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Venezuela :: 02/07/2011

Por Hugo Chávez: desplegar todas las energías positivas

Narciso Isa Conde

Aquel abril glorioso de 1965 me marcó para siempre.

Entonces, aprecié el valor de militares honestos y patriotas como Francis Caamaño, Fernández Domínguez, Héctor Lachapelle, Montes Arache, Lora Fernández…

A algunos los conocí de cerca en plena revolución y me impactó su transformación junto al pueblo insurrecto.

Admiré su valor y su intuición revolucionaria, descubrí su talento y su formidable vuelco al antiimperialismo.

Por eso no me resultó difícil inmediatamente después respaldar los procesos liderados por Omar Torrijos en Panamá, Velasco Alvarado en Perú y Juan José Torres en Bolivia.

Por eso no vacilé más tarde en defender al comandante Chávez cuando se insubordinó contra la seudo-democracia podrida en Venezuela, cuando fue injustamente encarcelado, cuando salió a las calles blandiendo la bandera de Bolívar, el programa de la V República, su enérgica condena al neoliberalismo y su atractiva propuesta de democracia participativa y protagónica.

No me importaron entonces los estigmas en su contra ni las calumnias potenciadas y repetidas; percibí que estábamos ante un “golpismo” bienhechor y transformador de una sociedad agobiada por la partidocracia corrupta y el empobrecimiento creciente, pese a disponer de cuantiosas riquezas materiales y valores humanos.¡Que mas bien estábamos frente a una insurgencia militar dignificante!

Pensé mucho en la estirpe extraordinaria de esos luchadores surgidos de los cuarteles. Aprecié más aun su combate a contracorriente, pese a estar inmersos en una cultura represiva, condicionados por instituciones tuteladas por la oligarquía y por los EEUU, adoctrinados con la tesis de “seguridad nacional” made in USA, convertidos en piezas sensibles de un Estado carcomido por la corrupción y tentadas por un soborno sistemático capaz para forjar al vapor minorías militares enriquecidas… Ponderé más detenidamente el esfuerzo descomunal que tuvieron que hacer para rebelarse, concienciarse y zafarse de esas coyundas y lanzarse a las calles, plazas y caminos a forjar el abrazo redentor con los/as de abajo: con la preterida, excluida y abusada pobrecía y con la Patria pisoteada.

Méritos y aportes incuestionables

En el marco de esa corriente, indignado por el Caracazo y sus causas, Chávez y sus camaradas de armas recuperaron las páginas gloriosas de los ejércitos libertadores y le dieron continuidad a los movimientos militares democráticos-revolucionarios, aportaron como los que más al impulso del proceso hacia la nueva independencia de nuestra América en el duro periodo de la crisis general provocada por la recolonización neoliberal y la descomposición moral de los detentadores del poder.

La transformación por él liderada en su patria chica, logró desde audaces reformas devolverle actualidad a la revolución política y social precisamente cuando el “discurso único” neoliberal imponía la idea del “fin de la historia”, la muerte de las revoluciones y la “victoria definitiva del imperialismo.

Recuperó y proyectó en gran escala el debate sobre la pertinencia del socialismo y la necesidad de procesos transformadores, que negando el capitalismo opresor y diferenciándose de las fallidas experiencias post-capitalistas del siglo XX, impulsaran nuevas transiciones socialistas adecuadas los nuevos tiempos.

Rescató la anulada soberanía petrolera de Venezuela y la puso al servicio del creciente bienestar de su pueblo y de la integración continental (ALBA, PETRO AMÉRICA, PETROCARIBE, CELAC…)

Conquistó con su carisma, su capacidad discursiva y sus hechos un merecido liderazgo popular a escala nacional, continental y mundial; al tiempo de enfrentar con un intrépido despliegue de firmeza las presiones, amenazas, insultos, diatribas y agresiones del imperio y de sus socios.

Le dio un nivel al proceso de democratización de su país inédito en su historia republicana.

Ha habido, pues, razones fuertes, poderosas, para admirar, respaldar y acompañar al comandante Chávez en no pocas de sus acciones y en el curso de ese proceso transformador. Y más aun para desearle ahora éxitos en el fortalecimiento de su liderazgo, en la batalla por su salud y en la creación de mejores condiciones en todos los planos para el prudente ejercicio de su probado talento e ingenio político y de su trascendente liderazgo.

