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Chile :: 09/04/2022

Los reacomodos de la subjetividad popular y las ideologías en Chile

Profesor J
Interpretaciones van y vienen sobre Boric. Los análisis son simplistas y se basan en paradigmas ya superados pecando de insuficiencia.

Los reacomodos de la subjetividad popular y las ideologías en Chile

Jaime Yovanovic (Profesor J)

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Las comunidades de la civilizaciones pre colombinas generaban su pensamiento y la producción de subjetividad, su cosmovisión, desde el mundo de la vida, es decir del flujo y circulación del sistema de relaciones entre ellos y con la madre tierra. No hablamos del flujo de mensajes, contenidos y la racionalidad, pues en este circuito similar a lo que quería decir Gabriela Mistral con el concepto de ronda, circulaban también los afectos, el instinto y todo el mundo síquico que opera con los mecanismos no controlados por el consciente, nos referimos a lo que ha entrado por vías subliminales, al inconsciente colectivo que estudió Levy-Strauss y la inmensidad que subyace y palpita tras el umbral de la racionalidad y que estudiaban los existencialistas, los sicoanalistas y los artistas surrealistas.

La subjetividad en tanto producción genérica de sujeto puede referirse al sujeto individual y su vida personal que puede no incidir en las demás vidas en tanto también cada una de ellas se refiere y auto-refiere a su ámbito personal, como puede por otra parte referirse al sujeto común, tal vez similar en cierta medida al inconsciente colectivo que Levy Strauss investigó durante 40 años viviendo entre comunidades amazónicas estudiando los mitos y que posteriormente trasladó el método de estudio a los cuentos de los hermanos Grimm.

La experiencia del estado capitalista boliviano que intenta representar los intereses indígenas ha resultado sólo en el choque de subjetividades y no en la cooptación colonial de las comunidades como querían Evo Morales y compañía que sólo atrajo a la burguesía indígena y a algunos que fueron atraídos por las ideologías europeas, es especial la ideología de la “liberación” que es otra forma de colonialismo en la medida que reconoce como finalidad el control del aparato del poder estatal. La fuga de Morales ante el levantamiento popular mostró claramente esta situación con la diferencia entre Morales y Choquehuanca, el levantamiento de El Alto, el quiebre de Eva Copa y otros rasgos que muestra Arturo D. Villanueva Imaña en su enunciado de la “subjetividad aymaquechua” (Se agudiza la crisis de representación en Bolivia. Revientan partidos tras la expansión del indianismo y la autonomía en la nueva subjetividad aymaquechua)

La pésima experiencia de la izquierda chilena quedó demostrada con la Unidad Popular y la burocracia que permeaba el sindicalismo y las estructuras del gobierno de Allende. Hasta allí el trabajo izquierdista había sido reclutar y organizar los actores y factores que permitirían avanzar el capitalismo, en especial los obreros de las grandes fábricas, las empresas de la economía estratégica y los empleados del aparato del estado.

Así la estrategia se orientó a ocupar puesto a puesto los engranajes del estado y de las empresas para alcanzar el gobierno y desde allí comprar a los militares, o mejor dicho, atraer y cooptar los aparatos de fuerza mediante su influencia en los puestos de la burocracia y el manejo de dinero entrante de las empresas y de las exportaciones. (Ver: https://www.infodefensa.com/texto-diario/mostrar/3131429/venezuela-crea-empresa-militar-industrias-mineras-petroleras-gasisticas ).

