Víctor Dreke: "Tuve el honor de acompañar al Che en su lucha en el Congo"
Sputnik entrevistó al segundo al mando de la misión cubana liderada por el Che Guevara para recordar la campaña armada en el corazón africano. "Constituyó una victoria, pese a la pérdida de seis compañeros, porque sirvió de ejemplo para otros movimientos de liberación", aseguró Drake.
De abril a noviembre de 1965, el guerrillero argentino-cubano, que cumpliría este 14 de junio 95 años, comandó en la República Democrática del Congo la primera expedición armada de Cuba en el exterior, impulsada por principios de solidaridad con las luchas en África contra el colonialismo.
Con el propósito de unirse a la guerrilla antiimperialista de ese país y al frente de una columna de más de 100 hombres, el Che Guevara viajó acompañado de quien sería su segundo: Víctor Emilio Dreke Cruz (1937), incorporado desde los 15 años de edad a las acciones contra el dictador Fulgencio Batista.
Encima de una loma, Guevara creó el campamento del grupo guerrillero cubano, con la idea de que desde esa nación africana promovería la descolonización de los territorios vecinos, si bien ya para ese año gran parte de la región respiraba aires de libertad.
La misión internacionalista
Dreke relató que, en aquella época, el líder guerrillero Laurent-Désiré Kabila solicitó a Cuba y al Comandante Fidel Castro asistencia al Movimiento de Liberación del entonces Congo Leopoldville con la instrucción militar de 30 de sus oficiales en la nación caribeña, quienes habían recorrido con igual propósito otros países del mundo.
No obstante, la máxima dirección de la mayor de las Antillas decidió que "nuestros combatientes debían asumir la preparación en el territorio africano y la participación en algunas de las acciones" en la culminación del proceso de independencia, aún amenazado por Bélgica y su intención de reconquista.
Por aquel entonces, Dreke permanecía en Camagüey, durante la fase final de la Lucha contra Bandidos (contrarrevolucionarios, 1959-1965), durante la cual las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Ministerio del Interior y las Milicias Nacionales combatieron las acciones terroristas de bandas financiadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EEUU.
"Estaba en una de las últimas operaciones contra los grupos armados, cuando me avisan que Fidel quería verme. Me dirijo entonces a la ciudad de Santa Clara, donde radicaba el Ejército Central, y su jefe, el comandante Calixto García Martínez, me refiere que él [Fidel] había preguntado por mi estado de salud. Le dije que estaba bien y entonces me dijo que tenía una tarea para mí", contó.
A las dos horas de aquel encuentro, le comunicaron que debía asumir una nueva misión. "¿Cuándo me voy?", indagó. "Ahorita. Nadie puede saber nada", le respondieron. El primer paso sería el reclutamiento de jóvenes soldados provenientes de distintos lugares y el entrenamiento en una zona alejada y sin luz eléctrica cerca de La Habana.
"Casi nadie conocía que el Che formaba parte del grupo, imagino que solo Fidel y Raúl. Hasta ese momento, yo era el jefe de aquella compañía de más de 100 hombres. Pero un día Osmany Cienfuegos Gorriarán me comunica que ya no tendría esa responsabilidad y que el jefe sería un comandante llamado Ramón", evocó.
En aquellos años existían muy pocos combatientes que ostentaran ese rango militar, rememora Drake, por tanto, no conocía a nadie con esas características. Tampoco lo reconoció al Che cuando el propio Cienfuegos Gorriarán, hermano de Camilo —una de las figuras paradigmáticas de la Revolución—, le mostró una fotografía de Guevara, muy distinta a las imágenes del guerrillero barbudo inmortalizadas, entre otros, por el fotógrafo Alberto Korda.
En marzo de 1965, el médico argentino acudiría, bajo la identidad del viejo Ramón, a despedirse para siempre de su esposa e hijos más pequeños, tras su renuncia al grado de comandante, sus cargos en la dirección del Partido Comunista y su puesto de ministro de Industria, bajo la firme decisión de combatir primero en el Congo y luego en las selvas bolivianas.
El viaje a África
La tarde del 31 de marzo de 1965, Luis Delgado, uno de los combatientes al mando de Manuel Piñeiro Losada, más conocido como el comandante Barbarroja y al frente de varias misiones de inteligencia en América Latina y África, fue a buscar a Dreke a un hotel donde permanecía junto con su primera esposa e hija de apenas cinco meses de nacida. Horas más tarde, Dreke estaba en la casa donde se alojaba el revolucionario José María Papi Tamayo, quien acompañaría a Guevara en su viaje a Bolivia y donde caería en combate.
