A las puertas de la Guerra Final
La situación de Europa occidental es especialmente trágica: casi toda su población vive bajo una cúpula de granito, como en la famosa caverna de Platón. Sometida a las "sombras" que les proyectan los estrategas de la guerra psicológica y la propaganda oficial, los europeos desconocen los planes que de aquí a menos de un lustro se están forjando.
¿Qué planes? Se prevé un aumento del reclutamiento obligatorio en todos los países, así como un incremento significativo en armamento de toda índole.
Es muy posible que se invierta en campos de prisioneros para albergar "enemigos" (rusos y rusófilos) y se vayan introduciendo cambios legislativos encaminados a censurar la información sobre la guerra y sobre la realidad concerniente a la Federación Rusa.
La población europea lleva muchas décadas siendo adoctrinada, y su capacidad de reacción es dudosa; en los tiempos recientes se ha dado una combinación de dos procesos que, en la terminología del filósofo marxista Costanzo Preve, se podrían calificar así:
a) Imposición de la "globalización". En rigor, esta palabra no significa, como querían sus mentores, la creación a modo de crisol de una única civilización mundial, sino más bien la imposición del 'american way of life'. Tal es la tesis de Preve que yo, a la vista de los hechos acaecidos a lo largo de todo el siglo XXI, comparto plenamente.
b) Imposición de lo que el pensador italiano llamó "religión holocáustica", la cual, a la luz del actual genocidio cometido por la Entidad Sionista sobre palestinos, libaneses, cristianos de Oriente, etc., no puede ser más acertada.
Sobre la base, innegable, del horrendo genocidio nazi cometido contra millones de hebreos (pero también comunistas, eslavos, gitanos, etc.), los EEUU han tratado de crear una especie de religión civil universal mediante la cual la historia de la Humanidad es indescifrable e inexplicable sin el holocausto judío, más allá y por encima del holocausto de filipinos cometido por los propios yanquis, más allá y por encima del holocausto indio cometido por los británicos, más allá del genocidio de los armenios cometido por los turcos, etc.
La religión "holocáustica" daría cobertura y superioridad moral a los sionistas, tanta cobertura y en tal grado, que los sionistas mismos tendrían para siempre carta blanca, patente de corso, para repetir las atrocidades del nacionalsocialismo, e incluso se verían investidos de una autoridad ejecutiva, judicial y legislativa a nivel internacional, pasando por encima de fronteras y soberanías nacionales. De aquí el miedo cerval de casi todo el mundo, durante décadas, a la acusación de antisemitismo. Hasta el genocidio actual, muy pocos en Occidente se atrevían a hablar mal de Israel.
Lo cierto es que la creación de la Entidad Sionista en 1948, por colonos violentamente instalados en el territorio ocupado previamente por palestinos, tanto musulmanes como cristianos, es sólo un desarrollo lógico (y ontológico, en términos hegelianos) consustancial a esa Gran Entidad Sionista que, desde el siglo XIX, son los EEUU. Los exitosos libros de Francisco J. Fernández-Cruz Sequera son una verdadera enciclopedia para el estudio de los orígenes del sionismo anglonorteamericano y para la comprensión de un hecho patente: el hecho de que no hace falta ser confesional ni racialmente judío para ser, en cambio, un fanático sionista.
Muchos que se dicen cristianos, de distintas "denominaciones" -católicos, menos- son sionistas furibundos y ocupan puestos de poder decisivos en el Imperio occidental. El Estado de Israel, sucesor descarado del supremacismo nazi, que entroniza a un supuesto pueblo y le concede el derecho al exterminio y expolio de otros pueblos considerados "meros animales", fue una creación anglonorteamericana, y debe ser comprendido cabalmente dentro de las coordenadas geopolíticas y económicas, tal y como pide la ciencia marxista.
El capitalismo en su versión tardía y occidental se encuentra en una clara fase de agotamiento. Se trata de un capitalismo cada vez menos productivo, que socava las propias bases de su reproducción. Es un capitalismo, como nos enseña Lazzarato, basado en la deuda y en la financiarización. El "corazón" de este monstruo que mutila sus propios pies, los EEUU, es el país más endeudado del mundo. Su endiablado endeudamiento consiste en crear una trama o tela de araña financiera en la cual todos los estados que caen allí se han de endeudar también. Pero se endeudan de una manera subordinada; sus relativamente pequeñas deudas (relativas al menor tamaño y peso económico de los estados), aunque son deudas siempre crecientes, sirven doblemente para subordinarse al máximo acreedor, el yanqui (pues quien debe dinero ya no es soberano), a la vez que sirve para financiar la propia deuda de los norteamericanos.
