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Europa, Estado español, Europa :: 07/03/2022

Se cumplen 36 años del asesinato de Olof Palme, primer ministro de Suecia

Javier Claure
Protestó contra los bombardeos norteamericanos en Hanói y contra el asesinato franquista de cinco patriotas

El 28 de febrero de 1986, a las 23:21 horas, el primer ministro sueco socialdemócrata, Olof Palme, fue alcanzado por una bala en pleno centro de Estocolmo.

Después de haber visto la película “Los hermanos Mozart”, en el Cine Grand, caminaba por la calle junto a su esposa Lisbet Palme. De pronto, en el cruce de las calles Sveavägen – Tunnelgatan (hoy la calle Olof Palme), él y su mujer fueron impactados por dos tiros que salían de un potente revólver Magnum Smith & Wesson de calibre 357. El tiro que recibió Palme no lo mató en el acto, pero fue mortal porque falleció 45 minutos después en el hospital de Sabbatsberg. Mientras que su mujer fue herida, pero no de gravedad. Fuentes fidedignas revelaron que Palme era un hombre que valoraba su vida privada, y que no le gustaba la protección permanente. Por eso, esa tarde rechazó la seguridad de un guardaespaldas.

Al principio de la investigación se sospechaba de un extranjero como autor del crimen: un kurdo de Irak, miembro del grupo guerrillero PKK, entrenado por la KGB, o un asesino profesional chileno, o una persona vinculada al Gobierno de Sudáfrica; el ex mercenario yugoslavo, Ivan von Birchan, dijo que la CIA le había ofrecido dos millones de dólares para asesinar a Olof Palme. Luego aparecieron otros sospechosos suecos, siendo los más notorios para la investigación Christer Pettersson, un alcohólico que estuvo detenido en prisión casi un año como presunto criminal de Palme. Y Stig Engström, un diseñador gráfico que trabajaba en la Empresa de seguros Skandia. De ahí que figura en las investigaciones como “El hombre de Skandia” (Skandiamannen). Engström y Pettersson han muerto hace tiempo.

Stig Engström fue el primer testigo del crimen. Y declaró que fue él la primera persona que socorrió a Palme herido de muerte. De acuerdo a sus palabras, ese día se quedó en su oficina trabajando hasta altas horas de la noche. Y cuando se iba a su casa, se topó con Lisbet Palme y su marido tirado en la calle sangrando. La policía pensó que sus declaraciones eran contradictorias y pasó a ser considerado un sospechoso del macabro asesinato. Lo extraño y curioso de esta historia es que la policía no investigó a fondo a Engström. Y por todo lo que se descubrió muchos años más tarde, da la impresión que las indagaciones, referentes a Engström, se quedaron empolvadas en algún estante de los archivos de la policía.

Según la página digital de la policía sueca, la investigación sobre Olof Palme contiene 22.430 páginas y figuran 90.000 personas. Se han tomado declaraciones a más de 10.000 personas, 134 personas han confesado ser el asesino de Palme, de las cuales 29 lo han hecho directamente en la policía.

A decir verdad, la policía cometió graves errores desde los primeros instantes del asesinato. Por ejemplo, no precintaron la zona donde ocurrió el homicidio. Las balas fueron encontradas por una persona que caminaba por la calle. La policía también fue criticada por la manera de llevar a cabo los interrogatorios a la viuda Lisbet Palme. Y a medida que pasaba el tiempo se sumaban otras críticas.

En el año 2020, es decir, después de 34 años del magnicidio de Olof Palme, la Fiscalía sueca decidió poner fin a la investigación alegando que ha muerto la persona sospechosa del crimen. Y el fiscal, Krister Petersson, señala como sospechoso principal a Stig Engström. Y continúa: “el material que ha surgido no es suficiente para que un tribunal afirme que Engström sea culpable”. El mensaje de Petersson es ambiguo y da lugar a muchas interpretaciones. Cabe indicar que Stig Engström se quitó la vida en junio de 2000.

