Retratos de Alfonso Cano (I)
El Camarada Alfonso era muy exigente con el personal en lo relacionado con la mentalidad revolucionaria y la disciplina que debía mantener, pero lo era más con el cuerpo de mandos y todavía mucho más con los de mayor jerarquía. No levantaba la voz ni gruñía, pero con su lógica aplastante y sus incisivas preguntas lograba arrinconar y avergonzar al destinatario de su crítica.Si había algo en lo que fuera delicado, era en lo relacionado con el gasto de los recursos de la organización. Quienes salían al pueblo o a la ciudad a hacer diligencias, tarea en la que siempre consideró eran más responsables las mujeres, debían llevar la cuenta de sus gastos minuciosamente relacionada y respaldada con las respectivas facturas.No toleraba lo que a su juicio era derroche impropio de la mentalidad proletaria que debía caracterizar al revolucionario.