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Mundo :: 10/09/2009

América Latina: El imperialismo planifica con tiempo

Luciano Alzaga - La Haine
Obama despliega fuerzas en siete bases militares colombianas, con lo que se demuestra que el imperio está intentando recuperar el control sobre su "patio trasero"

Ahora empieza a ser evidente que hay continuidades entre las presidencias de Bush y Obama. George Bush restableció la Cuarta Flota, en lo que parecía una medida de precaución ante el avance de gobiernos centroizquierdistas en América Latina. Ahora Barack Obama despliega las fuerzas del Comando Sur en siete bases militares colombianas, con lo que se demuestra que, efectivamente, el imperio está intentando recuperar el control sobre su “patio trasero”.

Las excusas mediáticas que cacarea el narco-presidente colombiano Álvaro Uribe son que las bases servirán para combatir al narcotráfico y al “terrorismo”. El hecho parece ser que con la reorganización del Ejército colombiano - decidida según algunas analistas en las deliberaciones del documento Santa Fe IV, emprendida por el narco-presidente Pastrana y completada por el actual Uribe, lo que recibió la denominación de Plan Colombia-, los carteles de la cocaína han dejado de ser un problema para el Estado. Han dejado de competir por el poder. Ahora se limitan a hacer su negocio, untando a quien haya que untar y respetando el escalafón.

Otro tanto ocurre con los paramilitares, que en su mayoría se han integrado al Ejército o a los carteles de la cocaína, siempre con la anuencia estatal. Pero ya prácticamente no existen aquellos ejércitos paralelos de miles de hombres armados con la última tecnología, que provocaban muecas de asco o miedo en los senadores estadounidenses y en las clases medias europeas, y que impedían que los narco-presidentes colombianas pudieran viajar al extranjero en paz (y que podían llegar a ser una amenaza para la burguesía colombiana). No, ahora es sólo el Ejército, mejor entrenado y mejor pagado que antes, el que se encarga de las tareas represivas.

Por lo tanto, si (como aseguran los medios burgueses), las FARC están al borde de la aniquilación, el narcotráfico obediente y los paramilitares controlados, ¿cómo se justifica el incremento de la presencia militar estadounidense y las bases en Colombia?.

La realidad, que como siempre no aparece en esos medios, es más compleja. Por un lado, las FARC están lejos de desaparecer y mucho menos rendirse o entregar las armas. En realidad es una de las pocas guerrillas que tiene posibilidades, aunque no cercanas, de tomar el poder por las armas.

Otros aspectos son la necesidad de frenar el avance de los grandes movimientos sociales, que se contuvieron con el surgimiento de los gobiernos de centroizquierda a principios del 2000, pero ante el fracaso de las políticas neoliberales impulsadas por estos, vuelven al ataque. También recuperar el control político en el continente, en declive ante las asociaciones impulsadas por los gobiernos más progresistas (Venezuela en primer lugar, seguida por Ecuador y Bolivia) y evitar que cunda el “mal ejemplo”, como ocurrió con Honduras. Por supuesto asegurar el control de los bienes comunes (recursos naturales como agua, biodiversidad, minería, petróleo, gas). Y anular la influencia comercial china, en primer lugar, e iraní, en segundo.

Los documentos Santa Fe fueron los encargados de orientar ideológicamente la política imperial hacia América Latina. Los primeros (Santa Fe I y II) ya habían señalado el peligro de la confluencia entre el marxismo latinoamericano, la teología de la liberación y las fuerzas revolucionarias. En la última versión, el Santa Fe IV (fines del 2000) actualizó el análisis de las políticas de los Estados Unidos a la luz de los nuevos movimientos populares que iban surgiendo en América Latina.
Reafirmando los principios de la doctrina Monroe, este documento llama la atención sobre la paulatina desaparición de muchos recursos naturales y plantea un plan de re-anexión de América Latina y el Caribe. De acuerdo a ese plan se trazan las estrategias y se definen los enemigos.

El informe ataca fundamentalmente al bolivarianismo y al presidente de Venezuela Hugo Chávez -a quien llaman castrista y amigo de las FARC-, señalando su papel en la revitalización de la OPEP y su empuje hacia la unidad regional, lo que obstaculiza los planes neocoloniales. También arremete contra los piqueteros argentinos, contra el movimiento indígena del Ecuador, contra los movimientos indígenas y los luchadores por el agua en Bolivia, contra los Sin Tierra del Brasil, contra la insurgencia colombiana y reclama el endurecimiento de la política contra Cuba. Advierte que hay que insistir en el control y adoctrinamiento de los militares latinoamericanos y exige un mayor control territorial.

Puede que el origen de estos planes imperiales haya que buscarlo en los cambios en el funcionamiento del sistema capitalista en las últimas décadas, que otorgan primacía al capital financiero. A mediados de 1970, luego de las luchas de liberación nacional y las guerrillas en gran parte del tercer mundo, y aún en los centros imperiales, comenzó a generarse una respuesta a la ofensiva de las "clases peligrosas" para el dominio del capital. Al convertir el capital productivo en capital financiero, el sistema abandona la reproducción ampliada –como eje de la acumulación– por la acumulación por desposesión, término acuñado por el geógrafo David Harvey. De ese modo, opina Zibechi, la principal forma de acumulación tiene ciertos parecidos con la acumulación originaria que estudiara Marx en los albores del capitalismo.

Esto significa que el capitalismo se quita la careta y pasa a acumular mediante el robo, el despojo, la apropiación. Y eso va de la mano del abandono de los Estados de Bienestar, el mayor intento por integrar y controlar a los de abajo ensayado por el sistema. Al llegar a este punto, la democracia liberal pierde interés para el capital, ya que sin estados benefactores, los de abajo se rebelan. Crisis de los mecanismos de integración, crisis de los partidos y sindicatos, sobre todo crisis de las “democracias”, que ahora sin disfraces engañadores, son apenas regímenes electorales para otorgar cierta legitimidad a los que gobiernan.

Dos son entonces las prioridades para el imperio en América Latina: el control riguroso de los pobres y la apropiación de los bienes comunes. Son dos caras de un mismo proyecto de prolongación indefinida de la dominación imperial. Por eso se multiplican las bases militares y se busca convertir a Colombia en plataforma principal de la dominación sin hegemonía.

Rumbo Revolucionario
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