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Mundo :: 07/11/2014

La Cruz Roja, los criminales de la dictadura y el humanitarismo de Mujica

Marcelo Marchese
En Uruguay hay presos y presos y cárceles y cárceles. Algunas son visiones del infierno que Dante hubiese utilizado para hacer sufrir, literariamente, a algún enemigo.

Otras, aunque no sean un paraíso, semejan en todo caso al purgatorio imaginado por el florentino. En Domingo Arena los reclusos comparten tres teléfonos públicos y cada cual tiene celda propia, TV cable y un frigobar. Se da el caso que el Goyo Álvarez disfruta de dos piezas, una para dormir y otra para recibir visitas.

Este privilegio es resultado de ciertos rasgos de carácter de nuestro expresidente y de la mentalidad "hegemónica" en aquel sitio. La cárcel de Domingo Arena es una dependencia militar. Por lo que sospecho, ni un sólo civil de entre los civiles que torturaron a mansalva goza de la compañía de estos reclusos. Ser militar trae acarreados varios inconvenientes. Puede suceder que la patria peligre y entonces uno es el primer candidato a regar el suelo con sangre heroica. Pero la incomodidad generada por esta horrible espada de Damocles (salvo Uruguay, casi todos los países alguna vez pueden entrar en guerra) es subsanada por beneficios innumerables.

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