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Medio Oriente, Medio Oriente :: 05/09/2024

Islam: una asignatura pendiente

Gonzalo Abella
Ante muchos pueblos, la bandera de la emancipación antiimperialista se asocia firmemente con el Islam

El siglo XXI es el escenario de la batalla final, definitiva, entre los pueblos del mundo y el capitalismo saqueador. La lucha de cada pueblo por su soberanía incide, tiene su importancia propia, en el balance mundial. En algunos Estados como el nuestro [Uruguay], la lucha se libra en el terreno menos doloroso, el que nos permite por ahora la legalidad burguesa. A otros pueblos, por el contrario, la lucha por su libertad los obliga a heroicos sacrificios. Pero ningún pueblo se rinde.

Los movimientos de emancipación popular y estatal, los partidos o alianzas en lucha por la Liberación Nacional de cada territorio, exhiben una diversidad ideológica y filosófica mayor a la que previó la Ciencia Social de tiempos pasados. Así por ejemplo en nuestro Continente, en partes de África y Asia, la Teología de la Liberación cristiana inspiró e inspira a muchos líderes y movimientos populares.

Ante otros pueblos, la bandera de la emancipación antiimperialista se asocia firmemente con el Islam.

Por el número de sus fieles (1.900 millones, 20% de la población mundial), el Islam es la segunda religión monoteísta en el planeta. Alrededor del año 600 D.C. Mohammed, su fundador, aceptó la creencia en libros del Antiguo Testamento de la Biblia y de la Torá hebrea, pero rechazó tanto la idea de la Trinidad cristiana como el exclusivismo sectario hebreo. Afirmó que hay un solo Dios (Alah) y que Él y su arcángel Gabriel le habían permitido leer en el libro sagrado de Al Koránen un ascenso al Cielo desde la actual “Explanada de las mezquitas” en Al Quds (Jerusalem).

Perseguido en La Meca, apoyado en Medina, Iluminado en Al Quds, Mohammed fue considerado desde entonces por sus seguidores como “el sello de los Profetas”. Desde la Península Arábiga se expandió su doctrina por el universo árabe, por la cultura persa y por otros territorios de Asia y luego de África.

Tras la muerte de Mohammed, los califas reafirmaron su doctrina y publicaron Al Korán. Pero surgieron diferencias. El cuarto califa, yerno de Mohammed, Alí Ibn (ibn significa “hijo de”) Abi Talib, fue asesinado. Su hijo mayor, Hassan Ibn Alí, fue envenenado y su hermano Hussein Ibn Alí tomó la conducción de los defensores de la familia del Profeta. Sus seguidores fueron llamados “chiítas”. Hussein murió en combate en el año 680 D.C., año 61 de la “Hégira” del Islam. Desde entonces, los chiitas hacen una peregrinación anual a su tumba en Karbalá, territorio sirio. El Arbain (40 día de duelo) parte del día ashura (día 10 del mes muharram) y culmina con la gigantesca manifestación a Karbalá.

Todo esto pasó alrededor de los años 600. La mayoría no chiíta de los creyentes (los sunni) no reconocieron como únicos herederos de la Fe a Alí y sus hijos, y mantuvieron como referencia las enseñanzas directas del Profeta Muhammedy sus dichos y prácticas (hadices).

Pero todo cambió alrededor del año 1000 D.C. Las cruzadas, que fueron un saqueo europeo con fachada de cristianismo, unificaron a los creyentes del Islam en torno a un conductor extraordinario, conocido en el Occidente como Saladino. Ante el saqueo, el Islam pasó a ser bandera de liberación nacional. Lo siguió siendo mucho después, en la lucha anticolonialista, desde Egipto y Argelia hasta Persia.

En el siglo XX, el imperialismo y el sionismo crearon falsas instituciones islámicas, manipulando a los reclutados en el odio contra los demás musulmanes, a los que acusaban de traidores a la Fe. Así crearon a los talibanes, a Al Quaeda, y al Daesh, Estado Islámico o ISIS, grupos de terroristas fanáticos, cuñas para dividir a los pueblos. Y en una propaganda mentirosa, trataron de clasificar como “terroristas”, y meter en una misma bolsa, a los auténticos luchadores por Palestina (Hamas, Yihad Islámico, FPLP) y a las instituciones patrióticas Hizbollah (Libano) y Ansarollah (Yemen).

Los pueblos del mundo van transitando los caminos de liberación y fraternidad internacionalista. Su diversidad filosófica no es para nosotros una dificultad sino una riqueza. La fraternidad nos exige entenderlos a todos, y conocer, aunque sea en rasgos generales, sus formas de pensar y sentir; desde la filosofía de los pueblos originarios a la de nuestros compañeros de destino, esos 1900 millones de creyentes del Islam.

Resumen Latinoamericano

 

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