Ucrania: Un proxy exigente
Como se había anunciado antes incluso de que se confirmara esa “coalición de tanques” para el envío de material occidental en preparación para la ofensiva ucraniana de primavera, se ha pasado ya a la siguiente fase: el intento de conseguir, de forma acelerada, aviación occidental. Ucrania espera que siga el mismo curso que las anteriores, logrando unos envíos que hace tan solo unos meses eran considerados una escalada peligrosa prácticamente equivalente a la participación directa en la guerra. El pasado febrero, la OTAN rechazó “cerrar los cielos”, es decir bombardear las bases militares rusas y derribar las aeronaves de la Federación Rusa sobre Ucrania. Consciente del rechazo de los países de la OTAN a intervenir directamente, Kiev se conformó temporalmente con financiación constante y suministro de material.
Un proxy exigente y que a lo largo de los últimos nueve años ha exagerado abiertamente su importancia para Europa y para el mundo como “última barrera” de la civilización europea, Ucrania no ha dudado en exigir cada vez más a sus acreedores y surtidores occidentales. Lo hizo en la guerra de Donbass que ella misma comenzó y lo hace ahora que se enfrenta al ejército ruso. Y como dejan ver las declaraciones de Zelensky tras confirmarse que países de la OTAN enviarán poco más de un centenar de tanques como arranque de una operación de entregas que, sin duda, continuará en el futuro, lo prometido nunca es suficiente. En una entrevista concedida a Sky News, un compungido Zelensky se lamentaba de que, si los 31 tanques Abrams prometidos por EEUU llegan en agosto (si es que llegan alguna vez), tal y como se afirma actualmente, será “demasiado tarde”. Ucrania vuelve a intentar equilibrar su discurso de victoria inminente con el victimismo de una posible y masiva ofensiva rusa que haga volar por los aires todos los planes.
El actual frente informativo no requiere de especial coherencia y aunque la experiencia de este último año muestre un desarrollo lento de los acontecimientos, Ucrania necesita acelerar los tiempos. Frente a lo que se teorizaba en los meses iniciales, en los que se alegaba que una guerra larga beneficiaría a Ucrania, más motivada para luchar, atrincherada y con apoyo externo constante, voces importantes han comenzado a plantear la versión contraria: la economía rusa ha aguantado la presión de las sanciones y la guerra se está convirtiendo en un statu quo que no ha provocado grandes protestas y al que la sociedad rusa se acostumbra progresivamente. En este momento, cuando representantes ucranianos y occidentales han anunciado ya oficialmente la campaña de primavera-verano para recuperar los territorios perdidos al sur de Ucrania, acortar los tiempos es aún más importante para Kiev.
Desde el pasado septiembre, la movilización parcial decretada en Rusia tras la salida del frente de Járkov busca equilibrar las fuerzas en términos numéricos. En este tiempo, como han constatado periodistas sobre el terreno, las tropas rusas han fortificado sus posiciones de defensa. Actualmente, se trabaja ya en los puntos débiles de los tanques occidentales a los que pronto tendrán que enfrentarse. La exagerada confianza en el material occidental como sinónimo de victoria segura y el anuncio de la ofensiva y de sus objetivos han dado a Moscú tiempo para preparar una respuesta.
Sin embargo, anunciados ya los envíos de un primer centenar de tanques occidentales (a los que se sumarán también tanques de origen ruso o soviético, que serán más sencillos de incluir en las Fuerzas Armadas de Ucrania), los mismos medios que los exigían han comenzado a matizar la victoria segura que iban a conseguir. En los últimos días, medios como Foreign Policy se han referido al reto que supondrá para Ucrania el mantenimiento y la reparación de una flota de tanques formada a partir de vehículos británicos, estadounidenses, polacos y alemanes, todo tipo de modelos y diferentes exigencias y necesidades.
Es probable que, ante la imposibilidad de realizar ese mantenimiento íntegramente en Ucrania, Kiev dependa nuevamente de sus socios extranjeros, fundamentalmente de Polonia, el país militarmente más potente de la región. Es más, Varsovia, que está utilizando la guerra como herramienta de presión a Alemania en ese intento de desplazar el eje de poder de la Unión Europea hacia el este, está realizando un esfuerzo de rearme que hará al país aún más potente con respecto a sus vecinos.