Y entre este meollo de juicios, conjeturas y sospechas, el asesinato de Olof Palme ha pasado a ser una historia en donde se mezclan muchísimas teorías de conspiración. Toda la trama y el supuesto autor del crimen superan la ficción. En las novelas policiacas donde ocurre un crimen, al final el asesino es descubierto, pero en este caso, el supuesto asesino gozó de libertad y decidió suicidarse.

Lo tragicómico de esta narración es que Stig Engström estaba en las manos de la policía desde el primer minuto de la pesquisa. Entonces podríamos decir que el atentado contra Palme y las investigaciones en torno al criminal, han dado lugar a una novela policiaca que no tiene fin. Todo esto ha hecho volar la fantasía de muchos periodistas, investigadores, intelectuales y escritores de todo el mundo. Se han escrito notas, artículos, libros y documentos. Finalmente la novela negra, inspirada en el asesinato de Palme, se ha llevado a la pantalla con el nombre de El asesino improbable (Netflix).

Olof Palme era un hombre progresista, inteligente y que hizo mucho por Suecia. Su lenguaje político hacía temblar al adversario. Gracias a él se han realizado grandes conquistas sociales que siguen vigentes hoy en día. Entre otras cosas, la posibilidad de un préstamo para estudios universitarios, el derecho a 16 meses de baja de maternidad cobrando el 80% del sueldo, el cuidado de los ancianos y minusválidos alcanzó altos niveles, se introdujeron subsidios para la vivienda y subsidios para niños y niñas menores de 18 años.

Fue un defensor acérrimo de los DDHH y de los países en vías de desarrollo. Luchaba contra las injusticias sociales, los abusos de EEUU, el régimen del apartheid y apoyaba al Congreso Nacional Africano. En 1968 participó en una manifestación anti-norteamericana, y junto al Embajador de Vietnam del Norte en Moscú marcharon por las calles de Estocolmo con teas en las manos como una señal de protesta contra los bombardeos norteamericanos en Hanói. Palme comparó esos bombardeos con los de los nazis, y pasó a ser un enemigo de EEUU. Entonces el Gobierno de Lyndon B. Johnson retiró a su embajador de Estocolmo.

Asesinato franquista de cinco patriotas

Una inmensa conmoción internacional acompañó a los cinco fusilamientos el 27 de septiembre de 12975, acordados por el Consejo de Ministros franquista y por unanimidad. Apenas cuatro días antes, la policía había expulsado de España a varios intelectuales franceses, entre ellos el actor Yves Montand, el realizador Costa Gavras y el escritor Regis Debray, que intentaban divulgar en Madrid un escrito de condena contra el régimen franquista, suscrito por Jean Paul Sartre, André Malraux, Louis Aragón y Pierre Mendes-France. La inminencia de las ejecuciones había movilizado al mundo entero, y de todas partes llegaban mensajes pidiendo clemencia.

Pero, aquella noche del 26 el jefe del Estado se había acostado ordenando taxativamente que no les despertasen bajo ningún pretexto. Si no le habían conmovido los ruegos de Pablo VI, menos aún iba a hacerlo la imagen del primer ministro sueco Olof Palme, pidiendo con una hucha por las calles de Estocolmo en favor de las familias de los condenados.

Olof Palme, como representante especial de la ONU, jugó un papel importante como mediador en el conflicto bélico entre Irán e Iraq. Apoyó firmemente a los movimientos de liberación de América Latina y del mundo.

El 6 de abril de 1986, Palme tenía que viajar a la ex Unión Soviética para conversar con Mijaíl Gorbachov sobre el desarme nuclear, pero fue abatido con un tiro certero un mes antes. Desde entonces EEUU sigue con sus ínfulas de ser los dueños del mundo. Y, por consiguiente, quieren instalar bases militares en todos los rincones del Planeta, incluso en las narices de Rusia. Este paradigma militar de supremacía trasnochada, ha sido el principal fundamento para que el Gobierno de Biden hiciera caso omiso a la petición rusa para conservar la paz.

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