Venezuela y la teoría de los dos demonios
Anoche me llamó un compañero venezolano para preguntarme si Cristina se había vuelto loca. Le contesté que en realidad lo que dijo Cristina en México es de lo mejor que se ha escuchado de la clase política argentina sobre el tema Venezuela. Comparada con Mauricio Macri, Javier Milei, Miguel Pichetto, Sergio Massa y Alberto Fernández, hasta parece progresista. Lo que sucede es que en Argentina la vara está muy baja. Por eso lo tenemos a Milei.
La conducta esperable hubiera sido el apoyo inmediato a un gobierno elegido por la voluntad popular, bloqueado, sancionado y saboteado por EEUU. Quienes no lo hicieron apelaron a criticar el proceso electoral venezolano, con cuestionamientos demoliberales. ¿Por qué no se presentan actas? Eso es algo que no exigen para las elecciones de ningún país del mundo. Cuando el gobierno venezolano alega que se produjo un hackeo informático temporal, identificado no solo por los técnicos locales, sino por los observadores de otros países, la crítica que le hacen es ¿Y por qué se dejaron hackear?
La críticas al gobierno venezolano me hacen acordar a las que le hicieron al gobierno peronista cuando se produjeron los bombardeos el 16 de junio de 1955. Después que se produjo la primera oleada de caída de bombas sobre la casa de gobierno y sus inmediaciones, la CGT convocó a los trabajadores a defender a Perón y a rodear la casa Rosada. Muchos trabajadores estaban acercándose a la Plaza de Mayo cuando llegó la segunda oleada de bombas. En un video recuperado no hace mucho tiempo que muestra lo ocurrido, los gorilas acusan a los peronistas de ser los responsables de tantas muertes, por haber convocado a defender a Perón cuando lo estaban bombardeando. Esa versión de lo ocurrido circuló muy fuerte por aquellos años, y hay que decirlo, no faltó algún grupo autotitulado de izquierda como el Partido Socialista, que lo repitieron.
Por otro lado, la exigencia del cumplimiento de requisitos demoliberales, como es la orden de allanamiento para ingresar al domicilio de un grupo de guarimberos que utiliza armas importadas recientemente de EEUU, obvia el contexto político. Venezuela es un país que desde hace años está sometido a una guerra híbrida, con servicios públicos saboteados, con asesinatos de cientos de campesinos, con interrupciones de internet, intentos de magnicidio, infiltración de paramilitares colombianos en la bandas de delincuentes, invasiones con mercenarios y la amenaza permanente de una invasión armada.
Conversando con una compañera que vivió en los últimos años en Venezuela, me recordaba lo de los aviones. Cada vez que escuchaba un avión, salía al patio de su casa para identificar al aparato. Las preguntas que se hacía eran obvias: ¿serán los colombianos?, ¿serán los gringos?, ¿serán los nuestros?. Y eran momentos de mucha preocupación que se disipaban al comprobar, transcurrido un lapso de tiempo, que no venían a bombardear.
La militancia popular argentina, salvo en la decada del 70, nunca causó mucha preocupación a los gringos, por eso no ha vivido esa experiencia. Y quizás por eso es más permeable a repetir argumentos demoliberales.
También soslayan el dato que Gonzalez Urrutia, el candidato a presidente de la derecha, haya trabajado en los 80 para la CIA en el Salvador, y que haya estado asociado al asesinato de numerosos religiosos. Sin embargo, este es un dato muy relevante para cualquier análisis. Solo quien no ha pasado por la experiencia de ver caer asesinado a sus compañeros puede afirmar, muy suelto de cuerpo, que le da lo mismo Maduro que Gonzalez Urrutia. Hay que considerar que, por cuestiones de edad, en algunos casos los setentistas estamos afectados por el mal de Alzheimer.
Padeciendo de otros males, algunos grupos que son parte del FIT (Frente de izquierda troskista de Argentina) en consonancia con el PSL, Marea Socialista de Venezuela y la LTS, se anotaron en la lista de los que denunciaron el fraude electoral. En los grupos venezolanos esto no sorprende, porque no es la primera vez que coinciden con la derecha. Lo de Izquierda Socialista, es mas raro porque vienen de apoyar a Massa en el último ballotage. Quienes salieron a cantar fraude, tendrán que lidiar ahora con la evidencia que nueve de los diez candidatos no avalaron la acusación de fraude. En consecuencia, se quedaron empantanados con Gonzalez Urrutia y sus actas truchas, que ni puede presentar ante la justicia, por miedo a que lo metan preso.
