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Mundo :: 19/02/2002

La guerra de resistencia

Profesor J

América Latina y todo el continente tienen una tradición guerrera de resistencia que perdura en el tiempo y se proyecta hacia el futuro en forma de oleadas con sones de victoria. La primera resistencia comenzó en 1492 contra los europeos y la segunda tuvo su inicio contra los estados y gobiernos instalados por los independentistas. La tercera oleada es la ofensiva obrera de fines del S.XIX y comienzos del XX. La cuarta es la insurgencia iniciada por la revolucion cubana y el internacionalismo del Che. La quinta, y esperamos que sea la última, es la que tiene inicio con la sublevacion zapatista y la expansion por el continente de la lucha de los pueblos originarios y demas sectores marginados en las más variadas formas de autonomía y rebeldía.

Cuando llegaron los enviados de Malinche, el primero que levanta las banderas de la defensa del territorio, de la vida y de la libertad es Hatuey, originario de la isla que hoy forman la República Dominicana y Haití. Escapa a la que hoy es Cuba, avisa a sus habitantes y dirige la preparación de trampas y emboscadas para recibir a los castellanos que fueron duramente castigados durante casi dos años. Se trata al mismo tiempo del inicio de la resistencia anti-clerical, pues los invasores tenían como misión destruir nuestras culturas para imponer su ideología religiosa. Cuando por fin atrapan a Hatuey lo atan al poste del tormento para ponerle fuego y un cura le pregunta si desea ser bautizado para ir al cielo. Hatuey pregunta si en el cielo hay españoles y ante la respuesta afirmativa dice que no, gracias, y rechaza el bautismo para no unirse en comunión con los asesinos de su pueblo.

Asi la resistencia es en defensa del territorio, de la vida, de la libertad y de la cultura, elementos esenciales de la identidad comunitaria. Los invasores impusieron su modelo a sangre y fuego, instalando islas de cultura europea en las ciudades que iban fundando alrededor de la administracion, del cuartel y de la iglesia. Imponen el idioma extranjero y la depredacion de la tierra, someten a los pueblos originarios a la más feroz esclavitud y traen millones de esclavos de África para implantar nuevos cultivos.

La resistencia se extiende por todo el continente, desde los bosques de la actual Canada, hasta la Patagonia. Ejemplos como el de Hatuey encontramos en todos lados, como Tupac Amaru en el Tawantinsuyu o Lautaro en el Bío Bío, e independientemente de los jefes guerreros, es importante anotar que los pueblos enteros se levantaban, luchando juntos hombres y mujeres. Columnas de adultos, ancianos y niños se ocultaban en los bosques y selvas o subían a las montañas a parapetarse y reconstruir las comunidades, y desde allí bajaban en audaces ataques incendiando las ciudades.

De los europeos descienden dos líneas, una de los altos funcionarios y propietarios de tierras, y la otra de trabajadores manuales y otros sectores traidos de las capas más humildes del viejo continente. La primera no se mezcla, más bien rechaza el roce con las comunidades originarias manteniendo a las mujeres en la condición de sirvientas domésticas o de prostitutas en los lupanares. La segunda se mezcla con los originarios y los africanos, dando origen al pueblo pobre. La oligarquía, esto es, los grandes propietarios de las tierras repartidas después de haberlas usurpado, decide separarse de las metrópolis y establecer su dominación exclusiva. Aparecen las llamadas guerras de la independencia, que no era más que la disputa entre los poderosos para la posesión del botín. Es un cuento de hadas eso del patriotismo y las banderas. Aunque los cuentos de hadas son más bonitos. Sólo sirvió para establecer un marco referencial de las clases dominantes para envolver al pueblo pobre detrás de sus intereses y separarlos tanto de la influencia europea directa como de su identidad objetiva de oprimidos junto con las comunidades originarias.

Si en Europa los campesinos fueron atraidos a las ciudades para caer en el cepo del capital y dar origen al proletariado, en Abya Yala, nuestra Pachamama, los pobres infelices traidos de Europa a las ciudades fueron siendo distribuidos a trabajar en el campo y en las minas, dando origen así al actual campesinado y posteriormente al proletariado, resultado de mezclas con las comunidades locales y africanas cuyos miembros capturados eran destinados a esas mismas faenas, y luego fueron configurando la geografía humana de las periferias de las ciudades.

