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Mundo, Cuba, Mundo :: 20/05/2023

Roque Dalton. La poesía y la revolución

Silvio Schachter
El 10 de mayo se cumplió un nuevo aniversario del asesinato del escritor salvadoreño

“Nadie tan latinoamericano como Roque Dalton y nadie tan multitudinario. En vez de células, su cuerpo contenía a todas las muchedumbres de América Hispana, a los de a pie, a los hacelotodo. Por sus poros respiraban los bosques, las lianas, las montañas de su patria. En sus huesos, la médula era verde y en su linfa húmeda”
Elena Poniatovska

“Cuando yo muera, sólo recordarán mi júbilo matutino y palpable, mi bandera sin derecho a cansarse, la concreta verdad que repartí desde el fuego, el puño que hice unánime, con el clamor de piedra que eligió la esperanza.”
Roque Dalton, Fragmento de hora de la ceniza.

“Yo llegué a la revolución por la vía de la poesía. Tú puedes llegar (si lo deseas, si sientes que lo necesitas) a la poesía por la vía de la revolución. Tienes por lo tanto una ventaja. Pero recuerda, si es que alguna vez hubiese un motivo especial para que te alegre mi compañía en la lucha, que en algo hay que agradecérselo a la poesía”.
Roque Dalton Taberna y otros lugares

Como tu

Yo, como tú,
amo el amor, la vida, el dulce encanto
de las cosas, el paisaje
celeste de los días de enero.

También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.

Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan, de todos.

Y que mis venas no terminan en mí
sino en la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y el pan,
la poesía de todos.

El 10 de mayo se cumplió un nuevo aniversario del asesinato de este inigualable escritor salvadoreño y el 14, el de su nacimiento (1935-1975). ¿Por qué está, todavía, tan vigente esta voz latinoamericana? La respuesta quizás la tengan quienes compartieron con él tiempo y espacio

“Hace treinta y cinco años, Roque fue asesinado mientras dormía. Yo soy uno de sus muchos dolientes. Fui su amigo, y lo sigo siendo. Su asesinato me dolió, y me sigue doliendo. La impunidad me indignó, y me sigue indignando. La impunidad estimula a los criminales, y los militantes que matan para castigar la discrepancia no son menos criminales que los militares que matan para perpetuar la injusticia. Aquí va mi abrazo, de muchos brazos, a los familiares de Roque, a sus amigos, a sus compañeros, y a las muchas y muchos que no lo conocieron pero lo aman amando las palabras que nos dejó”.
Eduardo Galeano

“Roque ha suscitado muchos poemas de poetas antes y después de las balas asesinas que terminaron con él. Esto es raro en la poesía, es raro que un poeta suscite en otros poetas la necesidad de escribirle poesía y Roque es de todos nosotros el que más ha despertado esa necesidad, incluso antes de morir. Y después, por ejemplo, decenas de poetas que no lo conocieron. Es decir, que lo conocieron por su poesía”

“Roque jamás tuvo necesidad de advertir que no asociáramos su nombre a la tristeza. Su nombre, para nosotros, está asociado a la alegría de vivir, a la alegría de combatir, muy naturalmente. Así lo recuerdo, alegre, expansivo, cordial, decidido y valiente. No solamente estaba él contra la retórica en el verso, él estaba contra la retórica en la vida. Recuerdo la alegría que sentí cuando supe que Roque había escapado otra vez a la muerte, porque de él puede decirse como alguna vez se dijo de Lorca que su presencia era mágica y traía la felicidad. Es decir, su presencia es mágica y trae la felicidad. Yo no lo puedo enterrar”
Juan Gelman.

Ángel Rama asegura que la poesía del autor de 'Taberna y otros lugares' parte de “esa conciencia dolorosa, que hicieron suya otros poetas de su contorno, de ser un hombre de transición, encabalgado entre dos épocas disímiles: una anterior real, en que se habían formado y que se les presentaba como falsa e inmediatamente condenada, y una posterior, más soñada que concreta, donde se solucionaban definitivamente las contradicciones”.

Ernesto Cardenal ha dejado esta impresión: “Roque Dalton yo lo recuerdo riendo. Flaco, de un blanco pálido, huesudo, narizón como yo, y siempre riendo. No sé por qué siempre te recuerdo riendo, Roque Dalton. Un revolucionario reidor. No es que los revolucionarios sean especialmente serios ni mucho menos, pero es que él era un revolucionario especialmente reidor. Se reía en primer lugar de él mismo. Se reía de cosas ridículas de El Salvador, y siempre estaba hablando de El Salvador y es que quería muchísimo a su país Pulgarcito”.

