Musk, X y el control del mundo
El enfrentamiento de Elon Musk, uno de los mayores milmillonarios del mundo, dueño de la red X (antes Twitter), con el juez Alexandre de Moraes, el Supremo Tribunal Federal de Brasil y autoridades de telecomunicaciones de ese país, es relevante para todo el mundo y va mucho más allá de un problema solamente en ese país.
Para empezar, no se trata de libertad de información. Musk no ha tenido ningún problema en eliminar decenas de cuentas y cientos de mensajes en X, con contenido social crítico a pedido de los gobiernos de EEUU, India, Turquía y Emiratos Árabes Unidos. Por ejemplo, censuró sin problemas la difusión del documental de la BBC The Modi Question, sobre el gobierno de India, cuentas críticas al gobierno de Erdogan en Turquía, etcétera (https://tinyurl.com/yezfsb4d). Tampoco dudó en restringir el acceso a su red satelital Starlink en Palestina a pedido de Netanyahu en Israel.
También está en conflicto en la Unión Europea por negarse a cumplir con la tímida Ley de Servicios Digitales. La comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, declaró al respecto en julio de 2024 que X no cumple con la Ley de Servicios Digitales en áreas clave de transparencia (...) por tanto, engaña a los usuarios (https://tinyurl.com/m3svsyh3).
Uno de los temas de fondo que están en juego en estos conflictos es la disputa por el control privado, a manos de unas pocas empresas tecnológicas, como las de Musk, de las comunicaciones, de la información y del despliegue masivo y global de la megaindustria digital de la persuasión o hypernudging. Es decir, la industria de cómo influenciar, incluso definir, las elecciones políticas, las decisiones de consumo y otras elecciones de grandes grupos poblacionales.
Esa industria de venta de influencias digitales está entretejida en las actividades y comunicaciones cotidianas, de trabajo, familiares, de educación, salud, políticas, entretenimiento de todas y todos. Es el factor principal que llevó a que ocho de los 10 hombres más ricos del mundo sean actualmente los dueños o socios mayoritarios de empresas digitales como Apple, Amazon, Alphabet/Google, Meta/Facebook, Microsoft y las empresas de Elon Musk.
Musk posee una fortuna personal de más de 200 mil millones de dólares, lo que significa que tiene más dinero que el PIB de alrededor de 150 países. Además de X, es dueño o socio mayoritario de la empresa Tesla, de la empresa aeroespacial SpaceX (uno de los principales socios privados de la NASA) y la red Starlink, que tiene ya cerca de 7 mil satélites de comunicación en órbita, más que la suma de todos los satélites controlados por gobiernos. Musk es el actor principal de la privatización del espacio y la órbita terrestre, desde la que se habilitan las comunicaciones satelitales. Su apuesta es controlar la comunicación de Internet en todo el planeta, interviniendo así virtualmente en la mayoría de los rubros industriales y financieros (Detallé más en Privatización del espacio y más allá, https://lahaine.org/gI0H).
Musk es un ególatra y mitómano que ha construido una imagen falseada para los medios. Por ejemplo, no creó Tesla ni inventó los autos eléctricos, sino que invirtió en la empresa e hizo juicio a los inventores para aparecer como fundador. Recomiendo, a los que entienden inglés, ver la serie de podcast Elon Musk Unmasked (https://techwontsave.us/elon-musk-unmasked).
El actual conflicto en Brasil comenzó cuando un juez le ordenó a X bloquear siete cuentas por difundir información falsa. Son cuentas con contenido racista, de violencia y relacionadas a la intimación a acciones ilegales, como el intento de toma del Congreso de Brasilia el 8 de enero de 2023 por seguidores de Bolsonaro. Un estudio del New York Times mostró que en los meses posteriores a que comprara Twitter (ahora X), aumentaron exponencialmente las cuentas y mensajes con discursos racistas, homófobos, misóginos, neonazis, diversas teorías de conspiración y discursos de odio (https://tinyurl.com/2r3ak33f).
Musk se negó a cerrar esas cuentas, retiró los representantes de X en Brasil para evitar que las autoridades los detuvieran y comenzó una campaña personal en X contra el juez Alexandre de Moraes, con mensajes a todos los usuarios de X sobre su supuesta defensa de la libertad de información y acusando que sufría persecución política (Musk es amigo de Bolsonaro, Trump, Netanyahu, Milei y figuras del estilo).
El Tribunal Supremo de Brasil apoyó al juez de Moraes, quién ordenó a X cerrar actividades en todo el país, al no tener allí un representante legal. Musk usó entonces su red de Internet Starlink para seguir trasmitiendo X a los usuarios en Brasil, ante lo cual, la autoridad de telecomunicationes (Anatel) comunicó a Starlink que cancelaría sus concesiones. Ante ello, Starlink se retractó y dejó de trasmitir X en su red. Musk prefiere mantener el acceso de Starlink al mercado brasilero que va mucho más allá que X.
La combinación de poder tecnológico, financiero, de comunicaciones e influencia mediática de Musk lo ha convertido en un agente geopolítico de enorme poder, que interviene en situaciones bélicas, de comercio internacional y muchas más en la vida de cada país y de cada persona. Es imprescindible detenerlo. El conflicto en Brasil es apenas un paso.
La Jornada