¿Planea sobre Francia un nuevo Mayo del 68?
Tras ser elegido Emmanuel Macron presidente de la República francesa, intentó catalizar el chauvinismo de los ciudadanos restaurando el atavismo de la 'Grandeur', doctrina que conjugaría el culto a la independencia económica, política y militar de Francia con la consolidación de la misión de la Nación y de la cultura francesa en el mundo.
Sin embargo, la irrupción de la pandemia del Covid aunado con el conflicto ucraniano, reveló el preocupante servilismo de los países occidentales a los dictados de la OMS y de EEUU, que se tradujo en la pérdida de poder decisorio de las instituciones europeas y su total subordinación a los dictados geopolíticos de EEUU, quedando Francia como una potencia irrelevante en la nueva cartografía geopolítica de la Guerra Fría 2.0.
En política doméstica, a instancias de la Patronal francesa (MEDEF) y con la oposición de los principales sindicatos del país galo (CFDT, CGT y FO), el Ejecutivo de Macron acaba de proponer el retraso de la jubilación a los 64 años para el 2030, lo que sería un misil en la línea de flotación de la idiosincrasia francesa, cuyo imaginario colectivo habría interiorizado su derecho a una jubilación temprana como premio a su esfuerzo laboral.
Ello, aunado con la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores debido a la desbocada inflación y al empobrecimiento galopante de las clases medias, podría agudizar la fractura social del país, que obligará a amplias capas de la población (especialmente los “sintecho”, los “sinpapeles” y los desheredados de las banlieues o periferias) a depender en exclusiva de la beneficencia, quedando así diluidos los efectos benéficos de las clásicas medidas sociales (reducción de impuestos, subida de las prestaciones por desempleo y discriminación positiva en la inserción laboral de los inmigrantes).
Todo ello podría provocar la radicalización de los otrora aburguesados y sumisos sindicatos de clase (CGT, CFDT y FO) y conllevar frecuentes estallidos de conflictividad laboral. Ello ya tuvo su bautismo de fuego en la huelga general convocada por sindicatos y partidos de la oposición para el 19 de enero, que congregó en las calles francesas a cerca de 2 millones de personas.
Dada la oposición, según los sondeos, de dos tercios de la población francesa al retraso de la jubilación, es previsible que dichas movilizaciones vaya in crescendo, no siendo descartable la reedición del Mayo del 68 y unas futuras elecciones que podrían condenar al ostracismo político a Macron.