Arde Jujuy: postales de una rebelión contra el saqueo del litio
Decenas de piquetes cortan las rutas en Jujuy, al norte de Argentina. En la protesta confluyen las comunidades en defensa de sus territorios, la lucha docente por el salario y la rabia de la juventud contra la represión del gobiernoSi Josep Borrell dijo hace muy poco que Europa era un “jardín” y el resto del mundo una “selva”, Ursula Von Der Leyen, con idéntico espíritu de conquista, considera el “triángulo del litio” (norte de Chile, Bolivia y Argentina) como una zona estratégica para las arcas imperiales. En su reciente gira por Latinoamérica, la representante de la UE puso el foco en el nuevo “oro blanco”, como se conoce al litio. Un mineral clave para la producción de baterías eléctricas, como las que llevan los teléfonos móviles y los coches eléctricos. Detrás de la “transición verde” europea se esconde un brutal saqueo, la destrucción de los bienes comunes naturales y el expolio de pueblos enteros. Sin embargo, contra toda resignación, la última palabra no está dicha, porque hay resistencia y la rebeldía está en las calles.
En medio de un frío extremo, en la región de la puna y en la Quebrada de Humahuaca, los piquetes de las comunidades originarias reciben el apoyo de docentes y personal sanitario. Al costado de la ruta, han montado carpas para pasar la noche y “postas” sanitarias. Los videos se viralizan en redes sociales. Mujeres kollas, quechuas y de otras comunidades emocionan por su coraje. Los mineros llegan cantando: “Libres o muertos, jamás esclavos”. Las estudiantes abren las puertas de la universidad a quienes se han movilizado hasta la capital provincial. Las docentes mantuvieron una huelga indefinida durante más de tres semanas y las maestras de escuelas primarias aún siguen en huelga al grito de: “¡Abajo la reforma, arriba los salarios!”. Los más jóvenes se suman al movimiento y ocupan decenas de institutos. Son postales de lo que ocurre estos días en Jujuy. No lo encontraréis en las portadas de los medios internacionales, pero allí se está gestando algo nuevo.
Esta rebelión obrera, indígena y popular ya lleva varias semanas. La chispa la encendió el masivo rechazo a una nueva constitución provincial antidemocrática, aprobada de forma exprés por el gobernador Gerardo Morales y la casta política tradicional (la UCR, que conduce el gobierno local y el peronismo, que acompañó la votación). El nuevo texto constitucional abre las puertas a la entrega de tierras comunitarias para la explotación extractivista del litio, al mismo tiempo que criminaliza la protesta social. Hay que decir que el texto pretendía incluir también otras medidas antidemocráticas, como la limitación del derecho al voto y darle mayoría automática al gobernador. Pero tuvieron que eliminar esos artículos, producto de la movilización popular. En esto, jugaron un papel destacado los constituyentes del Frente de Izquierda, quienes denunciaron todas las negociaciones, entre gallos y medianoche, de la casta política provincial, mientras exigieron que se televisaran las sesiones. Finalmente renunciaron antes de que se votara, poniendo en evidencia el tremendo fraude. Esto ayudó a que miles de manifestantes redoblaran su exigencia de tirar abajo esa reforma antidemocrática.
Piquetes en Jujuy.
La represión, el pasado 17 de junio, desató la rabia. Ese día, la policía detuvo a más de 47 manifestantes y se vieron escenas de una represión feroz. El día que se aprobaba la reforma, hubo más represión y casi un centenar de detenidos. Todo un anticipo de lo que se viene en Argentina, sometida a los planes de ajuste del FMI.
Cuando empezó la huelga docente, el salario de una maestra en esa provincia del norte argentino promediaba los 170 euros. Ahora, el gobernador se vio obligado a ofrecer un aumento, en un intento de frenar la lucha. Jujuy es tierra de contrastes y quiebres sociales. “Una provincia rica con trabajadoras pobres”, explica Natalia Morales, legisladora del PTS en el Frente de Izquierda, quien hace días que recorre los piquetes. Ella fue una de las detenidas, junto a muchas mujeres de las comunidades, periodistas y docentes.
