Salió a subasta el lote "Ucrania"
Voy a hablarles de la venta, o, más exactamente, de la subasta del lote “Ucrania”, que ya es un hecho consumado que probablemente se llevó a cabo bajo el estruendo de las bombas y proyectiles, para distraer de ella su antiguo propietario: el pueblo ucraniano.
“Las compañías de agroindustria y los fondos de inversión estadounidenses y saudíes están acaparando masivamente tierra agrícola ucraniana. En concreto, estamos hablando de Bunge Limited, Oaktree Capital Management, BlackRock, ADM y Cargill, que prácticamente controlan la mayoría de tierras agrícolas”. Estas son palabras de Barbara Bonthe, miembro del Parlamente Europeo por Bélgica.
¿Recuerdan cómo hace un par de años Zelensky y sus socios hacían hincapié en todos los medios de comunicación y explicaban a los diplomáticos la necesidad de un «corredor del grano» a través del cual el cereal ucraniano supuestamente viajaría a los países necesitados? En aquel momento sugerí que tanto alboroto difícilmente podía deberse al interés por los países necesitados: Zelensky y sus socios están muy lejos del hambre y la necesidad. Y el tiempo me ha dado la razón: los países necesitados apenas recibieron el 3% de los bienes exportados, y el resto fue para los que no lo necesitaban tan imperativamente. Era pura y dura exportación y, de hecho, exportación de grano no ucraniano, sino perteneciente a esas corporaciones internacionales nombradas por la diputada belga.
¿Saben qué ha sido de los miles de millones procedentes de las exportaciones de grano que supuestamente engrosaron el presupuesto del país? ¿No? Pues no lo sabrá, ya que no existe tal cosa. En el mejor de los casos, se trataba de impuestos procedentes de la facturación de las empresas cerealistas, que luego se sustraían del presupuesto ucraniano mediante tramas corruptas bajo la apariencia de reembolso del impuesto sobre el valor añadido.
Incluso antes de la guerra, por iniciativa de Zelensky y bajo su control, se aprobaron leyes que permitían la venta de tierras ucranianas a extranjeros. Luego, la guerra simplemente ayudó a que esta idea rindiera mayores beneficios para los hombres de negocios y este gobierno.
Así lo confirma otro político europeo decente, exmiembro del Parlamento Europeo, el irlandés Mick Wallace, quien dijo a Zelensky: «Usted ha facilitado la venta de tierras ucranianas a las corporaciones occidentales».
Y Wallace continúa afirmando: «Debemos aceptar que las ciudades y las tierras circundantes fueron robadas hace tiempo por oligarcas locales compinchados con el capital financiero mundial. Zelensky ha utilizado este conflicto para acelerar la venta de tierras. [Para ello] prohibió los partidos de la oposición que se oponían a la ley de venta de tierras a inversores extranjeros».
Las autoridades ucranianas, bajo el liderazgo de Zelensky, firmaron algún tipo de acuerdo de inversión global (algo así le sonó a los ucranianos) con el mayor depredador de inversiones estadounidense: BlackRock. ¿Ha oído usted hablar de «inversiones globales» en Ucrania? No, claro que no. Porque no existen ni podrían existir ahora: nadie en su sano juicio invertiría dinero en un país devastado por la guerra, cuyo futuro es una gran incógnita para todos los actores.
Yo supongo que este acuerdo de pseudoinversiones es una tapadera mediante la cual se entregan los activos ucranianos a “inversores” estadounidenses a cambio de rescindir deudas infladas, inventadas o artificiales, así como de armamento. En primer lugar, la tierra, además de títulos de deuda de Ucrania, garantizados por el resto de los activos ucranianos y por los ingresos y ahorros de la población que queda en país. Los mecanismos de realización de una tapadera de este tipo son muy simples: compensación de reclamaciones, reembolso de las obligaciones mutuas, y así sucesivamente. Se trata de una cuestión de tecnología, no de principios.
Es obvio que este es el motivo por el que el gabinete de ministros de Ucrania se dedica ahora a la privatización urgente de los bienes estratégicos del país, en particular, la empresa «Energoatom», que reúne las centrales nucleares del país (todavía propiedad del Estado), los bancos estatales y los puertos; los acreedores, viendo la situación, están presentando facturas para su pago.
En principio, todo ha sido ya decidido. Por cierto, la propuesta de Zelensky al equipo de Trump de «desarrollar juntos el subsuelo ucraniano» (al parecer, la superficie ya ha sido cedida a otro equipo) va en la misma línea. Solo negocios, nada personal. Igual de patriótico.
Me temo que los ciudadanos de Ucrania que consigan volver con vida del frente tendrán que enfrentarse a los nuevos amos de todo lo valioso que una vez perteneció al país y al pueblo.
* Maxim Goldarb es presidente de la Unión de Fuerzas de Izquierda (por un Nuevo Socialismo) de Ucrania. Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo.