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EE.UU. :: 27/03/2009

Barack Obama: del negro al amarillo

J. M. Álvarez
Barack Obama no es un esclavo a la antigua usanza, pero se acerca bastante a la definición que hiciera Malcom X

Cuando el dirigente de Al Qaeda, Al-Zawahiri comparó a Obama con los esclavos negros, recogía una crítica de Malcom X sobre el servilismo de los negros contratados para realizar labores domésticas a cambio de un salario y pernoctar en casa del patrón.

Barack Obama no es un esclavo a la antigua usanza, pero se acerca bastante a la definición que hiciera Malcom X. En el mundo contemporáneo, presidentes y cancilleres son encumbrados por la oligarquía para gestionar sus intereses. Cuando surgen contradicciones, los que fueron colocados al frente de los Gobiernos deben lidiar con aquellas, así es el juego.

El plan anunciado por Obama ha desatado la euforia en las Bolsas, incluso se habla de recuperación, pero los economistas burgueses dicen que está condenado al fracaso y acusan al presidente de cargar sobre los ciudadanos inocentes, los despilfarros del amo. Ese plan va a crear un banco con dinero público, al que irán a parar las viviendas que nadie compra y las hipotecas impagadas. De esa manera los bancos tramposos quedarán limpios y volverán a prestarse dinero. Si dentro de “unos años” la situación mejorase, podrían venderse las viviendas y recuperar parte del dinero público.

Pero cuando Obama pide a los demás apoyo moral y material, Ángela Merkel le responde que explique cuánto pagará ahora por unas casas que no valen nada y a qué precio serían vendidas (si lo son) en el futuro. En definitiva: que fije los precios y se deje de fantasías.

Siempre pasa igual: cuando hay que rascarse el bolsillo, brillan los puñales. El francés Sarkozy (el que era “amigo” incondicional de Estados Unidos), ha hecho causa común con Merkel, frente al primer ministro británico (aliado de la Casa Blanca) que no ha podido convencerlos para que realicen más recortes fiscales ni incrementen el gasto público.

Merkel, fiel a sus propios jefes, ha dejado claro que si en su país fueran necesarias otras medidas, éstas se decidirán en el Parlamento alemán y no en la Cumbre del G-20, condenada al fracaso antes de iniciarse, por muchas palabras bonitas que plasmen en la declaración final. La canciller alemana (que también era “amiga” de América) ha llegado a decirle a Obama que si auxilia a los bancos, debería hacer lo mismo con la General Motors instalada en Alemania, porque Berlín no va a soltar un euro.

Al parecer, Obama piensa todavía que Estados Unidos continúa siendo un poder omnímodo al que se subrogan dócilmente sus “aliados”. Hace poco negó que existieran divisiones entre ellos, acerca de la respuesta que deben dar a la crisis, afirmando que no hay partidos y que se había creado un debate falso en los medios pero, como puede verse, de falso, nada. Con todo este cruce de declaraciones Obama se está quedando arrinconado contra las cuerdas, empujado por el núcleo duro de La Unión Europea, debido a que las contradicciones entre los imperialistas se agudizan gravemente a causa de la situación económica.

El presidente tendrá que cambiar el negro color de su piel (que ya no le procura rédito alguno), por el amarillo de la precaución. Y mejor que no pase al rojo de la ira, porque es improbable que, hoy por hoy, los explotados estén dispuestos a dar su vida por quienes les están robando.

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