Transnistria: los diputados se reunieron y solicitaron ayuda a la Federación Rusa
La pequeña Transnistria, que la administración soviética había vinculado a Moldavia después de la II Guerra Mundial, proclamó su independencia 5 días después que Moldavia tras la disolución de la URSS en 1991.
Hoy en día, el gobierno de Moldavia no reconoce la independencia de Transnistria –oficialmente, la República Moldava del Dniéster–, no paga allí ningún tipo de prestaciones sociales ni los salarios de los empleados públicos, pero afirma que la población de Transnistria es moldava.
A pesar de que Moldavia y la República no reconocida proclamada por la población de Transnistria habían concluido un acuerdo para que esta última pudiera tener acceso, a través del territorio moldavo, al mercado de la Unión Europea y al mercado global en general, el gobierno moldavo adoptó este año nuevas normas que obligan las empresas transnistrias a registrarse en Moldavia para que sus productos puedan transitar en suelo moldavo. Pero las empresas de Transnistria no pueden registrarse en Moldavia porque los bancos moldavos les niegan esa posibilidad. Al mismo tiempo, la guerra impide que los productos de Transnistria pueden transitar a través de Ucrania.
Durante todo el mes de enero y febrero, la capital de Transnistria, Tiraspol, ha sido escenario de manifestaciones populares contra el bloqueo económico. La mayoría de la población de Transnistria tiene triple nacionalidad –es simultáneamente moldava, transnistria y también rusa. En suelo transnistrio hay una misión permanente rusa de paz que cuenta entre 1.500 y 2.000 militares rusos.
El 21 de febrero, el presidente de Transnistria, Vadim Krasnosselski, anunció, por primera vez en 18 años, la convocatoria de todos los diputados para reunirse en Congreso. El 28 de febrero, los diputados transnistrios se reunieron y solicitaron ayuda a la Federación Rusa, aunque sin requerir que Transnistria pase a ser parte de la Federación –en 2006, el 97% de la población de Transnistria se había pronunciado, en un referéndum, a favor de la incorporación a la Federación Rusa y su gobierno también lo hizo oficialmente, en 2014, cuando Crimea volvió a ser parte de Rusia.
Un poco de historia reciente
Vinculadas por decisión de Moscú, las dos orillas del Dniéster vieron sus destinos nuevamente separados por la disolución de la Unión Soviética.
El 2 de setiembre de 1990, unos meses después que el gobierno moldavo hubiera declarado su soberanía, Transnistria reivindicó a su vez la independencia. En nuevo proyecto nacional de Chisináu, esencialmente sostenidos por partidarios de una unión con Rumania, fue masivamente rechazado por las poblaciones rusófonas del Este del país.
En marzo de 1992, un intento de recuperación militar de la orilla izquierda del río desembocó en enfrentamientos a los que puso fin un acuerdo de cese del fuego, firmado el 21 de julio.
Tres décadas más tarde, Transnistria subsiste como un vestigio de esta crisis geopolítica. “Nuestra independencia es ya una realidad -sostiene Vitali Ignatiev, ministro de Relaciones Exteriores-. Solo falta regularizarla”.
La Transnistria secesionista primero adoptó el nombre oficial de República Moldava Socialista Soviética del Dniéster tras su declaración de independencia en 1990. El 17 de marzo de 1991, la población votó en un 97% a favor del mantenimiento de la URSS, en el transcurso de un referéndum que las autoridades moldavas decidieron boicotear.
Tras la desaparición de la Unión Soviética, la República Transnistria se rebautizó República Moldava del Dniéster. Para Iván Voit, historiador y docente en la Universidad de Pridnestrovia, “una reacción a la traición de las elites de la época” que fueron culpables de haber sellado la disolución de la URSS, a pesar de la victoria del “sí” (76% de los votantes a escala de la Unión Soviética).
A pesar de no haber reconocido nunca su independencia, Rusia le provee una importante ayuda económica, así como gas subvencionado. A cambio, permanece endeudada en el plano político y cumple un papel de reaseguro contra una eventual adhesión de Moldavia a la OTAN, a pesar de la inclusión del principio de neutralidad en la Constitución moldava.
El español Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, viajó discretamente a Ucrania a principios de enero de 2022. Durante su estancia en ese país, Josep Borrell estuvo en la línea del frente en Donbass y se reunió con los funcionarios de la Misión de la Unión Europea para la Asistencia Fronteriza en Moldavia y Ucrania (EUBAM) para instaurar un bloqueo económico contra Transnistria.
En efecto, desde el 1º de enero del 2022 y bajo la dirección de Stefano Sannino, ex representante en Serbia de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), los funcionarios de la Misión de Asistencia de la Unión Europea en la Frontera entre Moldavia y Ucrania (EUBAM) están dirigiendo a las autoridades aduaneras de Moldavia y Ucrania –dos países que no son miembros de la UE– para concretar el bloqueo económico contra Transnistria.