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Argentina, Argentina :: 02/01/2025

Sin lágrimas para Jorge Lanata

Guillermo Cieza
Con pocas excepciones la mayoría de los medios argentinos han valorado al fallecido Lanata como “un gran periodista”

Si se muere el Rey, no estamos obligados a decir: ¡Que viva el Rey!

Creo que fue en el año 1994, no puedo asegurarlo, pero sí recuerdo perfectamente un texto que Jorge Lanata escribió sobre Venezuela en Pagina 12. En ese artículo descalificaba a Chávez y los líderes de la rebelión militar del 4 de abril de 1992 y elogiaba fervorosamente al gobierno de Carlos Andrés Perez.

Esa nota me llamó la atención, no tanto porque se criticara a los militares bolivarianos, por aquellos años en la Argentina había mucha confusión sobre los objetivos de ese pronunciamiento armado. Pero sí, por sus conceptos tan enjundiosos sobre Pérez, un presidente que había sido responsable de la represión en el Caracazo, con más de 3.000 muertos.

Desde esa lectura, me surgieron algunas dudas sobre Lanata, que fui confirmando con el tiempo. Detrás de su postura desenfadada, y de la pose de un periodista que no se casaba con nadie, se perfilaba un comunicador que, con mucha coherencia, abonaba al terreno del liberalismo de derecha.

Llegó al estrellato en tiempos del kirchnerismo, que consiguió borrarlo de la televisión. No faltaban motivos para criticar al gobierno, pero Lanata lo criticaba más por sus virtudes que por sus defectos. Aportó a destruir a Felisa Micheli, fue crítico del acercamiento del gobierno a procesos y gobiernos populares latinoaméricanos, se embanderó con las protestas de los empresarios de “el campo”, denostó a los movimientos sociales. Se subió y militó la versión de que el fiscal Nisman fue asesinado.

Durante el macrismo se sintió mucho más cómodo. Hizo la vista gorda frente a hechos que comprometían al gobierno. Participó en operaciones mediáticas de repercusión internacional como fue su visita a Venezuela, donde lo mandaron de vuelta, con deportación incluida.

Tuvo una relación ambigua con Alberto Fernández, lo criticó en diversas oportunidades pero salió en su defensa cuando propuso, frente a autoridades militares “dar vuelta la página de los DDHH”. Descalificó a Nora Cortiña diciendo que sus opiniones eran “las de cuatro en un ascensor”.

No apostó a que Milei ganaría la elección presidencial y tuvieron sus cortocircuitos cuando el mandatario lo acuso de “periodista ensobrado” (por Larreta). Lanata le hizo juicio, que cayó en manos del Juez Lijo, promovido por el gobierno para integrar la Corte Suprema. En sus últimos días comento que “Milei es un líder político, sin dudas”.

Lanata construyó una audiencia que respetaba sus opiniones y esperaba sus programas. Con pocas excepciones la mayoría de los medios argentinos han valorado a Lanata como “un gran periodista”. Nadie lo ha reivindicado tanto como Fontevechia y Perfil. Son mellizos políticos. En su velorio desfilaron notorios representantes de la derecha argentina.

No tengo lágrimas para Jorge Lanata, hacía muchos años que no miraba sus programas. Mi comentario puede resultar antipático, porque se que las opiniones sobre las personas mejoran cuando se mueren. Pero en tiempos de confusión me parece necesario decir lo que se piensa. Sin ánimo de ofender a los dolientes, solo para separar las aguas y hacernos cargo del lugar donde vivimos y militamos.

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