'La Montaña': un bello documental sobre la épica zapatista
El documental La Montaña, dirigido por Diego Enrique Osorno, da cuenta del viaje marítimo, desde Isla Mujeres, Quintana Roo, México, al puerto Concello de Balona, en Galicia, España, en plena pandemia, del Escuadrón 4-2-1 del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), cuatro mujeres, dos hombres y una persona no binaria, elegidos en asambleas comunitarias para la trascendente tarea de representar y testimoniar, en la Europa de los pueblos, que es posible otro mundo.
Esta bitácora cinematográfica logra captar y describir, a través de la cámara de María Secco, la voz en off de Ofelia Medina y la aguda narrativa de Javier Elorriaga, la odisea de la delegación zapatista y sus acompañantes de cruzar el océano Atlántico, durante 48 días, en una centenaria embarcación a motor (sic) y vela, entretejiendo, en las conversaciones de los viajeros, los objetivos de la inédita expedición, los diálogos de la delegación zapatista entre sí, y con la tripulación alemana-colombiana, sus profundas reflexiones sobre el capitalismo, como un sistema de explotación y opresión que penetra y afecta todo ámbito de vida y sobrevivencia en el colapso en curso, que hace la guerra a la humanidad y destruye a la madre tierra, junto a las actividades de la vida cotidiana a bordo, su disciplinada distribución de tareas en la que parece interminable navegación a la Europa insumisa.
Es emocionante observar cómo el timón de la embarcación fue conducido por todos, al igual que las rondas de vigilancia nocturna. Diego Enrique Osorno afirma que lo importante para él era hacer un registro de esta experiencia en los términos en que ocurrió, pero en estos tiempos de la posverdad, hasta parece que también es una prueba de que sí ocurrió esta travesía.
Con oportunos cortes que llevan del océano a la tierra, la trama del documental rememora la historia del EZLN, su fundación el 17 de noviembre de 1983, los reclutamientos iniciales en la vida clandestina, y su posterior crecimiento exponencial en el número de insurgentes, milicianos y bases de apoyo, el llamado de urgencia de las comunidades a la dirección política militar para dar los pasos insurreccionales necesarios, frente a los afanes y las medidas privatizadoras del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, a partir de las reformas al artículo 27 constitucional, que ponen en venta la tierra ejidal y comunal. Posteriormente, su opción por la vida y la construcción de autonomías, como respuesta a la traición del Estado mexicano a los acuerdos de San Andrés.
Se relata el relevo generacional, y la búsqueda de autogobernarse a partir del mandar obedeciendo y las diversas prácticas autonómicas en los ámbitos económicos, educativos, salud, justicia, arte y cultura. Conmueven el alto grado de concientización política, el compromiso y cariño de la delegación zapatista en la travesía marítima hacia su organización: el EZLN. En el relato histórico, se muestran los alcances organizativos de los mayas zapatistas en las tomas pacíficas de ciudades de miles y miles de disciplinados contingentes marchando en silencio y levantando su puño izquierdo al subir a la tarima colocada frente a los centros del poder político racista y mestizocrático, señalando, simbólicamente, que el poder lo ejercen los pueblos y no los burócratas al servicio de las oligarquías.
En las dos travesías prevalecen la firmeza y la seguridad en la verbalización de sus reflexiones sobre la historia de sus pueblos, los sufrimientos padecidos por sus padres y abuelos, la llegada de la organización, y los intrincados caminos de la toma de conciencia no sólo política, sino étnica y de género, reafirmando las identidades mayas que les dieron sus antecesores, y promulgándose, antes del levantamiento, la ley revolucionaria de las mujeres. Así, señala Osorno, la película no se queda sólo en el registro de viaje, también muestra la otra travesía que ha hecho el zapatismo, a lo largo de sus 40 años de existencia. La travesía que significa hoy en día ser un idealista, un luchador social, lo difícil de tener una utopía en momentos tan cínicos como los que ahora vive el mundo.
Efectivamente, el valor de este riguroso trabajo fílmico es presentar otra forma de mirar y vivir en el mundo. De hecho, el objetivo zapatista de viajar a los cinco continentes, para escuchar a los de abajo y para intercambiar experiencias de lucha, se inicia en La Montaña flotante, donde convivieron ocho idiomas y se forjaron relaciones de amistad y camaradería con el capitán alemán y su tripulación, que no podrán olvidarse. De hecho, este singular capitán democrático confiesa sentirse abrumado al darse cuenta del tamaño de la misión zapatista allende los mares.
Cabe señalar que el trabajo de Osorno fue a solicitud expresa del EZLN, por lo que su resultado cubre, a mi juicio, las expectativas y la confianza política en él depositada. Misión cumplida.
La Jornada
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La Montaña, entrevista con Diego Enrique Osorno