexionadas aprovechando el vacío de poder dejado por el Ejército iraquí como Sinkar o Rabia en la provincia de Ninive, Kirkuk y Diyala así como todas las ciudades de etnia kurda de Siria ocupadas por la insurgencia kurda del BDP. El nuevo Kurdistán contaría con las bendiciones de EEUU y dispondrá de autonomía financiera al poseer el 20% de las explotaciones del total del crudo iraquí con la “conditio sine qua non” de abastecer a Turquía, Israel y Europa Oriental del petróleo kurdo a través del oleoducto de Kirkust que desemboca en el puerto turco de Ceyhan . De otra parte, tendríamos al Sunistán con capital en Mosul y que abarcaría las ciudades suníes de Ramadi, Faluya, Mosul, Tal Afar y Baquba ( triángulo suní), con fuertes conexiones con Arabia Saudí y Emiratos Árabes y que derivará posteriormente hacia un radical movimiento panislamista que utilizará el arma del petróleo para estrangular las economías occidentales en el horizonte del próximo quinquenio. Finalmente, como tercera pata del trípode, tendríamos al Irak chíi con capital en Bagdad que ejercerá de contrapeso al wahabismo saudí y que gravitará en la órbita de influencia de Irán, lo que convertiría Irán en gran potencia regional en clara pugna con Arabia Saudí e Israel.
¿Busca la Administración Biden una nueva Guerra en Oriente Medio?
Irán adquirió una dimensión de potencia regional gracias a la política errática de Estados Unidos en Iraq, (fruto de la miopía política de la Administración Bush obsesionada con el Eje del Mal ) al eliminar a sus rivales ideológicos, los radicales talibanes suníes y a Sadam Husein con el subsiguiente vacío de poder en la zona. Irán poseería según los expertos, las terceras mayores reservas probadas del mundo de petróleo y gas pero carecería de la tecnología suficiente como para extraer el gas en los yacimientos más profundos y necesitaría una inversión multimillonaria para el desarrollo de la industria petrolera y gasística debido a la inanición financiera provocada por el contencioso nuclear con EEUU y las sanciones internacionales.
Además, la revitalización del acuerdo de cooperación energética del 2010 entre Irak, Irán y Siria para la construcción del gaseoducto de South Pars a Homms que conectaría el Golfo Pérsico con el Mar Mediterráneo relativizaría la importancia estratégica del Proyecto del Gasoducto Trans-Adriático (TAP), (sustituto del fallido gasoducto Nabucco proyectado por EEUU para transportar el gas azerbaiyano a Europa a través de Turquía),así como el papel relevante de los Emiratos Árabes como suministradores de crudo a Occidente, lo que explicaría el afán de Qatar, Arabia Saudí y Turquía por torpedear el acuerdo del G5+1-Irán.
Así, tras la aprobación por el Congreso y Senado de EEUU de una declaración preparada por el senador republicano Lindsey Graham y el demócrata Robert Menéndez que señala con rotundidad que “si Israel se ve obligado a defenderse y emprender una acción (contra Irán), EEUU estará a su lado para apoyarlo de forma militar y diplomáticamente”, asistimos al aumento de la presión del lobby pro-israelí de EEUU (AIPAC) para proceder a la desestabilización de Irán por métodos expeditivos. En una primera fase de dicho plan, el Senado de EE.UU. renovó de forma unánime hasta el 2.026 la Ley de Sanciones contra Irán (ISA por sus siglas en inglés) y tras el lanzamiento de un nuevo misil balístico por Irán, Trump amplió las sanciones contra varias empresas iraníes relacionadas con los misiles balísticos sin violar el Acuerdo Nuclear firmado entre el G+5 e Irán en 2.015 , conocido como Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés. Dado que las reservas estratégica de EEUU están en máximos y la industria del shale estadounidense en franca bancarrota, no sería descartable que asistamos a un enfrentamiento bélico de la entente EEUU-Israel contra Irán para provocar una nueva crisis del petróleo que haga elevar hasta límites estratosféricos el precio del crudo y así lograr la asfixia energética de China dentro de la estrategia brzezinskiniana de lograr la total rusodependencia energética china para en una fase posterior acabar enfrentándolas entre sí.
GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ-Analista