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Colombia :: 23/02/2007

Que pare la absurda confrontacion armada entre revolucionarios

Revista Insurrección

Los problemas de Colombia tienen un carácter histórico con raíces profundas que encierran en sí una complejidad, difícil de desenmarañar para resolver la crisis y el conflicto interno. Superar aquellos es la única vía que llevará a generar bienestar para las grandes mayorías nacionales. Es una tarea que requiere producir transformaciones de envergadura en la estructura política, económica y social.

Dichos cambios son posibles con la suma y el concurso de los colombianos que luchamos de diferentes maneras por la construcción del nuevo país. Pretenderlo individualmente es un imposible y desechar la unidad es una locura.

En el ELN partimos de considerar que en nuestro país no existe una organización que sea vanguardia única, que esté liderando el proceso revolucionario y goce del reconocimiento de las grandes mayorías de la nación. Existen expresiones de vanguardia con reconocimiento y legitimidad parcial.

Es con esta manera de ver la realidad que valoramos la unidad entre los revolucionarios, demócratas y progresistas como un elemento estratégico fundamental. Sin dicha unidad, entendida en las diferentes expresiones y niveles que tiene este concepto, es un imposible el triunfo revolucionario.

Este pensamiento unitario es el mayor legado que los elenos heredamos del Comandante Camilo Torres Restrepo. Sus enseñanzas y ejemplo nos llevan a hacer esfuerzos, a entender que otros también están comprometidos, que tienen verdades, valores y luchan por construir el nuevo país, que debemos luchar junto a ellos a pesar de las diferencias que tengamos, aproximándonos en torno a los propósitos comunes en beneficio del interés de las grandes mayorías. Es desde este enfoque que entendemos que es necesario ser capaces de "ser con otros".

En la historia del ELN hay pasajes desafortunados de vanguardismo y sectarismo y todavía quedan huellas que no se han borrado suficientemente. Pero marchamos en dirección a superar estos desenfoques, teniendo como norte el espíritu unitario camilista.

Con los compañeros de las FARC-EP tenemos muchos puntos en común y también diferencias. Éstas no deberían primar sobre lo que nos une que es de más trascendencia, como la construcción del nuevo país y el proyecto socialista, la defensa de la soberanía nacional y el rechazo a la dominación imperialista, la defensa de los intereses supremos del pueblo y la democracia.

Pero para infortunio del proceso revolucionario y desmotivación del pueblo, está ocurriendo lo que no debería ocurrir entre revolucionarios: las diferencias se están tratando por la vía armada y no mediante el diálogo constructivo y la fraternidad que debe existir entre luchadores por la misma causa. Con este modo de proceder se le está prestando un valioso servicio a las fuerzas enemigas que están aprovechando la confrontación absurda para golpear a cada uno por separado y ahondar las diferencias.

Los miembros del ELN no hemos buscado esta guerra fratricida, ni la queremos. Por el contrario, la rechazamos categóricamente.

Fuerzas nuestras han cometido errores que no se avalan y se les cuestiona porque no compaginan con nuestra concepción y política unitaria, refrendada en los eventos democráticos. Pero también en muchas otras partes hemos sido agredidos militarmente y en nuestra dignidad de revolucionarios por fuerzas de las FARC. En otras regiones hemos logrado acuerdos que han facilitado operar conjuntamente, asunto que es motivo de gran satisfacción y que debe extenderse a la totalidad de las estructuras para que definitivamente se pare la absurda confrontación.

El IV Congreso de nuestra organización, que acaba de pasar, fue enfático en cuanto a las directrices encaminadas a distensionar y buscar fórmulas de arreglo con los compañeros de las FARC-EP, a quienes consideramos hermanos de lucha y no enemigos para confrontar militarmente.

La decisión del ELN ha sido siempre que se pare la absurda confrontación armada y ésa es la voluntad sincera que nos asiste en todo momento. En más de una ocasión hemos buscado que se traten las dificultades y se solucionen por la vía del diálogo, como debe ser entre revolucionarios. Hemos enviado reiteradamente mensajes al Secretariado de las FARC con este propósito y recurrido a los buenos oficios de los amigos comunes para que faciliten y contribuyan a solucionar el conflicto y a parar este desangre inútil, lo cual esperamos se dé prontamente.

Consideramos necesario que el país y los revolucionarios del mundo conozcan la realidad, con el sano propósito de motivar a otros revolucionarios y demócratas a interponer sus recursos para parar los enfrentamientos entre el FARC y el ELN.

Este es el propósito y no el de sacar ventajas políticas o ilegitimar a las FARC-EP. Somos claros en esto y así actuamos, poniendo por encima los intereses sagrados del pueblo y la revolución colombiana.

 

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