“Jujuy está de pie, ha perdido el miedo. Las comunidades indígenas mantienen cortes de ruta en defensa de sus territorios, en defensa del agua, contra el saqueo del litio por las mineras. Esta lucha es un ejemplo, como también son un ejemplo las mujeres docentes que vienen hace ya dos semanas en una lucha salarial muy importante. Y algo que está unificando a todos los sectores, que es el rechazo a la reforma constitucional. ‘Abajo la reforma, arriba los salarios y arriba los derechos’, está siendo cada vez más masivo en toda la provincia de Jujuy”, explica.
Argentina, Chile y Bolivia concentran entre el 50 y el 85% de las reservas mundiales de litio. Las comunidades rechazan el saqueo, porque el proceso para la extracción de este mineral consume enormes cantidades de agua. Y sin agua, no hay vida. Los fueguitos se contagian en la noche del altiplano: “¿Quién se ha robado todo el litio?”, cantan al ritmo de una canción popular.
Capitalismo verde y desposesión
Mientras el altiplano jujeño se levanta contra el saqueo y la represión, en las oficinas de las multinacionales europeas celebran la llegada de “fondos verdes” para la transición energética. Hasta ahora, el 97% del litio que utiliza la Unión Europea procede de China. En medio de importantes tensiones geopolíticas globales, agravadas por la guerra de Ucrania, la UE busca aprovisionarse de forma urgente de nuevas fuentes de litio y tierras raras. Las empresas automovilísticas ambicionan llenar el mercado de coches eléctricos en los próximos años (todo en nombre de la descarbonización y el capitalismo verde) y para eso necesitan el litio como la nueva savia blanca del sistema. La irracionalidad capitalista en todo su esplendor. Llenar de coches eléctricos las ciudades atestadas de tráfico y, en el camino, contaminar los territorios y destruir poblaciones enteras. Cuando bien se podría reestructurar los sistemas de transportes públicos, abrir nuevas fuentes de trabajo sin precariedad y evitar la contaminación ambiental. Pero negocios son negocios.
El geógrafo marxista David Harvey desarrolló el concepto de “acumulación por desposesión”, un conjunto de procesos que incluyen “la mercantilización y privatización de la tierra” con la expulsión forzosa de las poblaciones campesinas, la apropiación de bienes comunes y su transformación en bienes privados y la “transformación de la fuerza de trabajo en mercancía y la supresión de formas de producción y consumo alternativas”. Todo esto facilitado por nuevos “procesos coloniales, neocoloniales e imperiales de apropiación de activos, incluyendo los recursos naturales”. La usura, el crédito y los brutales planes de ajuste del FMI para pagar la deuda pública actúan también como otros tantos procesos de desposesión en el capitalismo actual. Estos expolios vienen siempre de la mano de ideologías que presentan el robo del común como un “avance civilizatorio”, una política de “apertura a la inversión extranjera” o el tan manido “progreso”. Sin embargo, para imponerse requieren violencia, incremento de los mecanismos antidemocráticos, leyes antiderechos, y, cuando hace falta, represión. Hay que decir, además, que esta política no es solo patrimonio de las derechas tradicionales. El actual precandidato a la presidencia argentina, Sergio Massa, amigo de la embajada norteamericana y pagador serial de la deuda, dijo hace unos días que la Cordillera de los Andes es una “torta” para extraer litio, cobre y otros minerales.
De este lado del charco, mirar lo que ocurre en Jujuy nos deja mucho que pensar. En un escenario en el que se ha derechizado tanto la agenda política, cuando frente a la derecha más rancia solo nos ofrecen resignarnos con el “mal menor”, aparece otra opción. Como decía hace unos días Myriam Bregman, precandidata a presidente de Argentina por el PTS en el Frente de Izquierda: “Jujuy demuestra que a la derecha hay que enfrentarla, que no hay que resignarse y no hay que someterse. Jujuy también demuestra que luchando se puede cambiar la relación de fuerzas".
Jujuy es hoy un laboratorio de una nueva fase de expolio imperialista. Las multinacionales francesas, alemanas y norteamericanas compiten por quedarse con su pedazo de la “torta”. El extractivismo minero y la devastación de los territorios va de la mano de salarios de hambre, ruina de la educación pública y precariedad de la vida. Pero esta pequeña aldea gala en medio de la puna también muestra la emergencia de una nueva resistencia. La lucha de los pueblos originarios, junto a la clase trabajadora, las mujeres y la juventud, es el camino para frenar el ajuste y el saqueo. Una articulación de la protesta social, que, si se desarrollara y generalizara, mediante la huelga general y espacios de coordinación desde abajo, podría empezar a cambiarlo todo.
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