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Argentina, Argentina :: 09/07/2024

La "higiene" libertarista

Iván Chalak
El mercado debe fluir y el Estado no influir. Todo debe ser desregulado, para lo que se crea un ministerio

Todo lo que obstaculiza la fluidez es nocivo para la salud. MichelFoucault nos aportaría quizás que dicha aseveración higienista se ha plasmado en la arquitectura de las grandes ciudades para prevenirnos de ciertas pestes.

Esta teoría ocultaba las pésimas condiciones de vida y hacinamiento en las que se encontraba la clase obrera en los albores del capitalismo. Ante esa situación se propiciaba que el aire corra, que los ventanales gigantes hagan fluir al viento, para que las miasmas no se concentren. Que los cuerpos no perezcan: se los convoca a trabajar y a consumir.

Dos siglos después el higienismo parece haber mutado en una corriente económica. En un envalentonado “libertarismo” también procedente de Europa. Las analogías y metáforas asociativas son una tentación difícil de esquivar. El mercado debe fluir y el Estado no influir. Todo debe ser desregulado, para lo que se crea un ministerio, en consecuencia se necesita a Federico Sturszeneger (o viceversa).

La noción subyacente es que el aparato estatal es malo per se. Sus trabajadorxs, considerados improductivos, deben ser eliminadxs. Así se reduce el gasto público y el déficit fiscal, ya que se necesita ahorrar para comprar dólares. Y pagar las infames deudas en billetes de dólar, de “cabeza grande”, eso sí.

Las grandes testas no albergan necesariamente grandes mentes, y lo grande tampoco es signo de eficiencia, pero suena modernizador y esclarecedor: eliminar pasos, agilizar, dejar hacer y no estorbar. En esa lógica, el Estado regulador, benefactor y corrector es una idea insultante para estas mentes. Más bien creen que muchas regulaciones son trasladadas a precios en nuestra economía por diversos mecanismos. Ergo hay que eliminarlas, no gravar al rico sino estimularlo, de lo contrario puede cansarse e irse, como Marcos Galperín y exponentes similares.

El liberalismo en su etapa libertaria vernácula otorga al mercado un lugar de preeminencia que no debe objetarse. También entrega bienes sociales comunes a su banquete como con el Régimen de Incentivo a las grandes inversiones (R.I.G.I.) y las privatizaciones. No hay nada que el mercado no pueda reproducir mejor si lo cuidamos. Todo es susceptible de convertirse en negocio. El discurso de los derechos se le atribuye a los débiles. Y quien toma el toro de la vida por las astas puede “emprender” con tenacidad y el triunfo está en sus manos.

Proyectos políticos populares, como el peronismo, también asignan al mercado gran importancia, sin disputar el núcleo de la desigualdad. Y pretendiendo que existe una comunidad organizada, en la que un mayor consumo del individuo es la clave trascendente de las subjetividades.

Esa perspectiva, sumada a la no disputa en las grandes cadenas de valor, termina alimentando la episteme del mercado. Y empollando el huevo de la serpiente que tenemos hoy día en el lugar de la dominación: 'libertarios' del mundo, uníos.

El paradigma 'libertario' pretende borrar las inequidades de origen y ejercicio entre clases sociales en el seno del capitalismo. Así pretende borrar el conflicto de base sobre la generación de la riqueza social y su apropiación desigual. El que no puede sustentarse a sí mismo y a su familia es culpable. A los humildes se les revierte la carga de la prueba y se les asigna una macula estigmatizante. Sólo les falta la estrella de David cosida en su ropa o el pañuelo palestino para ser eliminados. Es claro que para el “higienismo” económico otra forma de resolver los problemas es que con menos cuerpos el aire fluye mejor.

Entonces, quizás volviendo a Foucault, este diagrama de poder que si no elimina hace morir invita al acostumbramiento o a escapar de nuestro país mientras se pueda. Queda ante esto la desazón de una espera electoral para abrir un nuevo (?) ciclo. O la tenacidad en la lucha para emprender el camino inverso: el de la restitución de las bondades de la vida, que fueron asaltadas históricamente por las clases privilegiadas.

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