La subjetividad era la adscripción o filiación a la ideología de esta propuesta de cambio de la burguesía en el poder por la burocracia del partido, o sea continuación del colonialismo, puesto que no se ponía en duda el poder y la centralización. Proyecto que en Chile fracasó por la crisis de hegemonía, o sea, no lograron embarcar a la mayoría ni buena parte de la población en su proyecto, debido a que la mayoría no estaba en los que manejaban la economía capitalista, sino por fuera, en sectores siempre menospreciados y que deberían sumarse verticalmente a las acciones paternalistas y de autoridad del estado, lo que no hicieron, sino que comenzaron a desarrollar dinámicas otras, veamos:

La revolución cubana, aunque posteriormente entregada al estalinismo soviético, y en especial la gesta del Che Guevara, enseñaron que no era cosa de ocupar uno tras otro los puestos del poder y que los sectores que no eran claves para el funcionamiento del estado capitalista como el campesinado y las periferias de las ciudades tenían algo que decir y fueron los protagonistas principales de nuevas luchas que estremecieron el continente y cuyos ecos llegaron a nuestro territorio encendiendo la llama de la autoorganización, la autogestión y la lucha armada.

Decenas de tomas de fundos se efectúan a lo largo y ancho del país y nace el Movimiento Campesino Revolucionario que instala los Consejos Comunales Campesinos bajo la consigna “Nadie nos trancará el paso” que llevan alimentos a los Almacenes Populares en las ciudades donde se nutrían los campamentos de pobladores sin casa que aprendían a administrar sus asuntos, realizaban mingas de trabajo conjunto y sembraban para el autogobierno. En los sectores de pequeña y mediana empresa que, insistimos, no eran clave para el manejo global del estado y la economía, se despliega rápidamente la autoorganización de los cordones industriales que articulaban a los trabajadores por fuera y lejos de las burocracias clásicas de la izquierda estatista.

Nacía desde abajo otra subjetividad donde priman la democracia directa, la autogestión y la acción directa, además de la cooperación y apoyo mutuo entre los sectores señalados que tejían redes horizontales que prescindían del estado, y donde confluyeron masivamente sectores anarquistas, troskistas, guevaristas, libertarios y tantos otros.

Mientras la izquierda tradicional defendía el poder del estado y la economía capitalista, estos hormigueros humanos por abajo avanzaban en sentido contrario.

Análisis de las insuficiencias de la nueva subjetividad ante los vertiginosos cambios económicos y tecnológicos:

En primer lugar no había un suficiente análisis de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia que Marx había enunciado en el Fragmento de las Máquinas, en el sentido de percibir que la propia economía capitalista ya visualizaba la crisis de la producción de plusvalía ante la sustitución de la mano de obra por las máquinas, digamos hoy por la tecnología, lo que llevó a los economistas, teóricos, universidades, empresas y estados a plantear el aumento de las ventas y del consumo en todos los terrenos debido a que cada mercancía produce menos ganancia por la desaparición o disminución del capital variable, la mano de obra creadora del nuevo valor no pagado que genera la ganancia. De allí el neoliberalismo o libre mercado, más consumo, mas ventas, libre mercado. Caen miles de empresas, se fusionan otras y también se fusionan bancos y se crean mecanismos mundiales para atender esta nueva situación. Lo anterior hacía que ya el estado pasaba a segundo plano ocupando un papel subsidiario. La salud privada abiertamente de mercado se abre paso así como la educación. Los transgénicos y el glifosato arrasan con el campo haciendo migrar a millones. El despojo territorial se acrecienta de tal manera que se inician pavorosos ataques a los bosques, ríos y madre tierra en general. Las empresas, gobiernos y legislaciones transforman la naturaleza en vertiginoso coto de caza persiguiendo la materia prima que alimenta la tecnología que puede operar la destrucción y la explotación expulsando la mano de obra industrial y aplastando las comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes. Los alimentos y el desglose del consumo masivo son agrupados y concentrados en las grandes cadenas de retail que a su vez producen sus propias mercancías mayormente utilizando transgénicos.

