No al BRICS, sí a la gran colisión
La futura canciller Diana Mondino aprovechó su participación en la 29° Conferencia Industrial de la UIA, para anunciar que Argentina no ingresará al BRICS. Desechar la pertenencia a este agrupamiento significa perder puntos de apoyo para enfrentar la crisis económica y apurar los tiempos para que el modelo propuesto por Milei colisione con la realidad.
La Argentina había sido invitada a participar en este grupo de países que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica y al cual se agregarán en 2024 Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán.
Ser parte de los BRICS supone una enorme ventaja para las relaciones comerciales internacionales. A partir de enero de 2024, este grupo de países producirán el 30,8 % del PBI mundial y representarán al 46,5 % de la población del planeta. Los BRICS han superado al G7 formado por EEUU, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia, Canadá y Japón, pero además emergen como el gran ganador de la disputa geopolítica mundial.
En el caso de Argentina este bloque es dominante en sus relaciones de exportación e importación. Sus principales socios comerciales, Brasil y China, son parte del BRICS. En el primer semestre de 2023, caracterizado por una baja de las exportaciones agropecuarias por efectos de la sequía, el principal cliente de las exportaciones fue Brasil con un 17,1%, seguido por China con un 8%. Los principales clientes de las importaciones fueron también Brasil con un 25,1% y China con un 17,8%.
La idea formulada por Milei de que las relaciones comerciales son independientes de las relaciones entre gobiernos y se reducen a los privados está desmentida por la realidad de los negocios internacionales. En particular, en países como China, la intervención estatal sobre lo que entra o sale del país es muy fuerte.
La decisión del nuevo gobierno de aumentar la desregulación al punto de suprimir la Secretaría de Comercio, no contempla que en toda relación comercial hay, por lo menos, dos partes.
En ese contexto la decisión de Milei es “contra-natura” de los intereses de las grandes empresas capitalistas locales, si se puede llamar “natura” a su afán por aumentar sus ganancias.
Desde intereses más mayoritarios, como los de un pueblo que vive en un país sumamente endeudado, la obstinación por aferrarse al acreedor no sólo lesiona la soberanía nacional. Es una decisión suicida que sólo puede traer más dependencia y miseria.
Pero, además, esa decisión es contraria a la que tomaría cualquier empresario, con dificultades económicas, en el ámbito privado. En esa situación nadie desaira a los clientes que le aportan ingresos ni se aleja de quienes le pueden ofrecer algún salvavidas financiero.
En un país hipotecado y afectado por una gran crisis económica, que está ingresando en una estanflación (inflación con recesión), la nueva conducción política y económica combina ideologistas ultraliberales que todavía no se enteraron para dónde va el mundo, con especuladores ladrones que no pueden ver más allá de sus objetivos inmediatos de pillaje. Con conductores ciegos el pronóstico de colisión es una certeza. Quienes puedan detenerlos, condicionarán cómo seguimos.