Es previsible que Polonia sea también un país importante a medida que se consolide la idea de envío de aviación occidental a Ucrania. “Los tanques por sí mismos no van a cambiar el signo de la guerra”, escribía The New York Times en un artículo que matizaba la importancia de los tanques occidentales, que precisarán de instrucción en su uso, táctica, doctrina y el acompañamiento de otro equipamiento, entre el que el medio destaca la artillería. Sin embargo, y pese a que sí ha sido así en el pasado, Ucrania no insiste actualmente en las entregas de artillería pesada sino que se centra en otro aspecto clave al a hora de realizar la cobertura de esos tanques que pretenden romper las defensas rusas en Zaporozhie, la aviación. “En el contexto del éxito psicológico de las próximas entregas de Abrams y Leopards, el tema del envío de aeronaves de combate para las Fuerzas Armadas de Ucrania está ganando tracción”, escribió The New York Times.
Como ya ocurriera con el envío de tanques, el pasado marzo considerado una escalada inaceptable y un paso “hacia la tercera guerra mundial”, Kiev ha optado por la estrategia, no solo de presentar a los F-16 estadounidenses, Rafalle franceses, Tornado alemanes o Gripen suecos como sinónimos de victoria segura, sino prácticamente como un derecho natural. No se trata ya de solicitar ni de exigir, sino de dar por hecho que esos envíos, no solo se aprobarán, sino que se hará de forma tan inmediata que ya se está negociando su entrega. Yuri Ignat, representante de las Fuerzas Aéreas de Ucrania, ha precisado incluso la cantidad de aeronaves, 24, que Ucrania recibirá de sus socios occidentales.
En similares términos se ha manifestado Mijailo Podoliak, que afirmó que Kiev ya está negociando la entrega de misiles de largo alcance y aviación. Y frente a lo afirmado por Zelensky, que intenta convencer a la audiencia de que Ucrania solo busca esas aeronaves occidentales para defender su espacio aéreo, Podoliak, siempre más audaz y provocador, presentó abiertamente las peticiones de misiles de largo alcance y aviación para ataques en Crimea, objetivo principal de la actuación ucraniana desde hace varios meses.
Dando por hecho que esas entregas se producirán próximamente, los medios han comenzado a especular sobre la forma en que EEUU enviaría el material a Ucrania. Lockhead Martin, fabricante de los deseados F-16, ya ha anunciado el aumento de la producción. Otros países, como Países Bajos, ya han manifestado su disponibilidad a entregar F-16 de sus arsenales, algo que EEUU tendría que aprobar y que se maneja como vía más sencilla para ese tipo de entregas. Como recuerda Político, el momento es más que oportuno: en unos meses, decenas de F-16 estarán disponibles al ser sustituidos por los flamantes F-35, por lo que esas entregas no serían más que el círculo vital de la guerra, una forma de renovar el material a beneficio de Lockhead Martin y de EEUU y a costa de empeorar aún más la situación para la población ucraniana.
Es de esperar también que se reactive la propuesta de 2022 de Polonia de entregar sus Mig-29 a Ucrania si son sustituidos por F-16 estadounidenses. En marzo del pasado año, tras ser filtrada la propuesta como herramienta de presión, EEUU rechazó la oferta polaca al considerarla excesivamente provocadora. Casi un año después, y sin interés alguno por evitar una escalada que suponga una catástrofe aún mayor para el territorio y la población ucraniana, todas esas propuestas no solo son ahora tenidas en cuenta, sino que son presentadas como la forma de “acortar la guerra”.
Ucrania, como proxy preparado y capacitado para cumplir con las tareas planteadas por sus patrones, continúa dispuesta a sacrificar a su población y sus infraestructuras por el bien de la guerra común contra Rusia, pero exige ser tratada como ejército de la OTAN. De ahí que su lista de deseos no sea una solicitud o una exigencia, sino una obligación moral de los países que financian esta guerra y que han anunciado que la financiarán hasta el final. Ucrania es consciente de que, si Occidente ha optado por la guerra total, por el intento de poner en peligro Crimea para poner contra las cuerdas a Rusia, deberá enviar la aviación -soviética u occidental- que realice la cobertura de esos carros de combate que enviará próximamente. Para ello, Kiev dice haber preparado ya una lista de 50 pilotos que podrían recibir instrucción rápida e inmediata en el manejo de los F-16 y Zelensky afirmó que el país prepara ya aeropuertos en los que puedan operar los cazas.
Una opción cuestionable, ya que serán blanco fácil para los misiles rusos.
slavyangrad.es