Alfredo Guevara en la hora actual de Cuba
Este 2021, que ya comienza a ser entrado en meses, marca los 95 años del natalicio de Alfredo Guevara (1925-2013), uno de los más reconocidos intelectuales de la Revolución Cubana
“Muy de niño, niño de veras, me tocó ver desde el balcón de mi casa en el Malecón de La Habana la efervescencia de la caída de Machado; al doblar casi, un poquito más allá del Prado, estaba el Palacio. Y bueno. No entendía nada, pero las imágenes están, muchas imágenes”, relató como entrevistado en el programa televisivo Con dos que se quieran.
“Me tocó ver el bloqueo de nuestra ciudad por la Armada Americana, por la Flota Americana. En el horizonte se veían cruceros que aparecían y desaparecían, tal vez por el movimiento del mar o de ellos mismos, o por la niebla, no sé. Fue una imagen terrible de cerco…”
Su claridad cobra vigencia especial en estos días, como la de otro grande del pensamiento revolucionario cubano Fernando Martínez Heredia (1939-2017), cercados ambos en los últimos años de sus vidas fecundas, no por barcos que aparecían y desaparecían en la niebla, sino por los asedios de un ambiente de seducción y posterior apropiación de sus figuras, que busca reinterpretarlos, utilizarlos, presentándolos de manera, -sin que parezca importar mucho cuanto de forzada tenga que tener - para que resulte favorable a las intenciones de un neo anexionismo y una neo contrarrevolución, ante los que nunca sucumbieron.
Sin embargo, cuando uno va a su pensamiento radical, ese que viene de la raíz y que va a la raíz de las cosas, no hay apropiación que valga. Bastaría buscar debidamente dentro de su abundante pensamiento, legado en discursos, cartas, entrevistas, para saber qué pensaba Alfredo Guevara ante la articulación de proyectos contrarrevolucionarios con publicaciones orientadas a la intelectualidad cubana.
En su abundante epistolario, publicado en 2008 bajo el título ¿Y si fuera una huella?, expuso sus comunicaciones con las más diversas personas: Cineastas, diplomáticos, funcionarios, amigos cubanos y extranjeros, compañeros de lucha y de militancia, como también con neblinosos acompañantes del momento, de dudosa trayectoria ideológica futura -acaso atisbada ya por Alfredo-, luego confirmada por la vida.
Por las revelaciones que ofrece, su epistolario constituye un legado ético y personal que, en palabras de su editora, es “un valioso documento para comprender no solo el pensamiento, proceder y actuar de una figura como Alfredo Guevara sino para transitar con desvelo por la historia de una Revolución rebelde desde sus comienzos.”
Es difícil no pensar en la actualidad clarísima de ese pensamiento, proceder y actuar cuando se lee la carta enviada el 22 de abril de 1999 a su compañero de militancia revolucionaria Raúl Castro, en cuyas líneas le comentaba:
“Como debí recientemente pasar nueve días en cama, enfermo y en ese tiempo para enfermarme cada vez más, se me ocurrió revisar los once números de la revista Encuentro, que edita en España Jesús Díaz, pude apreciar en sus líneas fundamentales: la apuesta que hacen hacia un futuro no-predecible pero biológicamente inapelable, el que han dado en llamar con insistencia obsesiva, el post-castrismo; ese anexionismo igualmente reiterado y que llega en los casos más evidentes, pero no los únicos , a proponer, e iniciar, una revisión histórica de las ocupaciones americanas en Cuba, reevaluándolas como convenientes, como aporte ¨civilizador¨; y el esfuerzo de coordinación-agrupación factual de intelectuales cubanos dispersos por el mundo para cuando llegue la ocasión con que sueñan (apoderarse , ¨en salvadores¨, de la vida intelectual cubana, ya organizados).” (1)
La revista Encuentro de la Cultura Cubana, fue una publicación trimestral editada entre 1996 y 2009 con capital de entidades estadounidenses y europeas. La revista impresa fue luego convertida en los portales digitales Cubaencuentro.com y Diario de Cuba.
Contó con financiamiento de la National Endowment for Democracy (NED), la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), la Fundación Ford y la Open Society Foundations.
