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Argentina :: 09/10/2008

La difícil realidad de la comunidad wichi en Salta

Red Eco Alternativo
Muerte por desnutrición, explotación laboral, deforestación y saqueo de tierras en el norte argentino.

La familia Negro vivía bajo un plástico y trabajaba en forma precarizada en la finca “Nuevo Horizonte”, ubicada en el paraje Caraguata, a 80 kilómetros de la ciudad salteña de Tartagal en el Departamento San Martín.
Ellos son wichis y no tenían otra alternativa para subsistir. El último fin de semana, sus dos hijos de un mes y dos años fallecieron luego de tres días sin tomar agua ni ingerir alimentos. La policía de la provincia confirmó que la autopsia determinó que murieron por desnutrición. El padre de los niños había recurrido a la ayuda de los finqueros quienes ante su pedido sólo le habían alcanzaron algunas aspirinas.
Cerca de allí, en el paraje Pozo Nuevo, a 35 kilómetros de Tartagal, también viven integrantes de la comunidad wichi. Estas familias ven peligrar sus tierras, sus viviendas ante el indiscriminado avance de la deforestación que llevan adelante empresarios sojeros y poroteros, con el consentimiento del gobierno provincial. Allí, los indígenas fueron reprimidos por la infantería policial y un empresario pretende seguir alambrando.
“El trazado de alambrado significan que nos están quitando vida totalmente. Nosotros vemos que nos quedamos sin vida, porque nuestros alimentos los están arrasando las empresas que explotan los montes”, dice el cacique Juan Vega.
Según informes técnicos, elaborados por instituciones que acompañan a las comunidades (Tepeyac, Fundapaz y la Fundación Asociana), en el primer semestre de 2008 se deforestaron más de 57 mil hectáreas en territorio de uso tradicional de comunidades wichi. Ante el pedido de distintas organizaciones del pueblo wichi de que se paralicen los desmontes en sus tierras, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Salta, Julio Nasser, les pidió paciencia.
Para las comunidades originarias los desmontes están provocando un genocidio en la zona: “Los gobiernos encontraron una forma de matarnos sin balas”, aseguran.
Los gobiernos piden paciencia, mientras tanto los wichis viven explotados y mueren desnutridos sin posibilidad de atención.

 

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