Quien más debe en el mundo no da ejemplo y, lejos de eso, como hacen los yonquis, los consumidores de droga, buscan nuevos compañeros para el vicioso hábito de la deuda, a los cuales someten y exprimen. La crisis financiera de 2008 destapó lo que algunos ya veían mucho antes, acaso desde la crisis petrolera de los años 70 del siglo pasado. Occidente es una burbuja, ampulosa, gigantesca, pero al más tenue roce estallará. Más no estallará de forma inocua, como las pompas de jabón, sino que lo hará de manera espantosa, quizá de forma termonuclerar.
Desde 2008, el mundo pudo ver que la financiarización de la economía y el sistema regido por los camellos de la deuda (FMI, BM, FEM, OCDE...) es, literalmente, genocida e inviable. Los pueblos de Europa occidental, atónitos, pudimos asistir al espectáculo de ver cómo los magnates de las finanzas y los políticos metían las manos en nuestros bolsillos con el propósito, descarado y criminal, de "ayudar" a entidades que previamente nos habían estafado, colocando a países enteros en la bancarrota. El delito, premiado.
Pero los pueblos de Europa occidental no supieron ver entonces que todo un modelo de dominación yanqui sobre esta parte del mundo estaba periclitando. No acertaron a reconocer el fin de dos procesos ideológico-económicos que Preve detectara con sumo acierto: el fin de la globalización y el fin de la religión holocáustica. Preve era un pensador muy hegeliano y sabía bien que el propio curso de los acontecimientos explica retroactivamente los precedentes, y les arroja una luz que en su momento de vivencia actual no se tenía. La lechuza de Atenea levanta su vuelo al anochecer, y ahora en esta noche oscura de Europa algunos de nosotros podemos ver lo que sucedió.
Uno. Han aparecido modelos capitalistas e incluso socialistas (China) completamente alternativos al modo capitalista financiarizado, que la economía ortodoxa, ya occidental ya marxista, no habían previsto. Una nueva economía productiva, controlada por el Estado y unos sistemas de representación popular no "partitocráticos", aunque de hecho existan partidos políticos (en Rusia, China, Irán). Por contraste, la economía occidental pierde sus bases productivas y está completamente dominada por una exigua oligarquía financiera, desconectada de la realidad (y en economía, la realidad se llama Producción).
Al carecer de verdaderas antenas, los "Tres Grandes", fondos de inversión carroñeros, se dedican a labores meramente depredadoras y parasitarias. Son el equivalente moderno de la piratería: mientras que los sectores productivos de la sociedad tratan de sobrevivir por medio de la creación de riqueza, los "corsarios financieros" la destruyen, pero ya no lo hacen por medio de una simple interceptación en la producción de valor o en el intercambio, sino por erradicación de la propia base económica.
Dos. El mito de la superioridad moral, tecnológica y militar del Imperio occidental se está desmoronando.
Nadie cree ya en la superioridad moral de la superpotencia yanqui, la cual viola todas las normas del Derecho Internacional, al cual pretende sustituir por un cambiante y arbitrario "orden internacional basado en reglas". Nadie que no sea vasallo, que no sea corrupto, que no forme parte del sionismo belicista e imperialista y se beneficie de él, puede creerse que los EEUU son un gendarme armado que patrulla el planeta restableciendo la democracia y los derechos humanos allí donde éstas cosas se han ausentado. Nadie que conozca la historia puede creerse que la pax norteamericana no fue sino el imperialismo del dólar y el neocolonialismo ejercido, con distintos raseros de rigor, en el resto del mundo, incluidos sus socios y amigos.
En cuanto a la tecnología, es evidente que los norteamericanos -y qué decir de sus fieles caniches europeos- se están quedando atrás ante los países asiáticos, y muy especialmente ante la República Popular China. Visitar una gran ciudad china es viajar al futuro, visitar una ciudad norteamericana significa contemplar la mugre y la decadencia. Como la economía financiarizada y turbocapitalista es incapaz de planificar a largo plazo, y es por completo ciega ante la sociedad, pues propiamente para el sistema la sociedad "no existe" salvo como campo extractivo o despojo para la depredación, las infraestructuras básicas, así como la investigación, el desarrollo e innovación (I+D+I) y el propio conocimiento, acaban siendo minucias o engorros.
Por el contrario, un Capitalismo planificado o un Socialismo de Mercado, igualmente planificado (este último es el caso chino) suponen la planificación del desarrollo, reajustes sociales y equitativos, inversión en bienestar global, inversión a larga vista, que a la postre redunda en excelencia científico-tecnológica y altos estándares educativos.
La flojedad moral, cognitiva y tecnológica del Imperio occidental no puede sino expresarse en forma de flojedad militar. Hay muchos indicios que avalan una superioridad guerrera de la Federación Rusa. Se habla mucho de sus potencialidades hipersónicas, pero se olvida frecuentemente un tema que, a la larga, es crucial: los rusos saben combatir. Poseen una larga, abrumadora extensa y trágica experiencia en combates librados por su propia supervivencia. Rusia derrotó al nacionalsocialismo poniendo muchos millones de muertos bajo tierra, y lo hizo defendiendo su suelo patrio.