Despejado el hecho de que en Venezuela el único demonio es la oposición fascista, seguro que hay preguntas para hacerle al gobierno de Maduro. Creo que las principales preguntas son: si la decisión de sobrevivir, manteniendo el control del gobierno y las principales estructuras del Estado, compensaron los costos políticos asumidos: realizar una alianza con la burguesía local y hacer pagar a la población un brutal ajuste de sus ingresos. Si valió la pena la decisión de no someterse a los gringos, frente a la evidencia de que cinco millones de venezolanos y venezolanas tuvieron que exiliarse por motivos económicos. ¿No se pudo hacer las cosas de otra manera, en el terreno de las realidades y no de las fantasías? Esas preguntas debe responderlas el gobierno, pero los jueces no somos los "observadores externos". Es el pueblo venezolano, que fue quien puso el cuerpo, el que debe valorar si los esfuerzos y los costos asumidos valieron la pena.
Además de las preguntas, también hay críticas insoslayables. ¿Por qué no se pudo controlar las arbitrariedades cometidas contra dirigentes sindicales y sociales honestos, o contra los que denunciaron la corrupción y fueron presos, o están desaparecidos, como Carlos Lanz? ¿Por qué se despojó de tarjetas electorales a expresiones como el Partido Comunista, que hacían críticas por izquierda?
Estos no son "errores forzados", son productos de enquistamientos burocráticos, y desviaciones políticas que afectaron al proceso bolivariano.
Lo que es seguro es que al pueblo venezolano no le ha salido gratis haber sobrevivido al margen de los designios de EEUU. Es un pueblo lastimado y dividido mitad por mitad entre los que creen que vale la pena sostener el esfuerzo realizado y entre los que nunca se propusieron ser soberanos, o han bajado los brazos.
Sin embargo y a favor del conjunto del pueblo venezolano, digamos que el fascismo sigue siendo una expresión minoritaria. Es cierto que Gonzalez Urrutia recibió un 43% de los votos, es cierto también que en las primeras protestas al otro día de las elecciones se mezclaron reclamos porque aparecieran las actas, con expresiones de bronca social por los bajos ingresos. Pero ni bien empezaron a guarimbear atacando transportes, hospitales y centros electorales, la convocatoria de María Corina Machado se esfumó.
En las movilizaciones del sábado, el chavismo movilizó en todas las ciudades importantes del país y arrasó en Caracas frente a una muy discreta movilización de la derecha.
Lo que parece avecinarse es que, de ahora en más, los derrotados Gonzalez Urrutia y la Machado, solo existirán en los grandes medios de desinformación global, como ocurría con los actos que convocaba Guaidó.
Para concluir digamos, que el presidente Maduro parece haber tomado nota de que no se le pueden pedir más esfuerzos al pueblo venezolano. En el último discurso hizo referencia a una próxima elevación de ingresos y pensiones, lo que no es de fantasía con un 1% de inflación, y a la asignación de créditos y aportes para desarrollar un millón de emprendimientos de economía social. Con una expectativa de fuerte crecimiento económico, y mejoras en la comercialización del petróleo, corresponde socializar la nueva riqueza creada. Ha sido el pueblo venezolano el gran protagonista, de este parate a la avanzada de la ultraderecha, que tiene repercusión mundial y merece, más que nadie, ser compensado.
Al principio de este articulo afirmé que en la Argentina la vara de la política estaba muy baja. La mejor prueba es que nuestro pueblo, a la primera dificultad económica que reducía sus ingresos, votó masivamente a la derecha. Esto no sucedió en Venezuela aunque se estén cobrando sueldos miserables, mucho más bajos que los de nuestro país. Allí se le puso un parate al fascismo. Quienes se animan a despotricar contra el chavismo y el proceso bolivariano: ¿no asumen ninguna responsabilidad sobre lo que nos sucede? ¿No nos haría falta un poco de humildad para tratar de interpretar un proceso que demuestra niveles más elevados de conciencia?.
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