¿Quién sucederá a Bolton, el que "se pasó de la raya"?
El presidente estadounidense, Donald Trump, dijo este miércoles que su exasesor de seguridad nacional, John Bolton, se “pasó de la raya” en la política hacia Venezuela. El presidente no quiso aclarar, si ahora que Bolton ha dejado el cargo estaría dispuesto a reunirse con el presidente venezolano Nicolás Maduro, y afirmó: “No quiero hablar sobre eso”. Añadió que Bolton había cometido algunos errores, incluyendo ofender al líder norcoreano Kim Jong Un, al exigirle que siguiera el “modelo libio” y entregara todas sus armas nucleares.
El despido del asesor de "línea dura" provocó especulaciones de que la política de Trump hacia adversarios como Irán, Venezuela y Corea del Norte podría cambiar, pero el presidente iraní, Hassan Rouhani [sabedor de que cambian las personas pero no las políticas], dijo el miércoles que Teherán no negociará con Washington mientras haya sanciones contra su país.
“Los republicanos de Florida no tenían idea de que el halcón de Venezuela John Bolton estaba siendo despedido”, titula el Miami Herald. El congresista [gusano] Marco Rubio, guionista y financista de grupos opositores venezolanos, señaló que "Trabajamos muy bien con él y, en mi opinión, hizo un buen trabajo”.
Mark Feierstein, exdirector hemisférico, apuntó que Bolton "era más militarista que Trump”. Ahora, con el despido de Bolton, todo indica que se reforzará la política de Mike Pompeo y Elliott Abrams, menos inclinados a una intervención militar en Venezuela en lo inmediato, ya que ambos confían en que la política seguida hasta ahora terminará por derrocar al presidente legítimo Nicolás Maduro.
Cuidado con Charly
Charles Kupperman, experto en negociaciones sobre armas estratégicas, que se desempeñó como asesor del expresidente Ronald Reagan (1981-1989), es quien sustituye interinamente a Bolton
De 68 años, Charlie Kupperman es considerado un alfil del sionismo internacional, con estrechas relaciones con el gobierno de ultraderecha de Likud, con experiencia en guerras globales para favorecer los intereses de EEUU, Israel y las grandes corporaciones trasnacionales. Con su nombramiento interino, se convierte en el cuarto asesor de seguridad nacional de Trump, luego de que pasaron también por esa posición los generales Michael Flyn y Herbert McMaster.
El dúo dinámico
La estrategia del dúo Pompeo-Abrams ha consistido en propiciar un levantamiento o una rendición interna (“quiebre”) del Gobierno bolivariano por medio de tres vectores de presión: a) las sanciones, dirigidas a provocar malestar social, al limitar aún más la disponibilidad de divisas para la importación de insumos y alimentos.; b) el “poder dual”, que se ha expresado solo en el exterior, y c) la amenaza de intervención armada, que se suponía iba a cumplir un rol de disuasión sobre los miembros de la fuerza armada venezolana
Estos planes del Secretario de Estado y del asesor especial para Venezuela no excluyen las eventuales conversaciones y no considera necesaria, por el momento, una intervención militar desde el exterior.
Por eso la activación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) dispuesta por la OEA (con los votos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, EEUU, Guatemala, Haití, Honduras, Paraguay, República Dominicana y el represemtamte del autoproclamado “presidente interino” venezolano Juan Guiadó), intenta cumplir el papel de amenaza
EEUU fue creando, paralelamente, un andamiaje institucional para el caso en que cambie la estrategia del golpe palaciego –tras fallar en un farsesco levantamiento militar el 30 de mayo- y se pase a un esquema de acciones de guerra, que es lo reclaman a EEUU dirigentes de la derecha venezolana.
El veterano Elliot Abrams, con un oscuro pasado cuando dirigió el escándalo Irán-Contras, considera que la estrategia de las sanciones surtirá efecto en la medida en que se incorpore la Unión Europea y en particular España. No fue gratuita su sentencia en Bruselas sobre la “inútil” conducta europea, mientras propiciaba por todos los medios una mayor enemistad entre Madrid y Caracas, para producir una reacción y que España se incorpore plenamente al embargo dictaminado por Trump, cosa que no logró.
Los corrillos de la Casa Blanca afirman que Bolton era quien más abogaba por una opción militar para deponer al chavismo y recuerdan cuando en enero, en medio de una conferencia sobre la crisis venezolana exhibió "casualmente" una libreta en la que se podía leer "5.000 tropas en Colombia".
Apenas una técnica de intimidación para con el Gobierno de Maduro: la cancillería colombiana señaló que desconocía de que se trataban estas anotaciones, el Departamento de Defensa de EEUU señaló que no recibió solicitud alguna para un despliegue de tropas en suelo colombiano, y altos jefes de la aeronáutica negaron la elaboración de una acción militar en Venezuela. El secretario de Defensa, Patrick Shanahan, se lavó las manos y declaró que no discutió con Bolton la opción de enviar 5.000 soldados a Colombia. Bolton sólo sonreía detrás de sus bigotones
A finales de agosto, Bolton volvió a arremeter en tuits contra Maduro. "Como el Presidente (Trump) ha declarado en repetidas ocasiones, para poner fin al robo de los recursos del pueblo venezolano y la continua represión, Maduro debe irse. Los únicos asuntos discutidos por aquellos que están acercándose a espaldas de Maduro son su partida y elecciones libres y justas", trinó, horas después de que el presidente venezolano confirmara que "desde hace meses y bajo su autorización expresa" miembros de su gobierno estaban conversando con EEUU.
Bolton había filtrado a la prensa versiones sobre el presidente de la Asamblea Constituyente venezolana, Diosdado Cabello, señalando que éste se había reunido el mes anterior en Caracas con alguien cercano al gobierno de Trump y que se estaba organizando un segundo encuentro. En Washington también pusieron en duda que el encuentro con Cabello se haya realizado, por lo que la información habría sido parte de una guerra psicológica.
La interpretación de la prensa fue que lo que se buscaba era dividir al gobierno de Caracas, ahondando las supuestas diferencias entre los dos personajes, instalando en el imaginario colectivo que la unidad del oficialismo se estaba resquebrajando. Un intento [fallido] de influir en la población y, sobre todo, en los cuadros de las Fuerzas Armadas Bolivarianas.
El (pen)último episodio boltónico se produjo con sus declaraciones del 21 de agosto: “No quiero decir quién, pero todos quieren la salida de Maduro”. Quizá el “todos” era el periodista derechista Leocenis García, quien viajó dos veces a Washington en los últimos meses para proponer una negociación [para una salida golpista] que incluyera a las fuerzas militares.
En ese momento, el influyente The Washington Post afirmó que la relación entre Trump y Bolton se resquebrajaba cada vez más, pues el mandatario no quería un conflicto armado en este momento, mientras que el entonces asesor de seguridad insistía en que esa era la mejor opción.
De cualquier manera la dirección que Bolton le ha dado a la política exterior estadounidense no podrá cambiar rápidamente [probablemente ni siquiera se lo planteen], y seguramente los interlocutores, sean dirigentes rusos, chinos, iraníes, coreanos, afganos o venezolanos, abrirán un compás de espera, al menos hasta conocer quien será en realidad su sustituto y cuál será su política.
Ahora, cuando las relaciones entre Colombia y Venezuela están sensibles, faltará esperar qué posición toma EEUU sin la esquizofrenia de Bolton como asesor de seguridad.
CLAE. Extractado por La Haine.