Injusticia climática creciente
Del 5 al 15 de junio se reunieron en Bonn los órganos subsidiarios de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), en preparación a la 28 conferencia global que se realizará en diciembre próximo en Emiratos Árabes Unidos. Aunque hay muchos puntos de tensión, desde el primer día las discusiones se polarizaron en torno a la demanda de los países del Sur global de incluir en la agenda el tema de financiación para acción climática (a la que deben contribuir mayormente los países del Norte) y la propuesta de Europa, EEUU y otros países altamente industrializados de discutir un programa global de mitigación de gases de efecto invernadero (GEI) sin incluir financiación en la agenda.
Cuando los países industrializados hablan de mitigación –que en el lenguaje de cambio climático se entiende como sinónimo de reducir emisiones de GEI– en realidad se refieren a seguir emitiendo igual o más, pero supuestamente compensar sus emisiones a cero netas, con tecnologías como captura y almacenamiento de carbono, geoingeniería y/o a través de mercados de carbono, todas medidas que no reducen, sino que incluso pueden aumentar las emisiones de gases. Los mismos países controlan también las patentes de tecnologías renovables y en ningún caso se refieren a bajar el consumo o demanda de energías en el Norte global, aunque sí exigen, de hecho, que los demás países lo hagan.
Costó más de dos décadas que el convenio de cambio climático reconociera la necesidad de reparar las pérdidas y daños causados por el cambio climático a los países que no lo provocaron, pero no hay financiamiento para ello. Los países del Norte ni siquiera han cumplido con el tímido compromiso que hicieron en Copenhage en 2015 de movilizar 100 mil millones de dólares anuales para financiamiento climático en general. Enfatizo que usaron el verbo movilizar porque no comprometieron contribuciones reales, sino que pueden ser préstamos, inversiones privadas con las que obtienen más lucros, renombrar ayuda al desarrollo (ya comprometida antes) como financiación climática, rebautizar apoyo para desastres e incluso actividades comerciales que generan más carbono como financiación climática.
Es grave porque los países del Sur que no causaron el cambio climático son los que más lo sufren y requieren apoyo para adaptarse, prevenir y reparar los impactos para avanzar con una transición socialmente justa hacia economías que no generen más carbono cubriendo las necesidades básicas de sus poblaciones. Una demanda que no es de caridad, sino de justicia.
Un estudio publicado este mes en la revista científica Nature estimó que los países industrializados deberán más de 170 billones (millones de millones) de dólares en compensaciones por los daños provocados a los países del Sur por el cambio climático hasta 2050. Si los países del Norte global llegaran ese año a lo que llaman emisiones cero netas como muchos de ellos enuncian, de todos modos habrán ocupado la mayor parte del espacio atmósferico disponible para no provocar un aumento global de la temperatura global a más 1.5 grados, apropiándose del espacio de los demás países (https://www.nature.com/articles/s41893-023-01130-8).
A esto se agrega que en términos históricos, los países industrializados del Norte global han emitido más de 90 por ciento de las emisiones de efecto invernadero que causan el calentamiento global. Gran parte del 10 por ciento restante se divide entre dos países con alta extracción de petróleo: Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita. El resto de los países del mundo han emitido poco y la mayoría nada. Anualmente se emiten cerca de 38 gigatoneladas (Gt) de gases de efecto invernadero. El principal emisor histórico y per cápita es EEUU, que con 4 por ciento de la población mundial usa 25 por ciento de la energía. El mayor emisor actual en volumen total es China, pero queda muy por debajo en emisiones per cápita.
El panel intergubernamental de expertos sobre el cambio climático (IPCC) estima que para no sobrepasar 1.5 grados de aumento de temperatura, sólo resta un máximo de emisiones de 480 gigatoneladas de dióxido de carbono o equivalentes.
La temperatura promedio ha aumentado 1.1 grados sobre niveles pre-industriales y ese calentamiento causa la crisis climática que estamos viviendo. Puede parecer poco, pero cada décima de grado de aumento global significan graves desequilibrios en el sistema climático, que devasta ecosistemas y aumenta los extremos climáticos con enormes impactos humanos, muy desiguales en el mundo por la vulnerabilidad de los más pobres.
Otro estudio analiza a su vez los supuestos de los modelos usados por el IPCC para calcular los escenarios futuros de emisiones (modelos de evaluación integrados o IAM, por sus siglas en inglés) y estimar cuánto necesitamos reducir hasta 2050. Encontró que esos modelos se basan en que los países del Norte seguirán demandando muchísimo más que los del Sur, aunque tengan una población mucho menor, lo cual reproduce y afirma la injusticia global existente (https://osf.io/p46ty).
La demanda de los países del Sur de discutir financiación climática es más que justa, tanto por la gran cuantía de las deudas sociales, ecológicas y climáticas acumuladas, como por la proyectada apropiación del espacio atmósferico que los llamados planes de mitigación de los países industrializados conllevan.
La Jornada