De esa manera la oligarquía contaba con verdaderos ejércitos de mano de obra sumamente barata con las cuales formó las compañías y batallones para luchar contra los castellanos, o en el norte contra los ingleses o en en sureste contra los portugueses. Los ingleses disputaban las vías marítimas y el control de las colonias a los castellanos y lusos, por eso habilmente prepararon en las universidades de Londres a algunos hijos de terratenientes que allí estudiaban y luego volverían a hacerse cargo de la hacienda de papá. Les metieron en el coco que era mejor que solitos administrasen toda la res pública, la cosa pública y les ofrecieron comprarles sus productos a buen precio, etc. o sea, la fruta pelada en la boca. Los anglos habían perdido sus territorios en el norte por la revolución de las 12 colonias que se habían sumado a los ideales burgueses de la ilustración y del liberalismo, y querían que los ibéricos tomasen la misma medicina purgante para perder los territorios de sus colonias y así ellos entrar a controlar esos codiciados mercados, o sea, cambiar peón por reina. La jugada fue hábil, pues de paso le daban un nuevo golpe a los católicos que reforzaban sus andaduras en las cortes de Castilla y Aragón y enviaban manadas de curas al continente de Abya Yala para reclutar nuevas ovejas. Los anglicanos, que se habían separado del Vaticano, estimulaban las logias masónicas y así estos jóvenes caballeros sudamericanos hijitos de papá fueron gentilmente invitados a la que se llamó la Logia Lautaro en Londres, usando el nombre del jefe guerrero mapuche que le había inchado las pelotas a los castellanos sin dejarlos pasar del Bío Bío hasta obligarlos a aceptar la independencia del territorio del Wallmapu, cuestión que España a regañadientes firmó y quedó como tratado de derecho internacional.

Bernardo O"Higgins, gran latifundista de Chile, Simón Bolívar de Venezuela y José de San Martín de Argentina, obviamente se encantaron con la idea y aceptaron el apoyo logístico inglés. Se prepararon en la logia masónica y enviaban mensajeros a sus países de origen para ir preparando y organizando la revuelta contra los hispanos. Aprovecharon todas las ideas de la revolución burguesa bien dirigidos por la batuta inglesa, cuya diplomacia secreta se anotó allí unos buenos puntos. Dicho y hecho, sumaron gente detrás de las falsas banderas de la libertad y pasaron de país en país derrotando a los castellanos que ya habían percibido el juego de la rubia Albión y se daban golpes unos a los otros en las diferentes rutas marítimas contratando corsarios como locos para hundir los barcos de su rival.

Los ingleses, digo los oligarcas sudamericanos, cantaron victoria y establecieron los estados y gobiernos al más puro estilo continuista europeo aplastando toda resistencia de los sectores populares que se habían sumado honestamente a lo que creían que era una lucha progresista. Líderes del pueblo son asesinados a mansalva para acallar las voces de la segunda resistencia que se iniciaba. En Chile es famosa la orden de muerte que O"Higgins lanzó contra Manuel Rodríguez, audaz organizador del pueblo pobre que agrupaba miles de campesinos y habitantes de las barriadas y que de modo alguno aceptaba la traición de la oligarquía que acabó con la representación de los reyes para establecer su propio dominio.

La oligarquía chilena, no contenta con eso, se lanzó contra el territorio independiente del Wallmapu a completar la tarea que no habían podido realizar los ejércitos de los reyes castellanos: arrebatarles las tierras a los mapuche asesinando a sus habitantes o enviándolos a inhóspitos rincones improductivos. Los estadounidenses hicieron lo mismo con su carrera hacia el oeste masacrando comunidades locales. Ambos y así en todas partes, fueron peores que los europeos. La segunda resistencia fue aplastada en nombre de la patria y de la bandera, de la propiedad, de los estados y del poder de la alianza entre la oligarquía y la naciente burguesía local absolutamente subordinada al capital europeo dominante en la época. Los próceres no han sido tales, ese es un invento patriótico y nacionalista contrario a los intereses reales de las masas oprimidas del continente. Fueron simples marionetas del colonialismo inglés y se sumaron a ese plan en su exclusivo beneficio para establecer las repúblicas donde someterían a la población a su control siguiendo la línea europea de creación de los estados nacionales funcionales a las necesidades del naciente capitalismo.