Era evidente la ausencia del Marx de la Comuna que al inicio de su tercera fase, la fase libertaria, señala en el capítulo 3 de “La guerra civil en Francia” tras mostrar las conquistas de los comuneros, que la comuna cumple las funciones del estado. Mientras Marx vivía, Engels le llevaba el amén en todo, pero cuando falleció en 1881 Engels publicó el mismo libro de la comuna con una introducción dedicada a “interpretar” a Marx, cosa que no había hecho en vida del autor, pues decirle en su cara que lo iba a “interpretar” era para perder la discusión, y así sostiene este vez muy suelto de cuerpo que esa sustitución del estado no era más que la dictadura del proletariado, tirando al piso y pisoteando el rol que Marx adjudicaba a la comuna. Es claro que de eso se aprovechó Lenin, el estatista “number one” para escribir su libro clave de “El estado y la revolución” diciendo que lo hacía en base a los escritos de Marx y Engels sobre la comuna, cuando sólo se apoyó en las “interpretaciones” de Engels.

Esta nueva economía “libre” asentada en la tecnología necesita otra clase media, ya no la que obtenía pequeñas propiedades y puestos para profitar del excedente que acumulan las grandes empresas, sino para manejar los instrumentos y las redes de la tecnología. Se abren centenares de nuevas universidades para suplir esa necesidad y la izquierda tradicional considera que la principal batalla está en la disputa de aquellos puestos y quien sabe por esa vía ocupar hasta la presidencia de la república para lo cual ciertos grupos y personas se autoconstituyen en una clase media ilustrada con un glorioso destino por delante.

Estos tres elementos: Disminución material de la clase obrera, revaloración del estado que ya se orientaba al asalto extractivista y constitución de una clase media ilustrada con aspiraciones de compartir puestos en todos lados para codearse y negociar con los grandes capitales, hacen del estado un instrumento manejable a gusto por corrientes filo-fascistas que tienen asidero y bases de sustentación en estas capas medias de las cuales emergen también sectores progresistas que sólo podrán compartir con el empresariado asumiendo ideología socialdemócrata. Y no otra cosa es el enfrentamiento posterior Kast-Boric.

En realidad se trata de una barbaridad, pues se aferran con uñas y dientes a la segunda fase de la evolución del pensamiento de Marx, la fase estatista, para justificar su apego al estado y al capitalismo cuyas condiciones de funcionamiento y desarrollo ya no permiten el viejo chorreo de las ganancias hacia los sectores desposeídos, que sólo podrían recibir ciertos “beneficios” del estado de bienestar keynesiano si se echase mano a las empresas que destruyen la madre tierra, no sólo por criterio ecológico, sino de sobrevivencia.

Pero eso no va a ocurrir, pues las empresas siguen aumentando la tecnología y la invasión hacia todo lo que es natural pasando por encima de quien sea, como el tren Maya del gobierno mexicano o el Arco del Orinoco del gobierno venezolano, a los que podemos agregar la semi esclavitud a que está sometida la población del estado chino y el desmedido autoritarismo del estado ruso. Los estado occidentales están mal y los progresistas no lo pueden hacer mejor, pues las empresas no se van a someter para disminuir la acumulación de ganancias.

Conclusión: los estados, con gobiernos de izquierda o derecha dependen de las empresas y no al revés, de modo que la lucha a que nos invitan para tomar el poder del estado es inútil, una pérdida de tiempo -y vidas-, y un regalo para el capitalismo.

Así tenemos en Chile que el empresariado, la derecha, la izquierda y esta cosa de la pequeña burguesía ilustrada que ha asumido los puestos del estado, muchos municipios, etc. están todos de acuerdo en la defensa del estado y por tanto en la defensa del capitalismo, los sectores marginados ya lo saben y por eso se han negado a participar en las elecciones y es allí que está la nueva subjetividad, la latencia de la potencia social.

Que esa subjetividad tenga conciencia de sí misma es otra cosa.
Sería una necedad buscar la racionalidad o los objetivos trazados por la gente para el estallido, pues sólo encontraremos causas, motivaciones y rebeldía. Ya Marx lo señaló claramente en su libro de la comuna: “Los obreros no necesitan un programa acabado, bastando el vago anhelo de la república social”.

Lo que encontramos es la decisión de muchos al volver a los barrios de levantar las ollas comunes para paliar el hambre y esa decisión se extendió como reguero de pólvora encendiendo el fuego en la pradera. Ahí está la subjetividad comunera, en este caso vecinal, del barrio.

