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Asia, Asia, Anti Patriarcado :: 09/05/2021

Los derechos de la mujer en el Tayikistán pos-soviético

Nazanín Armanian
La caída de la URSS significó la vuelta a la economía de mercado

Manizha ha sido elegida para representar a Rusia en el Festival de Eurovisión 2021, que se celebrará en Países Bajos, con su canción 'Russian Woman', y los xenófobos, machistas y anticomunistas han puesto el grito en el cielo: «¡Pero no es rusa, es feminista y encima elogia a la Unión Soviética!».

Cantante, compositora y activista de los derechos de los refugiados y de la mujer, Manizha es originaria de Tayikistán. Con tres años emigró a Moscú con su familia a causa de una brutal guerra civil que siguió a la desintegración de la Unión Soviética. Ella, al igual que millones de inmigrantes, ha sufrido la xenofobia de los grupos supremacistas-eslavos-machistas rusos y la paradoja es que la designada precisamente por el público ruso es mujer, no rusa y llevará a Eurovisión una canción feminista que critica la imagen muy publicitada de la ‘mujer rusa, nacionalista, sexy y madre de muchos hijos’. Su actuación, dirigida a ganarse a los espectadores, que le dieron el 39,7% de los votos, fue quizás un homenaje a la primera mujer que en 1963 viajó al espacio exterior: Valentina Tereshkova.

Tierra de los tayikos

El nombre de Tayikistán viene del verbo estan, que en las lenguas indoiranias e indoeuropeas significa estar/habitar, y del término tayik, que puede tener dos orígenes: el nombre dado por los turcos de la región a los pueblos de habla persa, o por ser una referencia geográfica a tay (corona), la cima de la cordillera del Pamir, bautizada como Pico Comunismo, situada entre el Pico Lenin y el de Avicena.

Este país cuenta con ocho millones de habitantes, que en su mayoría habla un dialecto del persa, aunque lo escriben en cirílico. Su capital es Dusambé (Lunes), por el mercadillo que se celebraba antiguamente ese día de la semana. Limítrofe con Afganistán, Uzbekistán, Kirguistán y China, es un estado laico de mayoría musulmana sunita. Las autoridades han prohibido, acertadamente, la religión para los menores de 18 años, la educación primaria es obligatoria y la tasa de alfabetización del 99,8% (2015). Alrededor del 70% de los tayikos vive en la pobreza y en zonas rurales [en los años de la URSS el porcentaje era mucho menor]. Su principal producto es el algodón, aunque sobreviven también con la ayuda de los organismos internacionales.

Una ex república socialista y soviética

Antes de la Revolución de Octubre, Tayikistán era una sociedad islámica que asignaba roles tradicionales a los hombres y mujeres, prefería hijos varones, veía a las hijas como miembros temporales de la familia que pronto irían a casa del marido (por lo que no hace falta invertir en su educación), y donde se practicaba la pedofilia con las niñas. A partir de 1924, empieza su transición hacia un sistema secular y socialistas en el que:

    • Las mujeres gozan de los mismos derechos que los hombres en todas las esferas de la vida económica, estatal, cultural, social y política, o sea, no necesitan el permiso de un tutor varón para comer, trabajar, viajar, etc. como si fueran, genéticamente, discapacitadas mentales.
    •  Se otorga el derecho al voto a las mujeres musulmanas, mientras la propia ‘Tierra de Mahoma’, Arabia Saudí, aun hoy sigue siendo la única del mundo donde las mujeres carecen de este derecho entre otros muchos.
    • La educación es gratuita y obligatoria para todos los niños y las niñas del vasto Estado.
    • Toda la población tiene acceso a la atención sanitaria gratuita.
    • Establece un salario mínimo para hombres y mujeres trabajadores.
    • Se prohíbe el matrimonio concertado, el infantil, y la poliginia.
    • Se despenaliza la homosexualidad.
    • Se lanza una campaña de concienciación para liberar a las mujeres de las tradiciones que les colocan en un estatus inferior, incluido llevar el velo, símbolo de su sometimiento al hombre.
    • Las madres tienen un permiso de maternidad remunerada de ocho semanas.
    • Los lugares de trabajo disponen de guarderías gratuitas.
    •  Mujeres y hombres trabajadores disfrutan de vacaciones pagadas por el Estado.
    • Toda persona mayor recibe una pensión, además de productos específicos gratis, como combustible, para calentar su hogar.
    • Miles de mujeres, antes confinadas en los hogares, ocupan puestos de trabajo y también de liderazgo.
    • En 1922 se declara ilegal la violación conyugal. La ONU lo propone en 1993.
    • En 1980, el 52% de la fuerza laboral en las granjas colectivas tayikas y el 38% de los trabajadores de las fábricas eran mujeres. Hoy, la tasa de participación femenina en la fuerza laboral es del 45%.

 Liberación incompleta

El sistema socialista, sin precedente en la historia de la humanidad, no podía construirse de la noche a la mañana, no es posible erradicar en pocos años la milenaria opresión, además justificada por la religión. A la ausencia de un movimiento feminista independiente que analizase los complejos mecanismos del patriarcado y buscara soluciones específicas en cada república soviética, se añade el hecho de que Tayikistán no ocupaba un lugar especial en las prioridades del Kremlin, como lo hacían Ucrania o Azerbaiyán (por su petróleo), por ejemplo.