Pero de Europa no sólo viene el capital y el estado, sino que a fines del S.XIX comienzan a llegar obreros italianos, españoles y de otros países que traen las ideas del naciente proletariado: el anarquismo. Cientos, si no miles, de grupos, comunidades, medios de prensa, círculos de estudio, mancomunidades, centros obreros, sociedades de socorros mútuos, centros de mujeres, colectivos de estudiantes, etc. se instalan en los países del continente y la clase obrera retoma la continuidad de la resistencia continental. Grandes paros, movilizaciones, huelgas, barricadas y enfrentamientos cruzan el continente de cabo a rabo. Obreros e intelectuales locales se suman a esta oleada enriqueciendo las ideas que llegaban. También comienzan a llegar los primeros marxistas y las ideas de Marx son asumidas por grandes contingentes en lo que sería el naciente marxismo latinoamericano, que tenía más similitud con el pensamiento del Marx libertario de inicios de la Internacional de los Trabajadores que con el marxismo dogmático y autoritario. Farabundo Martí en El Salvador organiza con el Partido Comunista una poderosa revuelta campesina que acabó con una masacre por parte del estado que produjo alrededor de 30 mil muertos.
En diversos países los comunistas son activos organizadores y combatientes populares. Luchas campesinas, obreras y estudiantiles surgen por todos lados. La revolución rusa anima a anarquistas y marxistas. La tercera oleada de resistencia estaba en su apogeo hasta que desde las propias filas populares surgen las voces del reformismo del marxismo ortodoxo que hizo la opción de implantar el modelo ruso de centralización de los soviets acabando con el protagonismo del poder popular. La herencia anarquista y de los fundadores del marxismo latinoamericano fue traicionada. La histórica lucha de las comunidades originarias fue traicionada. La resistencia fue socavada desde adentro, se quiebra la unidad y el espíritu de lucha que había mostrado al proletariado como un sector capaz de estimular la incorporación y lucha de los demás sectores sociales del continente.

La cuarta oleada de la resistencia continental se inicia con la revolución cubana y sus colores rojo y negro, que obviamente rompen con la línea comunista etapista y conciliadora y se extiende aún más con el ejemplo y las ideas internacionalistas del Che, que retoma el marxismo latinoamericano, llama al combate, adopta también la bandera rojinegra que recoge todas las tradiciones de lucha y muere en la lucha guerrillera. Destacamentos revolucionarios surgen por todas partes tratando de ponerse a la cabeza de la nueva oleada que asusta al ya instalado imperialismo norteamericano que lanza una feroz ofensiva contrainsurgente articulando a los ejércitos nacionales aprovechando que la relación entre los grupos combatientes y las masas resistentes aún no cuajaba. El reformismo se negó rotundamente a sumarse a la lucha optando por continuar con sus proyectos de alcanzar el predominio del estado por vías electorales e instalar gobiernos locales que hiciesen oposición a Estados Unidos con el pretexto de que había un campo socialista que apoyaría, subordinando majaderamente sus estrategias a los vaivenes ideológicos de la burocracia moscovita.

La derrota de la cuarta oleada se debió claramente a la contrainsurgencia, pero ella supo aprovechar la división de las izquierdas en dos grandes corrientes, los reformistas y los revolucionarios, además que los revolucionarios no consiguieron o algunos no quisieron entender la necesidad de que la lucha fuese una lucha protagonista de masas.

Esperamos que en la actual oleada de resistencia se superen los errores anteriores, que la izquierda marxista ortodoxa abandone sus posiciones tradicionales y autoritarias y reconozca que la lucha viene desde abajo y que no es posible entrar a contener la lucha social para introducirla dentro de las institucioes nuevamente, aunque ahora si esos reformistas no se suman, van a quedar por fuera o debajo de la cama, pues el avance autónomo de la resistencia continental está perfilando el terreno donde se deben dar las propuestas, las discusiones y las decisiones: las asambleas horizontales. La izquierda revolucionaria está dividida en dos corrientes, los que quieren reeditar prácticas vanguardistas anteriores convocando a las masas y los que entienden que son esas masas auto-organizadas las que decidirán los caminos a seguir. Estos últimos están trabajando junto con anarquistas y comunidades originarias. Y esos son los dos grandes méritos de la actual oleada de resistencia:

La autonomía y rebeldía de los movimientos sociales.
La unidad en la acción de los luchadores en esas autonomías respetando las decisiones colectivas y el protagonismo social en la construcción del poder popular.

Afirmando esas dos tendencias, la resistencia será invencible.

Abrazos.
Profesor J
profesor_j@yahoo.com

 

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