Claribel Alegría ha expresado: “Su ética y su estética personales, forjadas en la incandescente realidad de El Salvador, produjeron a un ser humano cuya poesía y vida personal eran una sola cosa. Tenía el gran don del sentido del humor, se burlaba de todo, empezando por sí mismo, y eso lo salvó de la mojigatería que suele acompañar al fervor revolucionario”.

Julio Cortázar aseveraba que “hablar con Roque era como vivir más intensamente, como vivir por dos». Además, dejó este retrato del poeta: Roque Dalton era un hombre que a los cuarenta años daba la impresión de un chico de diecinueve. Tenía algo de niño, conductas de niño, era travieso, juguetón. Era difícil saber y darse cuenta de la fuerza, la seriedad y la eficacia que se escondían detrás de ese muchacho”.

Inevitable que su humor se trasladara a su poesía, Mario Benedetti señaló que “la agudeza de Dalton, plasmada en sus poemas, partía de una verdad estricta, por lo que si el lector se atiene a su humor poético, se puede caer en el riesgo de dar una imagen superficial de su actitud ante la vida”.

Benedetti realizó una esclarecedora entrevista a Roque Dalton que apareció en la revista Marcha, en la que dejó plasmada los principios ideológicos y políticos que guiaron su obra.

Mario Benedetti: “Por los fragmentos que conozco de tu libro, y por lo que ahora me cuentas, veo que podría ser considerado como poesía comprometida. Ahora bien, ¿qué sentido le das al compromiso?

Roque Dalton: “Me parece que para nosotros latinoamericanos ha llegado el momento de estructurar lo mejor posible el problema del compromiso. En mi caso particular, considero que todo lo que escribo está comprometido con una manera de ver la literatura y la vida a partir de nuestra más importante labor como hombres: la lucha por la liberación de nuestros pueblos.

Roque Antonio Dalton García nació el 14 de mayo de 1935 en San Salvador. El 10 de mayo de 1975 fue asesinado en un paraje de las afueras de San Salvador conocido como el Playón.

Estudio en la Universidad de El Salvador donde ingresó a la Asociación General de Estudiantes Universitarios (AGEUS) en 1954.​ Su padrino político en ese entonces era el historiador Jorge Arias Gómez, dirigente del Partido Comunista Salvadoreño (PCS)

Para 1955 colaboraba con el periódico El Independiente, que se convirtió en una tribuna crítica de la realidad del país. Para el mes de marzo de ese año, y con 19 años de edad, contrajo matrimonio con Aída Cañas con quien procrearía tres hijos: Roque Antonio, Juan José y Jorge.

Ese mismo año Dalton ganó el Premio Centroamericano de Poesía con el trabajo 'Mía junto a los pájaros', y con el poemario Dos puños por la tierra ganó el premio Francisco Gavidia.

En 1957, por medio de boletines de la Federación Mundial de la Juventud Democrática (FMJD) y de la Unión Internacional de Estudiantes (UIE) se enteró de la realización en Moscu, URSS, del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, por lo que se decidió a realizar el viaje junto a cuatro acompañantes. Aparte de las dificultades de conseguir el dinero para costear la aventura, todos ellos sabían las consecuencias por el hecho de visitar al país comunista, tanto en sus respectivos trabajos como en las mismas relaciones familiares.​

El periplo hacia la Unión Soviética fue dificultoso entre las numerosas escalas y cambios de trenes. En Checoslovaquia lograron reunirse con otras delegaciones y por fin arribaron al país de destino el 21 de julio y a Moscú dos días después.

Dalton permaneció en el país por invitación de la Unión de Escritores de la URSS junto a otros literatos como el premino Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias —​ así como el escritor inglés Graham Green. Además tuvo la oportunidad de conocer a Nazim Hikmet y al argentino Juan Gelman, de quien escuchó un poema que representaba la nueva corriente latinoamericana.

El viaje a la Unión Soviética determinó que Dalton se incorporase a la militancia política por entero. Empero, como se había previsto, el retorno a El Salvador terminó siendo accidentado entre detenciones e interrogatorios en España, Venezuela y Panamá. Ya en su patria decidió ingresar al PCS ese mismo año de 1957.