Solidaridad por encima de cualquier diferencia

A quienes solidariamente hemos acompañado sin incondicionalidad, sin oportunismo y sin seguidismo los combates y los anhelos populares que Chávez ha simbolizado y simboliza, nos sobran razones, convicciones y sentimientos para desearle vehementemente la reconquista de su salud. Para esto hay motivos que van más allá de los principios humanitarios que han animado permanentemente nuestra conducta política y nuestra vida pública y privada.

Esto es así, independientemente y por encima de cualquier valoración particular y/o postura diferenciada respecto al rol de la personalidad en la historia. Va mucho mas allá de una u otra diferencia política expresada con franqueza y honestidad en torno al tema reformas y revolución en Venezuela y nuestra América, a la necesidad o no de profundizar el proceso venezolano y despojarlo de la lacra de la corrupción burocrática y los factores que lo frenan y/o distorsionan y al internacionalismo revolucionario y sus diferentes vertientes.

En estas condiciones esta postura solidaria hacia Chávez trasciende las distintas apreciaciones sobre los liderazgos y la manera de conducir los nuevos procesos de cambio, sobre los roles de los partidos, los movimientos sociales y los Estados, y sobre las diferentes visiones en torno a los Estados, las democracias y los socialismos a construir en este nuevo siglo a partir de las experiencias vividas.

Mas aun, esos sentimientos remontan las duras y recientes diferencias expresadas alrededor de las relaciones de cooperación colombo-venezolana en materia de seguridad, así como las distintas apreciaciones sobre las razones de Estado y el interés revolucionario a escala continental y las derivadas y dolorosas extradiciones de revolucionarios colombianos desde el territorio venezolano a las ergástulas del régimen narco-para-terrorista presidido por Juan Manuel Santos.

La diversidad de opiniones jamás debe ser motivo de negación de justicia histórica y de valores incuestionables, mucho menos motivo de negociación de solidaridad humana y política bien merecidas.

Y el Presidente Chávez, comandante victorioso de muchas batallas políticas de alto riesgo, necesita y merece solidaridad humana, apoyo político y moral, y estímulos espirituales para la recuperación de su salud.

Por sus méritos y su rol en el presente venezolano, continental y mundial; por lo que vale para el futuro inmediato de Venezuela y para nuestra América.

Por sus inconmensurables aportes a esta nueva oleada de cambios en medio de esta dura brega entre revolución y contra-revolución y entre reformas y contra-reformas.

De nuestra parte, y a nombre de todos/as militantes caamañistas dominicanos/as, partidarios/as de la nueva democracia y el nuevo socialismo, todo muestro aliento; todo nuestro apoyo y deseo de pronta mejoría para el comandante Chávez en estos momentos difíciles, así como nuestra decisión de combate contra los enemigos jurados del proceso bolivariano y de la segunda independencia continental.

Chávez, repetimos, debe recibir un estímulo multitudinario para ganar esta pelea por su salud. El y el proceso venezolano y latino-caribeño lo necesitan en esta coyuntura especial, presente la contra-ofensiva, el contraataque de los EEUU y de sus fuerzas aliadas, ferozmente ansiosas y dispuestas a aprovechar toda situación que le facilite la restauración plena del poder a las derechas en Venezuela.

Sabemos que el comandante Chávez es de los que no se rinden frente a los avatares de la lucha y de la vida. Muy cerca tiene en Fidel un ejemplo de tenacidad en defensa de su vida, lo que le posibilitó vencer la proximidad de la muerte.

Contribuyamos todos y todas los revolucionarios del mundo a potenciar las energías positivas para que el comandante Chávez pueda también lograrlo. Al tiempo de asumir, hoy más que antes, un intenso acompañamiento en defensa de su pueblo y sus conquistas sistemáticamente amenazadas por los verdugos del mundo.

¡Lo deseamos de corazón!

Mientras, al bravo pueblo venezolano y a sus fuerzas reformadoras y revolucionarias les toca sacar de abajo, fortalecer la conducción colectiva, vencer fallas, ampliar el proceso participativo, profundizar los cambios y enfrentar sin vacilaciones el recrudecimiento de la embestida oportunista de la oligarquía y del imperio que ya emprendieron su despreciable campaña mediática de ocasión; así como proponerse firmemente descargar al líder de la nueva Venezuela bolivariana –ahora mismo e incluso después de su anhelada recuperación- de una parte de la agobiante carga de trabajo y responsabilidades que ha afectado su salud y que podría seguirlo haciendo.

El momento es delicado y por tanto oportuno para reactivar e incorporar todas las reservas y valores existentes, que son abundantes y promisorios, procurando convertir los reveses inesperados en nuevas victorias. Ojala que así sea.

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