Entre los referentes a los que remite cualquier análisis sobre Encuentro y “la percepción –expresada por Alfredo a Raúl – de lo que significa y busca”, estarían entre otros antecedentes históricos, las revistas culturales diseñadas por la CIA Perspectives, Der Monat, y la más conocida Encounter.
Revista Encounter.
Encounter, editada en el Reino Unido, fue una revista creada por la Agencia Central de Inteligencia en 1953, igualmente financiada a través de la Fundación Ford, dirigida a intelectuales de lo que llamaron “izquierda no comunista”, una operación de guerra cultural que creó el Congreso por la Libertad de la Cultura, una organización pensada para la formación de una intelectualidad anti-comunista favorecida por el impulso de la atmósfera anti-estalinista del momento.
Realmente, tal y como tratan de hacer en Cuba, una derecha disfrazada de izquierda. Encounter existió hasta 1991 cuando, una vez desintegrada la Unión Soviética, no tenía sentido seguirla manteniendo.
La versión cubana y la original, Encuentro y Encounter, no solo coincidieron en el nombre sino en sus perfiles como publicaciones, que fueron exactamente iguales.
La investigadora Frances Stonor Saunders autora del libro La CIA y la Guerra Fría Cultural explica acerca del patrón reconocible de este tipo de publicaciones:
“La revista evidentemente tiene que ser una publicación cultural en la que la política se trate junto a la literatura, el arte, la filosofía, etc, como parte intrínseca de la cultura, como debe ser. La proporción entre artículos políticos y literarios, etc variará naturalmente de un número a otro, en el primero la política queda relativamente en segundo plano, ya que lo que se quiere es captar un público lo más amplio posible.” (2)
En el caso cubano, Encuentro no se manifestó desde el primer momento como contraria a la Revolución, sino que fue evolucionando paulatinamente desde una línea inicial más suave pensada para atraer al “público más amplio posible”, como dice Stonor Saunders, entiéndase lectores y colaboradores entre los intelectuales cubanos, y pasar más tarde una abierta agresividad contrarrevolucionaria.
Para la segunda década de este siglo la experiencia iniciada con Encuentro se había desgastado bastante, producto del desprestigio financiero y la postura ya proyectada abiertamente contra la Revolución, por lo que las plataformas surgidas a partir de esta, Cubaencuentro.com y Diario de Cuba ya no engañaban a nadie.
A partir del 2014 la estrategia se retoma con Cuba Posible, que contó con financiamiento de gobiernos europeos y de Open Society, manteniendo muchas similitudes con Encuentro, pero con la variación de que ya no era una publicación editada desde el extranjero sino desde Cuba y presentada como un “laboratorio de ideas” aprovechando el ambiente de debate social a partir de las reformas impulsadas bajo la dirección de Raúl.
Su misión principal era influir decisivamente sobre el sector intelectual cubano con arraigo en la institucionalidad y el sistema de cultura, en vista a la Reforma Constitucional, para contraponerlo al reconocimiento del liderazgo social del PCC, y debilitar en el texto los términos del socialismo cubano, lo cual llegado el momento no pudieron lograr.
El proyecto Cuba Posible fue disuelto en 2019, luego de que algunos de sus miembros se apartaran de este para no “quemarse”, y poder seguir trabajando y colaborando con otros diseños políticos de similar objetivo y camuflaje.
En la actualidad, el antiguo rol mediático de Cuba Posible, en su orientación hacia la comunidad artística e intelectual cubana lo han asumido las revistas Rialta e Hypermedia Magazine, ambas financiadas por la NED, la misma financista de Encuentro. Con la particularidad que estas últimas se han saltado la etapa inicial y desde el inicio asumieron una proyección abierta contra la Revolución.
No se trata de que Rialta e Hypermedia violaron el patrón, sino que en una sucesión de proyectos editoriales durante 20 años, (Encuentro-Cuba Posible-Rialta, etc) ya la función de construcción de influencia sobre una parte del sector intelectual y artístico cubano, sistemáticamente envenenado contra todo lo que huela a comunista, socialista o revolucionario en Cuba, la realizaron los proyectos anteriores, por lo que los actuales pueden prescindir del maquillaje de las primeras puestas en escena y les resulta posible ir directo al más descarnado y recalcitrante discurso contrarrevolucionario.