Se dice que Dalton y otros militantes le dieron vida al PCS en el sentido que lo sacaron del aislamiento de la vida política salvadoreña. Pese al compromiso político, Dalton, como otros poetas y escritores salvadoreños, hizo de la actividad política, la poesía y la bohemia una sola cosa. ​Pero lo que particularmente ejerció una influencia decisiva en los movimientos populares fue la Revolución cubana que culminó el 1 de enero de 1959.

El 14 de diciembre de 1959 había caído preso, tras ser capturado por la policía. Para marzo de 1960, y mientras se encontraba en Guatemala por invitación de los estudiantes de la Universidad San Carlos a una semana cultural, volvió a ser apresado. Dalton terminó expulsado del país.​

Cuando retornó a El Salvador cayó capturado nuevamente el 13 de octubre en el departamento de La Paz en presencia de su esposa. Su paradero permaneció desconocido por varios días e incluso se temió por su vida. De hecho, se le imputaron los delitos de rebelión y sedición por los que podía haber enfrentado la pena de muerte. Sin embargo, tras el derrocamiento del dictador Lemus en octubre los presos políticos fueron liberados, entre los que estaba Roque

En los primeros años de su exilio el poeta viajó a Cuba por breve tiempo. En 1962 se trasladó nuevamente para asistir a la Conferencia de los Pueblos como delegado salvadoreño, y se quedó viviendo en La Habana por un año. En este país terminó de formarse como escritor.

En el país caribeño trabajó además en la Radio Habana Cuba, Casa de las Américas y en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. El mexicano Eraclio Zepeda, quien le conoció en ese tiempo, le describía de esta forma: “Esta primera larga estancia en Cuba fue para Roque Dalton una viva academia. Aprendió e inventó muy diferentes áreas del interés humano. Es sin duda el hombre más vital que yo haya conocido: gran poeta y buen centro delantero en el fútbol, serio estudioso de materias militares y excelente bailarín de mambos, cuidadoso investigador de historia y bebedor de trago largo y risa pronta en los sitios más inauditos de La Habana; comentarista de muy serios asuntos en la radio y dueño de la más amplia colección de cuentos para reír que yo recuerde”

Otra de las actividades que había ocupado el tiempo de Dalton en Cuba fue el adiestramiento militar en 1961. Esa era una labor que formaba parte de la estrategia del PCS para la lucha armada, aparte de apoyar a la isla contra cualquier invasión desde los EEUU como la ocurrida en Playa Girón. ​ Por otra parte, su trabajo literario se volvía infatigable: en 1963 ganó una mención honorífica por parte de Casa de las Américas con el poemario El turno del ofendido.

En el año 1964 retornó a El Salvador, pero cayó capturado por la policía. En ese lapso no reportó ninguna actividad a la DGI y acabó expulsado del territorio.​ Retornó en junio y volvió a caer preso el 4 de septiembre. Fue trasladado a Cojutepeque y sometido a interrogatorio en el que intervino el agente de la CIA Harold F. Swenson, quien le cuestionó sobre sus vínculos con Cuba.

Se le envió nuevamente a Cojutepeque, de donde, según contó a la prensa salvadoreña, el 25 de octubre se escapó «aprovechando una debilidad en la pared de mi celda ocasionada por temblores y trabajos de construcción en las cercanías".

Pese a que pudo escabullirse a Guatemala fue atrapado por los agentes de seguridad de este país quienes le trasladaron a la frontera con México, donde, casi en harapos, también fue sometido a interrogatorio.​ Al lograr retornar a Cuba, fungió como parte del Consejo de colaboración de Casa de las Américas.

En Checoslovaquia, donde integraba la redacción de la Revista Internacional conoció al gran sindicalista salvadoreño Miguel Mármol, y fruto de sus conversaciones surgió el libro 'Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador'.

En 1967 se enteró de la muerte de Ernesto Guevara, de quien escribió: “Su desaparición física es un hecho irreparable para el cual no debemos escatimar lágrimas de hombres y revolucionarios; la actitud fundamental a que nos obliga su actual inmortalidad histórica es la de hacernos verdaderamente dignos de su ejemplo revolucionario”.​

Mientras se encontraba en México en el año 1968, a Roque le indignó la invasión del ejército soviético a Checoslovaquia.​ Ese año regresó a Cuba donde pidió su separación del PCS, partido que se encontraba en crisis interna por la deserción de militantes que posteriormente se sumarían a la lucha armada. Para 1969 su libro 'Taberna y otros lugares', el más celebrado por los críticos de su obra, ganó el Premio de Poesía de Casa de las Américas.

