Ígor Kirílov: el general ruso más odiado por Occidente
El teniente general Ígor Kirílov, jefe de las Tropas de Protección Radiológica, Química y Biológica de las Fuerzas Armadas rusas, falleció este martes en un atentado con explosivos en Moscú. La portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, resume así la trayectoria del militar, muerto a los 54 años: “Durante muchos años, sistemáticamente, con los hechos en la mano, expuso los crímenes de los anglosajones”.
Es fácil deducir quién asesinó a Ígor Kirílov (el autor material del atentado ya ha declarado que le pagaba la inteligencia ucraniana). Y es que era uno de los militares rusos más odiados por Occidente y, especialmente, por Kiev, que abrió una causa penal en su contra en vísperas del asesinato del general.
En 2022, en medio de la operación especial rusa, Ígor Kirílov presentó pruebas documentadas de que el Pentágono estadounidense financiaba laboratorios en Ucrania para desarrollar componentes de armas biológicas. Las actividades, que hasta implicaron ensayos sobre pacientes de hospitales psiquiátricos, fueron amparadas por un acuerdo entre la Defensa norteamericana y el Ministerio de Salud ucraniano fechado en 2015, es decir, poco después de producirse el golpe de Estado en Kiev. En su marco, laboratorios biológicos en Kiev, Odesa, Leópolis y Járkov recibieron decenas de miles de dólares. Su existencia fue confirmada por Victoria "Fuck Europe" Nuland, en aquel entonces subsecretaria de Estado estadounidense, quien se mostró muy preocupada en 2022 por el riesgo de que las tropas rusas se hicieran con el control de lo que calificó como “instalaciones de investigación biológica” en Ucrania.
Fue Ígor Kirílov quien demostró que los supuestos ataques químicos en Siria durante la guerra civil en ese país habrían sido un montaje de los adversarios del ahora derrocado Gobierno de Bashar Asad. Aparte de haber denunciado las numerosas inconsistencias en las acusaciones que responsabilizaban a las legítimas autoridades de la República Árabe Siria, también constató que servían para justificar los golpes de la coalición occidental contra las fuerzas gubernamentales. Por ejemplo, estas fueron las consecuencias de los supuestos ataques químicos en Jan Sheijun o Duma. Según Ígor Kirílov, los montajes perseguían frenar el exitoso avance de las fuerzas de Bashar Asad.
Por su parte, el envenenamiento en el Reino Unido del exespía ruso Serguéi Skripal y su hija, en marzo de 2018, buscó justificar el recrudecimiento de la campaña occidental de sanciones contra Rusia. Moscú desmintió todos los argumentos que señalaban al Kremlin, mientras que Ígor Kirílov reveló que la fórmula de Novichok, agente nervioso utilizado contra los Skirpal, fue publicada por el químico ruso Vil Mirzayánov, prófugo en EEUU, 10 años antes del incidente en suelo británico. Y, vaya coincidencia, fueron Londres y Washington los grandes promotores de la demonización contra Rusia por el caso Skripal, sin presentar pruebas. Desde el Reino Unido se limitaron a manifestar que fue “altamente probable” la implicación de Moscú y, por lo tanto, Rusia debía ser castigada.
Ígor Kirílov también fue un gran protagonista de la exitosa ofensiva rusa en la zona de la operación militar especial. Y es que los sistemas lanzallamas pesados rusos Solntsepiok, que están en servicio en las Tropas de Protección Radiológica, Química y Biológica de Rusia, constituyen una gran pesadilla para las posiciones ucranianas.
Resumen Latinoamericano