Es cierto que de inmediato corrieron los partidos y municipios a “ayudar” y el gobierno soltó el bono solidario del IFE, con lo que desinflaron las ollas y alimentaron la idea que con dinero en la mano todo se consigue, de vuelta al mercado, lo que ya se acabó, pero en cuestión de días volverán las necesidades, lo que puede verificarse en la brusca caída de ventas del comercio ambulante que ha sido aprovechado por algunos municipios para “abordar el problema” y comenzar estrategias para disminuir esa oleada, obviamente combinando represión con engaño y cooptación.

La subjetividad popular está ahí y los partidos clandestinos rebeldes intentan “darle sentido” en una y otra lucha, salida callejera y choques con la represión. Como no son de resistencia en el sentido de construir también los gérmenes de la nueva sociedad desde abajo, sino de oposición debido a que aspiran a ocupar los puestos del poder, son como el perro del hortelano que no come ni deja comer, mucha gente los acompaña porque tiene rabia y están muy molestos con el sistema, pero al cabo de un tiempo de luchar y luchar son atrapados por la máquina, deben buscar ingresos, alimentar a la familia, etc.

De allí que es positivo trascender el estado y superar la vieja estrategia de asumir el poder para cambiar, abandonando la oposición para asumir la resistencia y construcción de otro modo de vivir, como los mapuche en su proceso de reconstrucción del pueblo-nación y recuperación territorial

No se trata de “darle sentido” a la subjetividad popular para que vayan detrás de un anzuelo o la zanahoria que se le amarra al burro para quedar delante de los ojos y da vueltas y vueltas para alcanzar el tubérculo. La idea no es llenar de vanguardias en competencia disputando una con las otras y buscándose entre los jefes para establecer alianzas. Esas son tentativas de colonizar o recolonizar la subjetividad popular para finalmente dirigir el mismo estado en nombre de los aplastados y pisoteados por el capital extractivista que pone el dinero.

La subjetividad popular es autopiética, es decir se produce y reproduce a sí misma, por lo tanto no es posible que un grupo de inteligentes asuman una ideología y utilicen a Paulo Freire con mil métodos pedagógicos para inyectar o evangelizar “para la liberación” como el manual de cortapalos.

Podemos apoyar, sí. Pero no en contenidos ni metodologías para producir contenidos preconcebidos, sino en maneras de hacer cosas juntos, aproximando los cuerpos y cuerpas, lo común, compartiendo, como mingas de trabajo voluntario, ollas comunes y huertas comunitarias, pero todo ello va a ser el terreno de los choques culturales, personales e ideológicos que provienen de la reproducción cultural de los hogares, por lo que será necesario pensar en la democratización de los hogares buscando la distribución interna de las labores domésticas, es decir la superación del patriarcado, la verticalidad y el autoritarismo de la familia clásica.

Pero esa es tarea fundamental de las mujeres, madres y “jefas de hogar”, por lo que el desarrollo del conocimiento, la conciencia y las experiencias pueden estudiarse y practicarse entre ellas y los varones sensibles con un sesión semanal de análisis de textos y situaciones que permitan profundizar el tema y relacionarlo con los sentimientos, realidades y vivencias propias, así ellas podrán descubrir o inventar sus propios caminos de democracia directa, autogestión y nuevas relaciones humanas y con la madre tierra para ir aplicando en casa, con los vecinos y el barrio en general para aprender a administrarlo entre todos.

Así la subjetividad popular en manos de las mujeres puede recuperar su carácter comunitario iniciando una nueva forma de vivir, compartir y sobrevivir, de ese forma pueden por si mismxs cumplir las funciones del estado como educación, salud y tantas otras. Cada barrio puede así hacer su camino propio como un lof mapuche o un ayllu andino. La recomendación es conversar estos temas con las mujeres del barrio.

Conversemos: unlibre@gmail.com

 

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