En esos años logró terminar su obra 'Un libro rojo para Lenin' y 'Las historias prohibidas del pulgarcito'. En esa etapa el poeta Ernesto Cardenal dejó plasmado en su libro 'En Cuba' una opinión nada favorable de Dalton sobre los partidos políticos comunistas de América Latina y en especial el de su país.

Para este tiempo, se dice que intentó unirse a las recién fundadas Fuerzas Populares de Liberación (FPL), pero fue rechazado por el líder Salvador Cayetano Carpio, quien creía [seguramente con razón] que servía mejor a la causa como poeta y escritor marxista que como combatiente.

Para incorporarse al movimiento revolucionario de su país, en La Habana se contactó con Alejandro Rivas Mira (de seudónimo Sebastián Urquilla), dirigente del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Para ese entonces comenzó a escribir los 'Poemas clandestinos' que se publicarían después de su muerte.

Dalton introdujo la polémica en una organización inmersa en conflictos internos.​ Se le culpó de encabezar una “tendencia pragmática y pequeño burguesa”. por tanto “revisionista”. Y con su verdadera identidad revelada, se le acusó de ser un agente cubano o de la CIA (!) en el país para infiltrar el movimiento guerrillero,

La pugna entre la corriente militarista del ERP y sus opositores tuvo como resultado el apresamiento de Dalton y su compañero Pancho. Ante la peligrosa situación, Eduardo Sancho y Lil Milagro Ramírez, su compañera de vida en ese tiempo, trataron de convencerle de huir para salvar su vida, pero él se negó, incrédulo, sobre la base de que aún tenía confianza en sus compañeros.

El 10 de mayo se decidió la ejecución de Dalton y Pancho. La orden partió de Alejandro Rivas Mira. Hasta ese momento, la misma familia de Dalton desconocía su paradero, hasta que en el mes de septiembre un comunicado de Casa de las Américas, a través de Radio Habana, confirmó su muerte. ​

​Dalton habría sido ejecutado en El Playón, una zona de restos volcánicos del volcán de San Salvador. La familia del poeta ha aseverado que el crimen tuvo lugar en una casa del barrio Santa Anita de San Salvador y posteriormente abandonaron los cuerpos en aquel lugar. Arias Gómez también dejó el testimonio que ambos fueron adormecidos con somníferos y posteriormente asesinados.

La de Dalton no fue una muerte cualquiera. No fue una más de la colección en la escalada de violencia política que por esos años sacudía a El Salvador y a Centroamérica. La muerte de Dalton fue un punto de quiebre de las divisiones dentro del mismo movimiento guerrillero y una de las páginas más dolorosas y siniestras en la historia de la izquierda latinoamericana.

Sus libros publicados:

Mía junto a los pájaros, Plaquette, San Salvador, 1957.

La ventana en el rostro, poesía, Ediciones de Andrea, México, 1962.

El turno del ofendido, poesía Casa de las Américas, La Habana, 1962.

El mar. Variaciones, poesía, Ediciones La Tertulia, La Habana, 1962.

El Salvador, monografía, Casa de las Américas, La Habana, 1963.

César Vallejo, Cuadernos de la Casa de las Américas, La Habana, 1963.

Los testimonios, poesía, Ediciones Unión, La Habana, 1964.

Taberna y otros lugares, Casa de las Américas, La Habana, 1969.

Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador, testimonio, Editorial Universitaria Centroamericana, Costa Rica, 1972.

Pobrecito poeta que era yo..., novela, Editorial Universitaria Centroamericana, Costa Rica, 1975.

Poemas clandestinos, El Salvador, 1975 (Universidad Autónoma de Puebla, México, 1980).

Las historias prohibidas del Pulgarcito, Siglo XXI, México, 1974.

Un libro levemente odioso, con prólogo de Elena Poniatowska, La Letra Editores, México D.F., 1988.

Un libro rojo para Lenin, Editorial Nueva Nicaragua, Managua, 1986.

Últimos poemas, Nuestra América, Buenos Aires, 2005.

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