25 de mayo, la revolución de los tupamaros
…un día se sabrá que esta Patria fue liberada por los pobres, y los hijos de los pobres, nuestros indios y los negros, que ya no volverán a ser esclavos.
José de San Martín
Las revoluciones independentistas expresaron un salto en la resistencia al dominio colonial, siendo continuidad de las rebeliones originarias. Compartiendo esa caracterización, los servicios de inteligencia imperiales calificaban como “tupamaros” [referencia al líder indígena peruano Tupac Amaru II, que encabezó la «Gran rebelión» contra la corona española] a los conspiradores del Río de la Plata en 1810.
La primera junta de gobierno tuvo un núcleo duro integrado por Mariano Moreno, Juan José Castelli y Manuel Belgrano, cuya proyección revolucionaria empalmaba con las mejores experiencias del continente, protagonizada por un sujeto pluriétnico y popular. Pero la revolución murió temprano en Buenos Aires, cuando los sectores conservadores consiguieron controlarla.
Y en el ex Virreinato del Río de la Plata, para encontrar revoluciones había que cruzar el río para admirar a Artigas o ir a las fronteras para advertir la resistencia de las guerrillas del Alto Perú lideradas por Manuel Padilla y Juana Azurduy, o la creación del ejército de los Andes promovido por San Martín. Y fuera de las fronteras del Virreinato, el Plan de Operaciones de Moreno vivía en el extraordinario proyecto de la Revolución Paraguaya.
Caracterizar a las revoluciones por su desenlace posterior es una trampa que intenta desligitimar epopeyas populares. Y de la misma forma en que la derecha historiagráfica asegura que la Revolución Rusa no podría tener otro destino que su deformación burocrática, en América se desvalorizan los sueños de independencia y libertad de quienes sufrieron la derrota.
Los sueños revolucionarios de las y los derrotados de todas las batallas populares son un compromiso legado a las futuras generaciones, que solo podrán ser asumidos por quienes se animen a encarnarlos. La Patria no es de los que la invocan.
En países como el nuestro, la Patria vive en quien se compromete con las clases oprimidas y expoliadas, que vinculan necesariamente la cuestión nacional a la lucha de clases.
Sólo desde ese lugar es posible zafar de caer en la trampa de luchar unicamente por reconocimientos simbólicos, culturales e identitarios, o de versiones 'light' del neoliberalismo con folclore nacional y popular.