No pueden compararse las cifras con las del Imperio yanqui, cuyos soldados muertos en Vietnam, Afganistán o en otras guerras, lo hicieron siguiendo consignas imperialistas, cayendo en países donde nadie les había llamado, agrediendo a pueblos y regímenes muy ajenos y distantes, en donde ningún militar americano debería haber metido su nariz. El Imperio Occidental sabe muy bien matar desde las alturas del cielo, y una de las extensiones de su hidra, la Entidad Sionista, es eficaz a la hora de dar muerte a mujeres y niños, pero en el combate terrestre, en el "casi cuerpo a cuerpo" que implica la toma de ciudades y el control efectivo -no el control terrorista- de un territorio, los soldados hebreos, como los yanquis, han mostrado ser pésimos.
El espectáculo de los helicópteros norteamericanos escapando en el último momento, cogiendo por los pelos a los espías, militares y "colaboradores" yanquis de Vietnam o Afganistán, es algo que el mundo ya ha visto muchas veces. Póngase al lado la imagen de las excavadoras sionistas arrasando casas palestinas habitadas, con gente dentro.
La llamada "globalización" ha fracasado. El 'american way of life' no es exportable ya más. En la medida en que el mundo se "desdolarice", y en la medida en que altos niveles de consumo y de acceso a la tecnología sean posibles a partir de valores y cosmovisiones completamente diferentes al yanqui, el monopolio y el cepo norteamericano no pueden sino ir desvaneciéndose.
La alternativa yanqui, con o sin Trump, va a ser la de perseverar en su condición de mega-estado terrorista, en actuar, ¡todavía más! como una especie de Israel gigante. Pondrán bombas a diestro y siniestro: en España lo sabemos bien, desde el caso del "Maine", y la guerra de 1898 hasta el asesinato de Carrero, en 1973, por no entrar en el análisis de masacres más recientes. Crearán grandes campos de concentración y exterminio y presionarán a las perrunas elites europeístas con el fin de transformar sus colonias en plataformas agresivas contra Rusia. Habrá mucha muerte y destrucción, pero está claro que ya no habrá más "americanización" del mundo.
En cuanto a la Entidad Sionista: su tamaño territorial (apenas el de una región española de las pequeñas), sus dimensiones demográficas (los ciudadanos israelíes cabrían en una capital de provincias), sus posibilidades bélicas al margen del "Hermano mayor" yanqui, etc. , es todo ello insignificante. Siguen siendo un cáncer terrorista, poco más, un Estado artificial y una gran base militar del Imperio occidental, los EEUU y OTAN, sólo porque el mundo árabe-musulmán no está unido, y siguen existiendo porque no hay un rechazo mucho más amplio a su propia existencia, traducido en sanciones y bloqueos y demás movimientos que acabarían cortando los lazos con su base de suministros, el Imperio occidental.
En el momento presente es un aborto: no es viable. Su locura "talmúdica", como la denomina Pepe Escobar, sólo es posible porque los locos hacen un servicio muy rentable al capitalismo financiarizado y decadente, cuya usura, la vieja usura, pone sus garras sobre gran parte de los pueblos de la tierra. Estos fanáticos escupen tanto contra el viento y abren tantas cajas de Pandora que llegará el día en que huirán con el rabo entre las piernas, escondiendo su pasaporte israelí, quemándolo, para recuperar la nacionalidad de origen, ya fuere europea ya americana, principalmente. El sionismo ha sido condenado internacionalmente como supremacismo, una herencia directa del nacionalsocialismo que tanto se ensañó con algunos padres y abuelos de éstos que hoy lideran el grupo terrorista más grande e impune del mundo, el régimen de Israel.
Debemos dejar de lado "Occidente". Somos hijos de nuestras respectivas naciones y pueblos. Si Europa debe andar unida, que sea unida bajo la protección de Carlomagno, de Carlos V, no bajo la diabólica construcción depredadora del capitalismo financiarizado. No hay "choque de civilizaciones".
Pero Hungtington, igual que Spengler o Duguin, llevaba razón al menos a la hora de decirnos: sigue habiendo civilizaciones. Y estas subsisten organizadas o protegidas por un polo de potencia, un Estado imperial-regional (nunca mundial) que sostiene un modo de vida. Los europeos, así como la hispanidad, son otros modos de vida. No somos yanquis, no somos occidentales, y no somos de Sión. Como el ruso, el indio, el chino, el árabe o el africano... somos personas que tenemos derecho a remontar nuestra historia Hay sitio para todos, y los europeos volveríamos a ganarnos el respeto de otros pueblos si demostráramos desde ahora nuestro rechazo a la guerra, al genocidio y a la explotación del otro.