Milei quiere gobernar para la “gente de bien” y excluir a los “bárbaros”

El escenario desde el que Javier Milei anunció que a partir de ahora el ajuste contra el pueblo va a ser más sangrante que nunca, no podía ser más singular. Por un lado, los nuevos funcionarios del gabinete, todos ellos integrantes de la vieja-nueva casta, palabra que ahora Milei eliminó de su discurso, precisamente porque él es el gran mandamás de su propia casta. Por el otro, los invitados extranjeros, con el rey zángano español a su derecha, como debe ser, y el genocida Zelensky, al lado del ex progresista Boric (ya ni ese apelativo le viene bien con los bandazos hacia la derecha que ha pegado), y un poco más allá, el salvadoreño Bukele, uno de los admirados de la ministra Bullrich, por su ferocidad a la hora de aplicar medidas de “seguridad”,

Frente a ellos una multitud variopinta e interclasista, con algunos adelantados agitando la bandera del Estado terrorista de Israel, y como corolario de todo ese tinglado, los gritos de los más fanáticos, vivando a la policía (sic) y al presidente de la motosierra. O sea, la derecha al palo y con anuncios urgentes del orador principal, proclamando “tiempos dolorosos”, en lo que más que un discurso sobre lo que se propone hacer, parecía una declaración de guerra prolongada contra las grandes mayorías. Esas que vienen sufriendo desde hace tiempo el ajuste del gobierno que se va y que ahora les espera otro más brutal, aplicado por los recién llegados.

Lo trágico de la irrupción por la puerta principal de este grupo beligerante de extrema derecha, que se ha hecho con el gobierno, es que quienes debían evitarlo, generaron durante estos cuatro años todas las condiciones para que hoy Milei y su combo se dispongan a aplicar medidas brutales que van a generar a corto y mediano plazo inmensos pozos de hambruna, mayor desocupación, y la cuota lógica de desánimo, ampliando así la desestructuración social. Un proceso que ya vivimos durante la dictadura militar, luego con el gobierno de Menem, y más recientemente con Macri y el gobierno de los Fernández.

Milei habla para los ricos, para esa “gente de bien” que tanto le gusta invocar. Al pueblo pobre lo caracterizó de “bárbaros”, de la misma manera que lo hicieron en su época sus admirados Sarmiento y Julio Argentino Roca, los genocidas de nuestros pueblos originarios. Milei y su casta saben que para realizar el programa de fortalecer aún más al capitalismo y sus derivados, cuenta de entrada con el apoyo de la clase empresarial local ligada estrechamente a las multinacionales, y también con el respaldo de la alianza entre Estados Unidos e Israel, más no pocos países de la Unión Europea, donde la derecha se ha instalado en varios gobiernos. Es precisamente esa internacional ultra, la que procurará que Argentina se convierta a partir de ahora en una trinchera neofascista y sionista, desde donde se irradien propuestas para seguir avanzando sus objetivo de conquista mundial.

Las alianzas comerciales con inversores ligados a los grandes pulpos financieros internacionales, son las que imagina Milei como la llave para acentuar privatizaciones, entrega de la soberanía y sobre todo, un rápido avance de las políticas extractivistas en nuestro territorio. Para llevar a cabo todo esto, Milei se propone a actuar con rapidez, aprovechando que en los primeros cien días, cuenta con el aval de sus 14 millones de votos, que por ahora no solo lo aplauden sino que lo animan a endurecer aun más sus posiciones, partiendo de premisas erróneas y confusas en grado de alta peligrosidad para quienes las expresan. Y como condimento de todo este operativo de apropiación de un país, estará el concurso de las mal llamadas fuerzas de seguridad, para imponer el “orden” , al que constantemente se refiere la Bullrich.

Sin embargo, todo eso puede suceder si los dejamos hacer, y si no empezamos a generar con suma urgencia los elementos necesarios para que el pueblo que no se resigna, sepa como autodefenderse. Cuando Milei apunta a los futuros movimientos de protesta, pone el acento en las organizaciones piqueteras de izquierda que son las que vienen enfrentando al neoliberalismo todos estos años, exigiendo demandas básicas para sobrevivir. Milei lanza además la bravuconada de que quienes se movilicen pagarán los costos por hacerlo. Con su frase de “el que corta, no cobra”, chantajea e intenta prohibir los justos reclamos de la clase trabajadora ocupada y desocupada. Pero se equivocan definivamente, los Milei, los Macri y las Bullrich si creen que nuestra clase va a meter violín en bolsa y va a abandonar la lucha. Nosotros le respondemos, con dos frases que están en las antípodas del discurso presidencial en la Plaza: “el que no lucha, pierde” porque “solo el pueblo salvará al pueblo”.

No abandonaremos las calles y las llenaremos con nuestras reivindicaciones cada vez que sea necesario. No podrán restringirnos el derecho a la libertad de expresión, ni tampoco podrán convencernos que la memoria de lucha acumulada hoy se va a anular por decreto. A las políticas de shock que generarán más inflación y con ello, más miseria en nuestros hogares, las enfrentaremos con la unidad más amplia de nuestro pueblo. Unidad sin mezquindades, reconociéndonos entre nosotros y nosotras como lo que somos: militantes sociales que no abandonamos la idea de construir un proceso revolucionario que termine de una vez con el capitalismo.

Unirse desde abajo, organizarse combatiendo.

Organizaciones Libres del Pueblo-Resistir y luchar