Ya no aspiran “al mayor público posible”, sino a consolidar y mantener la influencia conseguida sobre el segmento de público que dominan. Manipularlo, utilizarlo y lanzarlo contra todo lo que sea simbólico y significante de la subjetividad cultural de la Revolución.
La idea asumida con Cuba Posible, de que no funcionara solo como un proyecto editorial, sino como un “laboratorios de ideas” fue retomada recientemente por varios de sus antiguos integrantes en una acción efímera en las redes denominada Articulación Plebeya, una pieza en el entramado de buscar un golpe blando para Cuba, presentándose como un sector dialogante que ofrece propuestas, bajo una retórica de “democracia”, “libertad”, “derechos”.
Manejar un contraste frente al lenguaje agresivo de la contrarrevolución tradicional, para mostrar a la nueva contrarrevolución como una alternativa intelectualizada, culta y “preferible”.
Con un fallido esquema de “mesas de debate” en las redes, básicamente se trataba de lograr una instrumentalización del bloqueo estadounidense contra Cuba. Presentar un grupo de concesiones políticas que la misma sociedad cubana que votó la Constitución con un 86 por ciento a favor, debe según ellos cambiar, para que el nuevo gobierno en la Casa Blanca alivie el bloqueo.
Hacerle el servicio a los que nos bloquean, para que ese bloqueo se convierta en lo que siempre han buscado y nunca han logrado, una herramienta política desde dentro de Cuba.
Retomar el ambiente diplomático de Obama, pero luego del reclamo de Trump de obtener “a better deal”, un mejor acuerdo, a cambio de relajar el bloqueo (la imposición del pluripartidismo, la posibilidad de acción pública de la contrarrevolución, el desmantelamiento del sistema electoral y legislativo, la disolución de las organizaciones políticas cubanas, etc, y así todo lo que el pueblo debatió para mejorar y votó mayoritariamente en la Constitución).
Esta fue la misión de la llamada Articulación Plebeya, usar la Constitución contra la Constitución. Proponer lo que los cubanos “tenemos que hacer” para que nos quiten el bloqueo.
Duró lo que un merengue. Con semejante sacrificio de la Independencia que tanto ha costado obtener, la idea no logró que se le sumaran más que los mismos de siempre.
No pudieron engatusar a nadie en Cuba que fuera verdaderamente revolucionario y fidelista, -salvo para cuestionamientos que no pudieron responder-, para integrarlo favorablemente a una intención que, en medio del intento de golpe blando, hasta un ciego podía ver que no era más que un servicio al imperialismo disfrazado de “debate”.
Por si quedaba alguna duda de la posición de Alfredo Guevara ante intenciones semejantes, incluyó en el epistolario su carta de ese mismo año 1999, enviada al cineasta Orlando Rojas: “No logro comprender esa voluntad de ir carcomiendo los símbolos, ensuciando involuntariamente valores reales e “imaginarios paradigmáticos” que son cuando menos, recursos, formas de identificar la patria. Nos igualaría a aquellos que ya teorizan la no viabilidad de la nación cubana, y así preparan, queriéndolo o no, climas de rendición.
“No aceptaré nunca sumarme a esa labor destructiva ni en pequeña escala, y me alejaré siempre, y combatiré siempre, a los que la substancian teóricamente. Son los peores, no se sirven de dinamita, dinamitan con ideas (…); y con ellos esos, (los) que lo hacen también en una u otra escala, o que sitúan el escalón que conduce a aquellas trampas.” (3)
Es el propio Alfredo, con palabras e ideas más que definidas, quien disuelve las neblinas de apropiación con las que pretenden envolver su pensamiento aquellos que solo apelan a su nombre para utilizarlo, y es ese el mensaje claro y preciso que nos deja para la hora actual, frente a la guerra que hoy se le hace a la base ideológica y al legado simbólico de la Revolución. Esa es su lucidez, y debe ser la nuestra.
----
Notas
(1) ¿Y si fuera una huella?, Alfredo Guevara. Ediciones Autor, 2008. p.561
(2) Who Paid the Piper: The CIA and the Cultural Cold War, Frances Stonor Sounders. The New Press, 1999.
(3) ¿Y si fuera una huella?, Alfredo Guevara. Ediciones Autor, 2008. p.565