"Yo había aceptado la decisión de Fidel de cambiar al jefe del pelotón, pero me preguntaba ¿quién había determinado aquello? Osmany se pone de pie y se acerca a un señor que escribe y rompe papeles. Viene y me dice: te traigo a Ramón. Me pongo de pie, lo saludo y no lo reconozco", rememoró Dreke. Cuando advirtió quién era realmente, el revolucionario se puso "más en firme de lo que estaba" y entonces entendió que la misión encomendada por Castro tendría como máximo líder a Ernesto Guevara.
Al día siguiente, el Comandante argentino, Tamayo y Dreke salieron de Cuba. "Tuve el honor concedido por Fidel, Raúl y la Revolución de acompañar al Che en su tránsito desde la isla hacia el Congo".
Resultó "una responsabilidad que nunca pensé tener", aseguró el entrevistado. La travesía transcurrió en vuelos comerciales por ciudades y países como Moscú (URSS), las capitales de Europa Oriental, Argelia, El Cairo (Egipto) y Nairobi (Kenia). Ya sobre el terreno, fue una "tarea dura, difícil e inolvidable para nosotros que no conocíamos África", además de las agrestes condiciones en esa distante geografía.
Tras varios meses de una campaña relativamente fallida, los revolucionarios cubanos partieron de tierras africanas. "He salido con más fe que nunca en la lucha guerrillera, pero hemos fracasado. Mi responsabilidad es grande; no olvidaré la derrota ni sus más preciosas enseñanzas", escribió Guevara en sus diarios.
"Aunque el Che, en algunas cosas, dijo que fue un fracaso, para mí no lo es. Constituyó una victoria, pese a la pérdida de seis compañeros, porque sirvió de ejemplo para otros movimientos de liberación", consideró Dreke.
"Lo que sí no logramos fue unir a los congoleses. Ahora existe otro nivel de consenso y los países del continente mantienen una posición digna en defensa de la isla", acotó.
El combatiente, quien fuera después jefe de la misión en Guinea-Bisáu de 1966 a 1968, reconoció que los cubanos "no fueron allí a pedir limosna o petróleo; como dijo Fidel, acudimos a pagar nuestra deuda histórica con esos hombres y mujeres que trajeron aquí como esclavos a trabajar".
Las tropas de la nación caribeña culminaron su estadía en el Congo a finales de noviembre de 1965, tras el colapso de la rebelión de Laurent-Désiré Kabila. En la despedida, el Che les dijo: "Algunos tendrán la posibilidad de comerse un pedacito de puerco y estarán contentos, pero no se olviden que dejamos aquí en África a seis compañeros muertos".
Sobre su relación con el Che, Dreke recuerda: "Fue bien. Imagínate tantos días dos personas juntas tienen que hablar de todo, también de cómo lo conocí antes del triunfo de la Revolución. Quería estar en la primera línea de combate. Aprendí con él a picar una telera de pan en 17 pedazos para que comiéramos todos y sobre el amor a sus padres, a su familia y a Cuba, sobre todo, el respeto hacia Fidel y el cariño a Raúl", afirmó.
Dreke y el Che: años antes del Congo
Como integrante del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, en octubre de 1958 Dreke participó en acciones de ataque a diversos puntos de la ciudad de Placetas, centro de la provincia de Villa Clara, vinculados al régimen de Fulgencio Batista (1952-1958), y antes de llegar a pie al Cuartel del Ejército, un carro policial intercepta al grupo de jóvenes barbudos.
"Me hieren y el jefe del grupo me lleva encima de un caballo hacia el campamento en Dos Arroyos. Allí esperamos la venida del Che, al otro día, al mando de la Columna Invasora 8 Ciro Redondo. La primera orden era que todos nuestros recursos, menos las armas, estuvieran a disposición de los protagonistas de esa hazaña militar que llevaría la lucha al centro y occidente del país", refirió.
El Comandante argentino arribó a la tarde y preguntó por el jefe de aquel lugar y luego por algún miembro del Directorio. "Yo, señor", respondió Dreke desde su hamaca, sin saber la verdadera identidad del recién llegado. Guevara necesitaba una máquina de escribir.
"Entonces, me examina la herida como médico, me dice que no es nada y que pronto estaría en la pelea nuevamente. Le indiqué que la máquina estaba en la oficina de Faure Chomón. Esa fue la primera vez que vi al Che, no en Santa Clara ni en el Congo", argumentó el también presidente de la Asociación de Amistad Cubano-Africana.
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