No habrá paisaje después de la transformación
Titulado significativamente “No habrá paisaje después de la transformación”, reitera su rechazo fundado y su compromiso de resistencia a la megaobra del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. Se rememora el 14 de marzo de 2021, cuando jóvenes, adultos y ancianos del pueblo binnizá, de Puente Madera, organizan un movimiento de lucha en defensa de su territorio y de sus tierras de uso común del monte El Pitayal.
Tres años de enfrentar las promesas de progreso y desarrollo de un Estado que promueve y lleva a cabo un proceso de recolonización y reconfiguración del sureste mexicano que, en esta región es apoyado por el cacique Antonino Morales Toledo, quien manipuló una asamblea para favorecer la instalación, en sus tierras, de un llamado polo de desarrollo para el bienestar (Podebi), en realidad, un cluster o parque industrial, que a juicio de la asamblea traerá consecuencias económicas, sociales y ambientales negativas para las comunidades, al privar de recursos hídricos, implosionar urbanizaciones sin control y contaminar tierras, mantos y aire: esta destrucción en El Pitayal ocasionará “la pérdida paulatina de nuestra identidad y formas de vida como hombres y mujeres binnizá que somos”.
El comunicado relata cómo en estos tres años de lucha se va tomando conciencia de que afrontan un proceso de una dimensión mayor, esto es, un proyecto que prevé la instalación inicial de 10 Podebi primarios, a los que se sumarán otros 28 secundarios y marginales. Con toda claridad señalan “que el Estado y el capital, no tienen límites y no cederán con este megaproyecto que, en suma, implica la entrega del Istmo de Tehuantepec a los intereses económicos estadunidenses, para hacer de nuestra región su traspatio […] de un modelo económico y político de depredación, expolio y dominación”.
Luego de tres años de movilizaciones, foros, acciones legales, conferencias de prensa, encuentros y demás actividades políticas, refieren las múltiples estrategias del Estado en su contra: una “consulta indígena” que pone en marcha un mecanismo de “acarreo de gente y de embellecimiento de un proyecto de muerte”, por la vía de la cooptación y compra de conciencias para servir como “marionetas” del cacique referido, mientras se desconocen las autoridades comunitarias legítimas, se judicializa a 18 integrantes de la resistencia y se amenaza de muerte a los integrantes de la asamblea, “persecución que ha sufrido de primera mano nuestro compañero David Hernández Salazar, detenido el 17 de enero de 2023, y condenado a 46 años de cárcel, el pasado 7 de febrero.
A lo largo de los primeros meses de este año, han identificado a un enemigo, ahora con el rostro de la Secretaría de Marina (Semar), “dispuesto a incursionar militarmente en El Pitayal y en nuestra comunidad, lo que representaría un conflicto de sangre y fuego, que implicaría muertes, detenciones y afectaciones a las personas que valientemente se defenderán de la represión por su libertad, la paz y tranquilidad de Puente Madera”. A raíz de esta amenaza, han ido a cada barrio y colonia de esta localidad para decidir una postura conjunta, consensuada y clara sobre “¿qué vamos a hacer?, ¿cómo y por qué?”
Agradecen la solidaridad y los apoyos recibidos de organizaciones, colectivos y personas que han estado a su lado durante estos tres años. Sin embargo, creen, saben y confirman, “que hay un sector amplio en la región, estado y país que ¡nos han dejado solos! Su ¡complicidad! O sea, su silencio parcial o absoluto es algo que quedará marcado en un momento en que se debió defender conjuntamente la región”. Señalan hipercríticamente a “los promotores de la cultura y la identidad istmeña, a los defensores de las costumbres y tradiciones de la región.
A quienes llenan periódicos, revistas y foros bajo el eslogan de activistas defensores de los pueblos indígenas. Complicidad de mirar para otro lado de quienes hablan de asambleas, modos comunales y otras epistemologías. De universidades, viejas como recientes, que hablan de resistencias y preservación de nuestra identidad a través de comunalidades”.
Con argumentos cargados de indignación, exhortan, demandan, exigen un acompañamiento unitario, comprometido y activo de toda la región, el estado y el país en su conjunto, en la lucha contra el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. “Si ellos interconectan el mundo para el despojo y la acumulación de capital, nosotros debemos interconectar nuestros mundos de resistencia.
Necesitamos estar juntas las comunidades de esta región y las solidaridades de diversas geografías para detener a este monstruo que nos ofrece desarrollo y progreso. Porque, si no lo enfrentamos conjuntamente, con certeza, NO HABRÁ PAISAJE DESPUÉS DE LA TRANSFORMACIÓN.”
La Jornada