El Estado se centró en el desarrollo de los roles públicos de la mujer, descuidando la imprescindible tarea de la reeducación de los hombres. Tampoco proporcionó suficientes guarderías, lavanderías y otros servicios comunales para aligerar la carga de las mujeres. Así, se mantuvo en parte la estructura de la familia patriarcal mientras el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la región sí que crecía: La esperanza de vida al nacer en 1988 era de 70 años frente a Pakistán (60) y Turquía (63).

Una trágica des-sovietización capitalista

La guerra civil del 1992 provocada por las bandas armadas yihadistas, exportadas desde Afganistán por EEUU con la intención de desmantelar la República, contra las fuerzas socialistas y con la participación de barones provincianos en busca del poder y fortuna, destruyó aquellos logros que habían sobrevivido a la desintegración de la URSS. Miles de niñas y mujeres fueron violadas y asesinadas. La guerra dejó 25.000 viudas, 55.000 huérfanos y casi un millón de desplazados. En los campos de refugiados, instalados en la vecina Afganistán, el colorido vestido de las mujeres tayikas las convertía en objetivo de agresiones sexuales.

Aunque en 1993 el Partido Democrático Popular, dirigido por excomunistas, consiguió desalojar del poder a los islamistas, al firmar el acuerdo de paz de 1997 se les entregó el 30 % de los cargos gubernamentales, y eso siempre se traduce en sacrificar a las mujeres, la justicia social y el progreso.

Mientras tanto, la crisis económica y la guerra empujaron a miles de hombres a emigrar; muchos formaron nuevas familias en otros países, sin divorciarse de sus esposas en Tayikistán, los que les impidió a ellas rehacer sus vidas. Y que muchos matrimonios islámicos no estuvieran registrados impedía a las esposas, además, solicitar la pensión alimenticia o una ayuda social.

Esta búsqueda de una nueva identidad para el nuevo Estado significó el regreso a la era presoviética y a la economía de mercado. El declive ha sido brutal. Las niñas y mujeres fueron forzadas a abandonar la ropa moderna en favor de trajes tradicionales que les impiden realizar muchos tipos de trabajo, señal de que deberían regresar a las cuatro paredes del hogar.

El nuevo Estado privatizó las tierras colectivas, las vendió no solo a los pudientes, sino solo a hombres: impuso la condición de tener un hombre en el hogar para obtener una parcela. Eso excluía a las viudas y divorciadas con hijos a su cargo. La grave situación que se generó llevó al Gobierno en 2006 a devolver a las mujeres el derecho a poseer propiedades y a compartir tierras. A pesar de que la edad mínima para contraer matrimonio está en los 18 años, han vuelto los matrimonios con menores, igual que la poliginia (legitimada por el clero): hay oferta de mujeres cuando hay pobreza. La mortalidad de mujeres en el parto y la tasa de fecundidad también ha aumentado.

En 2018, el 27,4% de la población vivía por debajo del umbral de la pobreza, y en su mayoría eran mujeres cabeza de familia con menos formación y varios hijos. Las pensiones no suben al ritmo de los precios, están muy por debajo del mínimo de subsistencia, y, al contrario de lo que ocurría en la era soviética, muchos ancianos no reciben ayudas.

Suicidio femenino: una plaga

La provincia de Sughd refleja la suma de todo lo explicado: mala situación económica, desempleo, disputas familiares, futuro incierto y desamparo absoluto han disparado la violencia machista, el divorcio y el suicidio entre las mujeres.

Según la periodista rusa Oksana Puixkina, dos tercera parte de los matrimonios tayikos terminan en divorcio; en el 95% de los casos es la madre la que se queda con los hijos sin recibir recursos para la manutención de los hijos por parte del exmarido.

No hay ninguna ley que penalice la violencia contra la mujer en el hogar. Afirma Amnistía Internacional que «entre un tercio y la mitad de las mujeres en Tayikistán han sufrido abusos físicos, psicológicos o sexuales por parte de sus maridos u otros miembros de la familia».

El informe de 2016 del Comité de Mujeres y Familias (estatal) registra el nombre de 596 mujeres que se quitaron la vida; un año después, lo hicieron otras 497, y eso a pesar de que el suicidio está considerado pecado por el islam. Los casos son escalofriantes: Ziyoviddin, Mahina y Omina, tres hermanos menores de 7 años fueron arrojados al río por su propia madre Parvina de 33 tras descubrir la infidelidad de su marido y por temor a ser abandonada. Los transeúntes pudieron salvarle a ella, pero no a los pequeños. Nadie le ayudó en su angustia emocional. Fue condenada a 18 años de cárcel. Otra mujer Sairam Holova, de 23 años, se lanzó al río con sus dos hijos.

El Índice de Brecha de Genero (2020), que mide el tamaño de la diferencia entre hombres y mujeres en la participación en la economía, política, acceso a la educación y esperanza de vida en 153 países, es del 62,6% en Tayikistán, uno de los más discriminatorio del mundo.

Esto ha propiciado el avance de la extrema derecha islámica: ISIS ya ha izado su bandera negra en diferentes zonas del país. Su amenaza es tan real que el gobierno ha prohibido el hiyab (no el pañuelo patriarcal y tradicional). Pero, las tayikas no tienen por qué elegir entre el capitalismo secular y el religioso (que es mil veces peor): el pasado ilumina el camino hacia el futuro.

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